El recinto de Sants albergará un centro de formación y vivero para economía social
Será como un
Barcelona Activa, pero orientado al fomento y promoción de la economía
social y cooperativa. Con espacios de asesoramiento y formación y un vivero de
nuevos proyectos. Se llamará Coopolis. Estará en Can Batlló, el
recinto industrial de Sants, en Barcelona. La idea surgió de la asamblea
vecinal que en verano de 2011, cansada de ver naves vacías, ocupó el Bloc Onze
y lo convirtió en un equipamiento con un auditorio, actividades, cursos, una
biblioteca, un rocódromo… Más allá del bloque ocupado, la asamblea proyectó
otros tres espacios: la cooperativa de vivienda La Borda (pendiente del
convenio de cesión del suelo con el Ayuntamiento), una escuela libre (en una
fase muy incipiente) y Coopolis.
“Coopolis tiene un doble radio: una
dimensión de barrio, con un elevado paro; y otra de ciudad, de promoción
económica”. Lo cuenta Hernán Córdoba, de La Ciutat Invisible, la cooperativa
que junto a La Col recibió el encargo del Ayuntamiento, a través del distrito
de Sants-Monjuïc, de diseñar el futuro equipamiento.
Córdoba señala que la economía social y
cooperativa está creciendo, pero que Barcelona Activa no tiene ninguna línea de
trabajo de fomento del modelo: “Se trata de crear un polo que complemente lo
que hacen”. De hecho, es Barcelona Activa quien ha validado el proyecto, cuya
primera versión fue entregada el verano pasado. Desde el principio el distrito
ha visto con muy buenos ojos el proyecto. Su gerente, Francesc Jiménez confía
en tener cerrado el proyecto “antes de que acabe el mandato” para, en el
próximo, “dotarlo presupuestariamente y arrancar”.
El proyecto se instalará en el Bloque
Cuatro, ubicado justo en la confluencia entre la Gran Via y Mossen Amadeu
Oller, una esquina privilegiada cuando en el futuro se derribe el muro del
recinto. “Barcelona Activa está en una punta de la Gran Via, en Glòries, y la
incubadora de economía social en la otra, en la plaza Cerdà”, observa el
gerente municipal. El edificio tiene 4.000 metros cuadrados en distintos
niveles y el proyecto prevé lugares para atender al público, para formación y
42 espacios de alquiler para arrancar proyectos, con una estancia máxima de
tres años. El proyecto que ha coordinado Córdoba contempla detalles como que en
el vivero también haya espacios más grandes que puedan albergar cooperativas
del sector industrial. Y que en la nave también recalen “siete u ocho proyectos
consolidados que puedan actuar de tractores”.
Los datos demuestran que las empresas de la economía social y
cooperativa han resistido mejor la crisis que
las ordinarias. Todavía no hay datos de 2014, están a punto de salir; pero en
2013, el empleo en cooperativas creció un 3,7% en Cataluña, el doble que en el
resto de sectores juntos. La clave está en que al ser organizaciones más
participativas y democráticas y donde las decisiones se toman conjuntamente, su
resistencia a la crisis ha resultado ser mayor, porque suelen ser más flexibles
ajustándose a la coyuntura.
El plan económico de Coopolis contempla
que el Ayuntamiento financie las obras y aporte personal, pero que sea
sostenible a los cinco años de ponerse en marcha. Uno de los puntos de fricción
entre el proyecto presentado y el consistorio es cómo y quién estará en el
órgano de gobierno y gestión del futuro equipamiento. Sus impulsores quieren
que sea mixto y amplio: con presencia del propio Ayuntamiento, de
representantes de la economía social y cooperativa, la Asamblea de Can Batlló,
institutos o centros de FP de la zona y entidades. “Estamos ante un nuevo tipo
de promoción económica, pero también de gobernanza, tanto en objetivos como en
formas”. Habla Ivan Miró, también de La Ciutat Invisible.
Coopolis quiere evitar, explica el
coordinador, “la habitual transferencia de capital público en privado: casos de
empresas que nacen en Barcelona Activa gracias a recursos públicos, pero que
tienen éxito y se acaban vendiendo”. “Nuestra idea es justo la contraria, que
la economía social y cooperativa colonice el territorio y los sectores
económicos”, añade Miró.
Sobre el presupuesto, la idea es partir
los 4,5 millones que costaría arrancar completamente en dos fases, con 1,5
millones de inicio. “Habilitamos la mitad de la nave, y cuando se demuestre que
funciona, el resto”, sintetiza Córdoba. Y hay un tercer fleco, y es que el
traspaso de la nave forma parte del convenio entre el Ayuntamiento y la
Generalitat sobre varios edificios de la ciudad.
Los dos expertos de La Ciutat Invisible
aseguran que en Europa no existe un equipamiento como el que plantean,
íntegramente centrado en la economía social. Ni en Francia o los países
nórdicos, donde las cooperativas tienen mucho más peso. “Coopolis puede ser un
referente para Barcelona, para las universidades que podrían dirigir a los
estudiantes interesados, para servicios de empleo de otras ciudades”,
ambicionan. A escala de barrio, también destacan que la diversidad de usos
prevista para Can Batlló (mixtura de equipamientos y vivienda) y el derribo del
muro servirán para “coser el distrito a nivel económico: ahora Can Batlló y la
Gran Via son una frontera entre Sants, La Bordeta y la Zona Franca”. “Es una
zona donde son necesarias iniciativas que fomenten el empleo y es interesante
que coincida en unos barrios donde la economía social tiene gran tradición”,
zanja el gerente.
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