MERCADOS SOCIALES EN CONSTRUCCIÓN
La creación de
mercados sociales es un objetivo estratégico de los movimientos de economía
solidaria del Estado español desde hace más de diez años. Y se entiende por
qué.
Disponer, cada nación o comunidad del Estado, de un mercado
social significaría, primero, pasar de ser un conjunto de empresas
inarticuladas a convertirse realmente en una economía, un sistema económico,
aunque fuera de momento a pequeña escala. Por otro lado, demostraría que existen
alternativas al capitalismo ya que estos mercados serían un excelente
escaparate, visible y vivible, de la alternativa que plantea la economía social y solidaria (ESS). Asimismo, los mercados
sociales serían parte del embrión de este nuevo sistema económico alternativo.
También mejorarían la viabilidad de las entidades de ESS, lo que las haría menos vulnerables a las crisis y a la presión por asimilarse a las empresas de capital. Por último, contribuirían a crear personas nuevas, nuevos sujetos críticos y transformadores como resultado de vivir experiencias significativas en calidad de productoras, consumidoras y gestoras, lo que las impregnaría de los valores de la ESS y les dotaría de mayor autonomía con respecto al capitalismo.
Un mercado
social vendría a ser un sistema estructurado internamente por
relaciones de intercambio, cooperación y solidaridad. Podríamos definirlo como
una red estable de transacciones entre entidades de economía social y solidaria
(y también de otras próximas a esta), consumidores responsables y
ahorradores-inversores éticos, de forma que todas las personas participantes
cubrieran la mayoría de sus necesidades con bienes de esta red, junto con
bienes comunes y bienes públicos. Por transacciones debemos entender bienes
(productos y servicios), pero también valores, informaciones y conocimientos;
además, dichas transacciones comerciales podrían efectuarse mediante la moneda
oficial o también por medio de monedas sociales, de trueque o con una
combinación de las mismas.
En nuestra opinión, aún no existen propiamente mercados
sociales en el Estado español, al menos según los términos de aquella
definición, muy ambiciosa. Las valiosas experiencias existentes hasta hoy
serían, en todo caso, protomercados, mercados en construcción, ya que se
encuentran lejos de configurar circuitos amplios de productos y servicios de la
ESS que puedan satisfacer la mayoría de las necesidades de los participantes,
los cuales, además, representan una exigua minoría de la población.
Las claves para crear mercados sociales son, por un lado,
que la ESS crezca y se diversifique, y por el otro, que las personas y
entidades del ámbito apliquen de manera sistemática la intercooperación
integral, es decir, que consuman sistemáticamente productos y servicios de
entidades de la ESS, trabajen produciendo prioritariamente lo que estas
personas y entidades necesitan, y depositen sus ahorros en entidades de
finanzas éticas que financien la constitución de nuevas entidades y la
consolidación de las existentes, tanto en sectores estratégicos donde esta
todavía no se halla presente o lo está muy poco, como en actividades
intermedias que permitan cerrar cadenas de valor de ESS.
El crecimiento, la diversificación y la intercooperación
integral desembocarían en la conformación de una masa crítica de oferta de
bienes y servicios de ESS lo suficientemente amplia, valiosa, asequible
económicamente y accesible territorialmente como para cubrir, junto con bienes
públicos y comunes, la mayoría de necesidades de una población significativa,
la cual desconectaría en gran medida del mercado capitalista.
Un mercado que son tres
La creación del mercado social comporta crear, de hecho, no
uno sino tres mercados complementarios entre sí: un mercado de bienes y
servicios, un mercado financiero y un mercado de trabajo.
Por lo que respecta al mercado de bienes y servicios,
podríamos decir que el valor de cualquier mercado se mide sobre todo por la
cantidad, la calidad, la variedad y el precio de los productos que se venden en
el mismo. Por consiguiente, todas las actuaciones dirigidas a mejorar la oferta
de la ESS y también, por supuesto, su comercialización, contribuirán a aumentar
la viabilidad de un mercado social.
Por mercado financiero entendemos el conjunto de agentes e
instrumentos que favorecen la circulación de dinero por el ciclo del mercado, y
que canalizan, por lo tanto, el ahorro individual y colectivo hacia la inversión
productiva o el consumo. Todas las inversiones que hasta hoy han llevado a cabo
las finanzas éticas en iniciativas de ESS ayudan genéricamente a construir
mercado social. Sin embargo, también es cierto que, si se dispusiera de una
estrategia compartida por el conjunto del movimiento (entidades de finanzas
éticas incluidas) para desarrollar la ESS, y por tanto también los mercados
sociales, podrían priorizarse unas líneas de inversión con respecto a otras e,
incluso, ajustar más los productos financieros a las necesidades de
construcción de los mercados sociales.
Junto al mercado financiero estricto, no podemos olvidar la
importancia de dotarse, cuando se den las condiciones, de una moneda de ESS
propia del mercado social, que ayude a multiplicar los intercambios dentro de
esta y a evitar que la capacidad de compra termine fugándose hacia el mercado
capitalista.
Finalmente, es preciso crear también un mercado de trabajo
de la ESS. Para ello necesitamos programas educativos en ESS, bolsas de trabajo
propias de este ámbito, así como aumentar su capacidad de atracción laboral, lo
que guarda relación con lograr que las condiciones globales de trabajo en la
ESS sean mejores que en las empresas de capital.
Partiendo de la base de que un mercado debe tener un carácter
descentralizado y distribuido, los mercados sociales necesitarán unos
mecanismos reguladores claros, decididos democráticamente y gestionados por
unos órganos de gobierno que apliquen una estrategia para su crecimiento,
intervengan tanto en la defensa y el arbitraje de las tensiones que puedan
derivarse, como en la promoción y escalamiento de proyectos clave, y que
reduzcan las desigualdades que el mercado social provocará.
Tengamos presente que uno de los principales inconvenientes
de cualquier mercado como mediador de la actividad económica es que tiende a
generar asimetrías de poder y de riqueza. Para atenuar estas desigualdades y
evitar que arroje grandes ganadores y grandes perdedores, los mercados sociales
requerirán de unos mecanismos de regulación y de redistribución.
Es por ello también por lo que, a nuestro juicio, el
objetivo estratégico de construir mercados sociales debe complementarse con
otro objetivo opuesto en apariencia: crear bienes comunes de ESS y desarrollar
bienes públicos de acuerdo con los valores de la ESS a fin de sacar del
mercado, incluso del social, aquellos bienes que son esenciales para la vida.
Estos no los debe asignar ningún mercado, sino que deben estar garantizados
para todo el mundo, sea como bienes públicos o como bienes comunes.
Todas estas reflexiones, más desarrolladas, se encuentran en la Guía del Mercado Social (1). En ella, encontraremos los elementos conceptuales básicos del mercado social; un esquema metodológico que integra la producción de bienes y servicios, las finanzas y el trabajo; una propuesta de principios y de gobernanza del mercado social; una batería de prioridades para fortalecer los diferentes elementos del mismo (producción, comercialización, consumo responsable…), y 29 casos inspiradores. Aunque la Guía se dirige a desarrollar el mercado social en Cataluña, puede aplicarse perfectamente a cualquier otro territorio.
(1) Texto adaptado de la Guía del Mercado Social para la Diputación de Barcelona.
https://www.elsaltodiario.com/mecambio/mercados-sociales-en-construccion
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