UNA ALTERNATIVA A LA VIDA EN SOLEDAD
EL PRIMER COHOUSING DE ASTURIAS
Un solo edificio
compartido, 36 viviendas. Una utopía de vida en comunidad que ha empezado a
hacerse realidad con la construcción de Axuntase, un proyecto sostenible y
pionero por su modelo intergeneracional.
Un día cualquiera en el banco. Año 2014. Un joven empleado
ve entrar a un pequeño grupo de mujeres mayores. Buscan financiación para
construir un proyecto de vida en comunidad, con viviendas colaborativas, que
sustituya el individualismo por la solidaridad y el consumismo por el consumo
responsable. Sostenible a nivel medioambiental, con placas fotovoltaicas y
muchos árboles. “Al banquero, te puedes imaginar, le explotó la cabeza”, dice
Nacho Cabal, arquitecto del proyecto. Aquel joven banquero tenía delante al
grupo semilla de la Cooperativa Axuntase, cinco mujeres entre 39 y 66 años con
un proyecto bajo el brazo nunca visto antes en Asturias —y pocas veces en el
resto de España—.
El empleado se repuso del susto y dijo: “Tengo un amigo arquitecto que os puede ayudar, quizá no tenga experiencia con algo así, pero es una persona muy abierta a cosas nuevas”.
Ese amigo era Juan Tomás, socio de Nacho Cabal (Estudio F5), que cuenta esta anécdota para ilustrar el reto que supuso bajar a tierra un proyecto de estas características, lleno de ideales e ilusiones que un grupo de mujeres un día se atrevió a hacer realidad.De aquel día han pasado casi diez años. Por fin, después de
sortear muchos obstáculos dentro de un sistema poco amigo de lo comunitario,
este pasado 25 de febrero se plantó el primer árbol —y no la primera piedra—.
Toda una declaración de intenciones de este proyecto concienciado con la
sostenibilidad ambiental. Ubicado en Caraviés (Llanera), un entorno rural a
medio camino entre Gijón y Oviedo, estará listo para principios de 2025.
La cooperativa se asienta en un terreno de unos 10.000 m2,
con 36 viviendas de uso particular —28 de dos habitaciones y ocho de tres
habitaciones para familias con niños— y unos 1.900 m2 de zonas comunes. También
tendrá un patio abierto al vecindario del pueblo cercano de Lugo de Llanera. Y
es que el concepto de apertura a la comunidad es una constante muy presente en
este proyecto.
María Asunción Rodríguez, presidenta y una de las fundadoras
de Axuntase, cuenta que “aquí se respeta la autonomía personal, pero a la vez
se funda en el apoyo y ayuda mutua de forma comunitaria para mantener un
bienestar físico, psíquico y emocional imprescindibles para una vida plena”. La
cocrianza de los más pequeños también “es un valor importante para nosotros.
Queremos integrar a los diferentes modelos de familias que existen hoy en día”,
añade Asunción.
Hasta ahora, han sumado a muchas personas de diferentes
comunidades, atraídas por la idea. Casi todas las viviendas están adjudicadas,
solo quedan algunas plazas disponibles. Y no por falta de interesados, sino
porque una de las primeras bases de este proyecto es que tenga un relevo
generacional asegurado en el tiempo. Es decir, que el proyecto no muera con sus
primeros habitantes. Por eso, han creado un sistema de cupos por franjas de
edad que deben cumplirse desde el inicio, para que siempre haya un grupo de
jóvenes y niños que garantice la supervivencia a largo plazo de la comunidad.
Por el momento, faltan más jóvenes. Pero en los cupos de mayor edad hay incluso
lista de espera.
Según el arquitecto Nacho Cabal, “la mayoría de ejemplos de
cohousing que conocemos en España son senior. Nosotros estamos haciendo otro en
Bustarviejo, en la sierra de Madrid, que aunque es más pequeñito, con 17
viviendas, también busca un equilibrio entre gente mayor y joven. Pero no llega
al nivel de Axuntase, que ha dividido los grupos por franjas de edad, son
pioneros en eso”.
Isabel Mochales, psicóloga y terapeuta musical, tiene 40
años y es una de las habitantes más jóvenes de esta comunidad. Es asturiana,
pero vivió fuera mucho tiempo. “Cuando tuve a la peque, volví a Asturias y
conocí a Asun. El proyecto me fascinó, me parecía precioso”, recuerda Isabel.
“Yo animaría a la gente joven que se siente muy sola criando a que compartan
proyectos así, porque es maravilloso que tus hijos crezcan en la naturaleza,
acompañados de muchos abuelos, como dice mi hija mayor, con gente que se
compromete, que es responsable con los demás, que cuidan... Es como una escuela
de vida para que nadie esté solo, acompañando hasta el final de su vida a las
personas”, explica Isabel.
Nacho apunta que, de hecho, Asturias es una de las
comunidades más envejecidas de Europa. “Mi abuela por ejemplo está en una residencia
de ancianos, ella decidió irse, pero es un modelo que yo no comparto ni quiero.
Ahí te dicen a qué hora te tienes que levantar, etc. Tiene que existir una
alternativa”.
Una alternativa que Asunción y sus amigas decidieron hacer
realidad. “Queríamos llevar a cabo una vida sostenible, autogestionada y
solidaria”, dice ella, “también queremos revitalizar y contribuir a la
repoblación de la zona en la que vamos a vivir. Dinamizar la economía local y
potenciar el consumo de cercanía. También en torno a nuestro proyecto se
generará empleo estable y de calidad en la zona (cocineros, personal de
mantenimiento, profesionales de los cuidados)”.
Cabal recuerda la importancia de tener un equipo técnico
detrás de este tipo de ideas para no perder el tiempo —y la ilusión— ante las
complicaciones que puedan ir surgiendo. “Nos da mucha rabia cuando llega gente
que quiere lanzarse a un cohousing, pero no puede esperar tanto tiempo, por eso
intentamos ponerlo más fácil”, dice Nacho. Tras esta experiencia, han desarrollado
una cooperativa de trabajo asociado que se llama Coholabora y que fomenta el
cohousing buscando atajos.
“Siete años de trámites para algunas personas puede ser
demasiado tiempo, sobre todo cuando hablamos de gente mayor, por eso nosotros
ya planteamos un terreno y un anteproyecto y buscamos que la gente se vaya
apuntando”. Desde el Estudio F5 de arquitectura aseguran que creen en este tipo
de modelo porque “es una buena alternativa anti-envejecimiento, mezcla
generaciones. La gente decide cómo quiere envejecer y cómo quiere morir”,
concluye Nacho.
Por su parte Isabel considera que si este modelo de
convivencia se replicara con mayor frecuencia, “se podrían evitar muchas
sensaciones de aislamiento de soledad, de abandono de personas mayores, de
madres y padres que se sienten solos... Se volvería a recuperar mucha riqueza
del ser humano que se ha ido perdiendo”. Asegura que lo que más le gusta del
proyecto es que “hay personas preciosas en él que somos de diferentes
generaciones y eso es pura riqueza. Queremos recuperar los cuidados entre
personas y con el medioambiente”.
Desde el punto de vista de Nacho Cabal, la sociedad actual
no está hecha para este tipo de propuestas, “pero sí lo estuvo, cuando vivíamos
en los pueblos. Ahora es fundamental unirse, es lo que busca la economía
social. Así nos enfrentamos a esas personas que lo controlan todo y no piensan
en la comunidad. Es un reto muy complicado pero es la única forma de
enfrentarse al grande”.
Zonas comunes
Las zonas comunes son parte clave del proyecto. Habrá tres
salas polivalentes para hacer actividades deportivas, yoga, etc. Un coworking
“para atraer a gente joven”, un salón con sofás y chimeneas, un salón de actos
abierto a la comunidad del municipio y una enorme cocina que va a dar de comer
a unas 60 personas al día. También “cuatro habitaciones para invitados, huertos
ecológicos y un comedor común porque la comida será comunitaria”, añade
Asunción. Ese es otro punto fundamental del proyecto. Para fomentar la
convivencia, se planteó la idea de comer todos juntos cada día y si alguna vez
no puedes —o no quieres—, te puedes llevar tu comida en un tupper. La compra
colectiva se hará dentro de lo posible en mercados ecológicos y de
proximidad.
Los participantes de esta cooperativa aseguran que a pesar de
la fuerte presencia del concepto de comunidad en un cohousing, no se renuncia a
la privacidad en ningún momento, solo se fomenta la socialización. De todas
formas, en ningún grupo la convivencia es fácil. Así que para evitar conflictos
en el futuro, “llevamos trabajando un tiempo en temas de comunicación y
solución de conflictos con un profesional externo. Hay gente con la que tienes
más afinidad y otras, menos, pero esa es precisamente la riqueza de un grupo”,
remarca Isabel.
En cuanto a la financiación, se basa en el principio de
equidad: “Ponen más dinero los que más tienen y este sistema nos ha permitido
conseguir una hipoteca conjunta a la Cooperativa”, explica Asunción. “Para
ingresar como cooperativista, hay una cuota de capital social obligatorio de
10.000 euros, el resto vamos adaptándolo a la realidad económica de la persona
que se incorpora”.
Desde el estudio de arquitectura matizan un poco más la
cifra aproximada de inversión por vivienda: “Unos 170.000 euros de hipoteca
—explica Nacho—. Tienes que hacer una aportación al capital social, pero
recuperas un porcentaje si te vas”. Además, hay que pagar una cuota mensual de
derecho de uso. “La diferencia con un alquiler”, continúa Nacho, “es que no es
especulativo, aquí todo es transparente, el dinero que te piden es solo para
cubrir los gastos y todo se decide en asamblea, todo el mundo tiene el mismo
valor de voto, haya pagado más o menos dinero”.
Pero además, “hasta que empecemos a vivir allí y sea
efectiva la hipoteca”, comenta la fundadora, “vamos a lanzar una campaña de
mecenazgo comunitario. El mecenas nos presta el dinero a un 2% anual que se
devolverá al finalizar el plazo que en principio será de dos años, pero
prorrogables y las participaciones van desde 3.000 a 99.000 euros”. Apunta que quien
quiera más información puede encontrarla en la página web y en las
redes sociales de Axuntase.
Por último, han llevado a cabo una propuesta sostenible de
generación y gestión de energía renovable en el concejo asturiano de Llanera.
“Hemos participado en la creación de la primera Comunidad Energética en
Asturias, Xúntate Llanera. Un
proyecto que permitirá reducir la dependencia de los mercados eléctricos y por
lo tanto, la factura de la luz a los habitantes de Llanera, al mismo tiempo que
cuidamos del medio ambiente”, asegura Asunción.
Y es que otro objetivo de Axuntase es que el propio edificio
estuviese comprometido con el medio ambiente, reduciendo al máximo el consumo
energético. Para ello, los arquitectos diseñaron una galería climática en las
viviendas que funciona como un invernadero, acumula calor en invierno y en
verano, se abre y genera una corriente de aire frío para evitar la necesidad de
aire acondicionado. “Lo hemos aislado muy bien”, comenta Nacho, “y hemos
buscado formas pasivas de calentarlo, sin tener que encender una calefacción
que es donde más se gasta. Todas las viviendas dan al sur y todo el edificio va
a estar dotado de placas solares”.
Para Isabel, la comparación entre un piso normal y cohabitar
“no tiene absolutamente nada que ver, no acabo de entender la manera de vivir
que tenemos en un piso cada uno en un sistema tan cerrado”, reflexiona Isabel.
“Compartir de forma grupal los cuidados, no necesariamente con tu familia sino
con un grupo humano, me parece una mirada hacia el mundo y hacia la naturaleza
más natural y más bonita, así es como lo siento yo”, asegura.
Desde Axuntase consideran que su proyecto es muy poliédrico
y rico, pero fácilmente replicable. “Toda esta experiencia y conocimiento vamos
a ponerlo a disposición de las personas interesadas para que pueda haber muchos
más cohousing y ayudar a que las personas tengamos un modo de vida que nos haga
un poco más felices”, concluye Asunción.
OTROS PROYECTOS:
https://www.elsaltodiario.com/vivienda-colaborativa/entrepatios-asi-se-vive-casas-cesion-uso
https://www.elsaltodiario.com/vejez/cohousing-senior-un-envejecimiento-hiperactivo
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