De quién son y a quién se deben
El
70% de la oferta comunicativa global está en manos de solo seis
grandes grupos mediáticos. El 80% de las audiencias de televisión y
radio en el país dependen de cuatro consejos de administración. En
Cataluña, la propiedad de los medios ha sido relativamente más
plural y diversa. La banca tiene un peso notable en el accionariado y
el gobierno de los grandes grupos de todo el país.
Los
grandes medios de comunicación sufren un proceso de concentraciones
y fusiones,
fruto de una crisis que ha provocado pérdidas millonarias. El origen
de la crisis es triple: la disminución de ingresos por publicidad,
el bajón de la prensa en papel y la pérdida de credibilidad ante la
ciudadanía. Los grandes grupos mediáticos dependen cada vez más de
la publicidad institucional –poder político– y de la
financiación directa o indirecta de la banca –poder económico–
para mantenerse vivos. No obstante, los proyectos periodísticos
independientes todavía no han conseguido superar en cifras de
lectores o subscriptores a las grandes cabeceras tradicionales que
dominan el mercado desde hace cuarenta años. En el caso de Cataluña,
los grandes medios que se pueden consumir están en pocas manos y,
sobre todo, destaca el poder de cuatro grandes grupos: Prisa, Godó,
Prensa Ibérica y Mediapro, una de las productoras audiovisuales de
más volumen de Europa.
La
mayoría de grandes medios han vuelto a los números verdes gracias,
sobre todo, a la financiación –o condonación de créditos, como
en el reciente caso de El
Periódico de
Catalunya–
por parte de la banca –privada, pero también de los institutos
públicos de crédito, como el Instituto Catalán de Finanzas. La
crisis a partir del año 2008 dejó tocado el sistema de medios de
comunicación en todo el Estado. Decenas de empresas tuvieron que
cerrar o fusionarse y miles de periodistas fueron despedidos. Los
ejemplos más destacados son la instauración de un oligopolio
televisivo básicamente en manos de dos grandes empresas privadas
–Atresmedia y Mediaset–, la desaparición del Grupo Zeta como
referente de la prensa en Cataluña, la conflictiva fusión de los
dos periódicos históricos del catalanismo –El
Punt y Avui–,
el cierre de la mayoría de periódicos gratuitos y, finalmente, la
desaparición de buena parte de las televisiones, radios y revistas
locales. A pesar de la explosión de nuevo medios digitales, con
docenas de pequeños proyectos, la gran tendencia es otra: la
concentración de la propiedad en pocas manos. Una veintena de
grandes conglomerados de comunicación mundiales controlan buena
parte de la información y la opinión publicada en el mundo.
Los grandes
conglomerados mediáticos del planeta están,
según se ve en una tendencia que ya empezó en los noventa,
concentrados cada vez más en pocas manos. Los seis grandes
conglomerados transnacionales –aunque todos tienen sede en Estados
Unidos– son Time Warner, Disney, NewsCorp (recientemente fusionada
con 21st Century Fox), NBC Universal, Viacom y CBS (estas dos últimas
se podrían volver a fusionar pronto). Un informe de Reporteros sin
Fronteras denunciaba que, si en los ochenta había cincuenta grandes
empresas en los Estados Unidos que controlaban el 90% del sector, en
la actualidad esta cantidad se había reducido a seis.
Los
seis supergigantes de la comunicación controlan el 70% del negocio
en todo el planeta y son propietarios de unos 1.500 periódicos,
1.100 revistas, 2.400 editoriales, 9.000 emisoras de radio y 1.500
cadenas de televisión. “Ellos son los que deciden qué tenemos que
ver en la televisión, cuál es la agenda y qué tema es más noticia
que el resto”, denuncia Jesús González Pazos en el libro Medios
de comunicación: ¿al servicio de quién?
Uno de los grandes magnates de la comunicación global es Rupert
Murdoch, el dueño de NewsCorp, que extiende su negocio desde
Australia (Herald
Sun, The
Australian)
hasta los Estados Unidos (Fox News, Wall
Street Journal o New
York Post)
pasando por el Reino Unido (BSkyB, Sun, Times).
En Europa,
según la misma investigación elaborada por González Pazos, los
grandes grupos multimedia son hoy el alemán Bertelsmann, la
británica BBC, los franceses Vivendi y Lagardère, el italiano
MediaSet (fundado por Silvio Berlusconi) o el español Prisa. Y
en América
Latina,
destacan cuatro grandes conglomerados más: Televisa en México,
Globo en el Brasil, Clarín en Argentina y el Grupo Cisneros en
Venezuela, además de los intereses de empresas españolas de
comunicación como Prisa.
En
la era de la revolución tecnológica, también han entrado en el
mercado mediático, sobre todo el audiovisual, los gigantes de
Internet como Google –que compró el principal canal de videos del
mundo, Youtube, por 1.300 millones de dólares en 2006–, Facebook
–que ha adquirido Whatsapp e Instagram–, Apple –que ha hecho
una enorme apuesta por la televisión en línea a la carta para
competir con Netflix y HBO–, Amazon –y su apuesta por Amazon
Prime Videos–, Yahoo! o Microsoft.
Salvar
a los medios de comunicación,
de Julia Cage, es la obra de referencia de los últimos años sobre
la crisis de los medios. Cage todavía señala una tendencia más
reciente: “Hay un auge de la compra de medios de comunicación
históricos por parte de multimillonarios −a menudo del ámbito de
los nuevos ricos globales del mundo tecnológico o del sector
financiero”. Destacan los casos de Jeff Bezos, fundador de Amazon,
que compró en 2013 el Washington
Post,
por 250 millones de dólares; el de John Henry, inversor y
propietario del equipo de béisbol Red Sox, que adquirió el Boston
Globe por
70 millones de dólares; o el de Warren Buffet, que a través de
su holding Berkshire
Hathaway, ha multiplicado las adquisiciones en los últimos años
−solo en 2012, compró 63 periódicos del grupo Media General.
Paradójicamente
o no, también se están produciendo inversiones de millonarios para
impulsar nuevos medios de comunicación críticos con el poder
político. El fundador de eBay, Pierre Omidyar, ha invertido casi 250
millones de dólares en la creación de First Look Media, una
operación híbrida que combina una redacción sin ánimo de lucro y
una empresa de tecnología con ánimo de lucro, y que cuenta con
periodistas como Glenn Greenwald, conocido por haber publicado el
caso Snowden, y el medio de periodismo de investigación The
Intercept.
Una de las grandes fortunas francesas, Xavier Niel, es coaccionista
de Le
Monde y Le
Nouvel Observateur y
también ha invertido en el medio independiente de izquierdas
Mediapart.
En el Estado español, el caso más similar sería el de Jaume
Roures, uno de los fundadores de Mediapro, que a título personal ha
invertido, primero en el periódico en papel Público y,
después de su desaparición, es uno de los inversores del
digital Público.
El
sector mediático español, también muy concentrado
Un informe del
Center for Media Pluralism and Media Freedom, realizado en 2016,
revela que un altísimo porcentaje de las audiencias de radio y
televisión en el Estado español dependían de un número reducido
de grandes grupos mediáticos. En el ámbito televisivo, los dos
grandes conglomerados privados –Mediaset y Atresmedia–
seleccionan lo que ve el 58% de la audiencia y, además, se llevan el
89% de los ingresos por publicidad de la televisión en formato
abierto. Recordemos que el momento clave para los medios privados en
España fue el permiso concedido por el gobierno del PSOE a tres
nuevos canales de televisión privada en los noventa: Antena 3 (ahora
en la órbita de Planeta y, anteriormente, controlada por la
exempresa pública Telefónica), Tele 5 (vinculada con el
empresariado italiano), y Canal Plus (un canal de pago inicialmente
con apoyo francés y del Grupo Prisa).
En
el caso de la radio, el informe denuncia que son el grupo Prisa
(Cadena SER), la Iglesia católica (COPE), Planeta (Onda Cero) y el
grupo Godó (RAC1) quienes deciden lo que escucha el 80% de la
audiencia total de la radio española, y controlan el 97% del
mercado.
Sin
embargo, podemos decir que son tres los grandes grupos mediáticos
privados españoles que por volumen de negocio, por su influencia
política y por la audiencia de sus medios, están devorando buena
parte del pastel en todo el país.
Grupo
Prisa
Las
joyas de la corona del grupo mediático español más potente son el
periódico El
País,
el deportivo As y
la Cadena SER. Tiene centenares de empresas comunicativas y
editoriales −como Santillana−, y actualmente mantiene presencia
en 23 países, sobre todo en Latinoamérica. Sin embargo, la
viabilidad económica de Prisa se vio comprometida después de la
entrada fallida al mundo de la televisión y, posteriormente, con la
llamada guerra del fútbol contra Mediapro por el control de los
derechos televisivos de los partidos de fútbol. La familia Polanco
había sido la propietaria del periódico El
País (había
llegado a poseer el 70% de las acciones), pero con el paso de los
años ha visto como su participación en la empresa iba reduciéndose.
Actualmente, el poder en Prisa se encuentra dividido entre las
inversiones de fondos de inversión internacionales como Ambar
Capital −incluso, hace unos cuantos años entró un fondo de
Qatar−, Telefónica o bancos como el HSBC y el Santander. En los
últimos tres años, el grupo editor de El
País ha
perdido más de 430 millones de euros.
Grupo
Vocento
A
pesar de nacer oficialmente en 2001, el Grupo Vocento es fruto de la
fusión de varios medios con una larga historia detrás. El grupo
Prensa Española, vinculado a la familia Luca de Tena, monárquica y
conservadora, tiene su origen en la fundación del periódico ABC a
principios del siglo XX, mientras que el grupo Correo, vinculado a la
familia Ybarra, buque insignia de la burguesía vasca, ya hizo sus
primeros pasos en el País Vasco antes de los años treinta. Vocento
controla actualmente una docena de periódicos regionales en todo el
país y, además, distribuye las emisiones españolas de los canales
de televisión Disney Channel y Paramount Channel, aparte de varios
canales de televisión local. En total, Vocento tiene más de cien
empresas dedicadas al mundo de la comunicación.
Grupo
Planeta
Planeta
es la décima empresa editorial del mundo y en la última década se
ha convertido también en un imperio mediático gracias, sobre todo,
al control de Atresmedia, una de las dos patas del duopolio
televisivo español. El grupo, nacido en 1949 en Barcelona, se ha
convertido en un gigante global que factura unos 3.000 millones de
euros anuales y reúne un centenar de empresas. En el ámbito de los
medios, es el accionista de referencia de Atresmedia, que incluye los
canales de televisión Antena 3, La Sexta, Neox, Nova, Mega y
Atreseries; las emisoras de radio Onda Cero, Europa FM; tiene el
periódico La
Razón y
las revistas de Prisma Publicaciones, como Interiores y Objetivo
Bienestar.
Además, tiene una rama de cine, con la productora Atresmediacine y
la distribuidora DeaPlaneta. Incluso, durante años, y a pesar del
posicionamiento de la familia Lara (propietaria del grupo) en contra
de la independencia, fue accionista principal del diario Avui,
hasta que lo vendió al Grupo Hermes, propietario del periódico El
Punt.
El
actual sistema de medios de comunicación en Cataluña, surgido
durante la Transición y en el marco de una Generalitat autonómica,
está en crisis. Después de tres décadas de crecimiento y
estabilidad, la crisis socioeconómica y nacional ha afectado de
lleno al establishment de los medios. El bipartidismo
mediático-constitucional liderado por La
Vanguardia (Grupo
Godó) y El
Periódico de Catalunya (antes
Grupo Zeta, ahora Prensa Ibérica) y la alternativa de medios con una
línea editorial más sensible al independentismo como El
Punt Avui y Ara
tienen problemas
financieros para expandirse ante
los retos globales, del crecimiento del castellano en Internet y para
frenar la caída de lectores de la prensa en papel. El sistema de
comunicación propio catalán, diferenciado del resto del Estado,
arrasó con los medios existentes durante la dictadura con la
excepción de La
Vanguardia,
periódico que pertenece a la misma familia desde su fundación a
finales del siglo XIX.
La
mayoría de actores mediáticos privados y públicos actuales
relevantes aparecen en Cataluña al final de los años setenta o
principio de los ochenta: en prensa, El
País y
su importante edición catalana, El
Periódico, Avui, El
Punt;
en radio, Catalunya Ràdio; y en televisión, TV3. El profesor de
Políticas de Comunicación y experto en los años de los gobiernos
de Pujol, Josep Àngel Guimerà, cree que la antigua Convergència i
Unió ayudó entre 1980 y 2003 al crecimiento de medios con sintonía
ideológica catalanista y conservadora: “Todos los gobiernos
catalanes han creído que tenían una cierta legitimidad para influir
sobre los medios públicos. Pujol lo dice en sus memorias: ‘Siempre
he nombrado al director de TV3 para que sea nacionalista.’” A su
vez, durante los años ochenta y noventa se impone también en
Cataluña un ecosistema comunicativo en castellano gracias a la
inversión pública estatal (Televisión Española y Radio Nacional
de España) o inversiones privadas tanto en prensa (El
País o El
Mundo,
sobre todo) como en radio (la SER, la COPE, Onda Cero) y televisión
(Antena 3, Tele5 y Canal Plus).
Cinco
grupos mediáticos se reparten casi el 60% de los 31 millones de
euros que la Generalitat destina a publicidad institucional y,
además, se llevan una buena parte de las subvenciones del gobierno
catalán para publicar en lengua catalana: el Grupo Godó (líder en
audiencia a través de La
Vanguardia en
papel y RAC1 en radio), El
Periódico de Catalunya,
el Grupo Hermes (editor de El
Punt Avui,
controlado por un empresario gerundense que fue senador por CiU),
Edición de Prensa Periódica Ara SL, que publica el
periódico Ara (propiedad
de varios accionistas, entre los cuales destaca actualmente Ferran
Rodés, vicepresidente de Havas Media y consejero delegado de
Acciona) y, además, las emisoras públicas TV3 y Catalunya Ràdio.
Existe
una historia que ilustra cómo pueden llegar a ejercer presión sobre
el periodismo los accionistas o las grandes empresas anunciantes en
los medios. A principios de 2015, el director del Daily
Telegraph,
Peter Osborne, dimitió para protestar ante la nula cobertura del
escándalo Swissleaks en su periódico porque, según denunció él
mismo, “no se quería irritar al banco HSBC”, uno de sus
principales anunciantes.
En
España, el papel de la banca en los medios de comunicación no es
anecdótico. El periodista Pere Rusiñol, autor de la introducción
del libro Papel
mojado sobre
la relación entre banca y medios, explica en un artículo en
Media.cat que “los bancos siempre han sido importantes para los
medios, pero con la crisis se ha hecho un salto cualitativo: han
pasado a ser sus dueños”. El Grupo Prisa pasó de tener deudas con
la banca a intercambiarlas por acciones que acabaron en manos de
CaixaBank –actualmente con un peso irrelevante después de una
ampliación de capital–, el HSBC y el Banco Santander; Unidad
Editorial, propietaria de El
Mundo,
es del conglomerado italiano RCS, “con un peso creciente de la
banca italiana”; Vocento “estaba tan en la órbita del Banco
Santander que llegó a tener un presidente –Rodrigo Echenique–
compaginando el cargo con la vicepresidencia del Banco Santander y
las responsabilidades de albacea de Emilio Botín”; el Grupo Godó
“se ha fusionado, en la práctica, con CaixaBank –con el conde de
Godó en el consejo del banco y, antes, como vicepresidente de La
Caixa–”; y el diario catalán Ara tiene
como accionista de referencia a la familia Rodés, “con una
vinculación histórica con La Caixa que es como si fuera de la
casa”. Incluso el fondo de inversión inmobiliario BlackRock, en el
punto de mira de los movimientos por el derecho a la vivienda, tiene
inversiones en medios de comunicación: un 4,8% de acciones de
Mediaset, propietaria de las cadenas Tele5 y Cuatro.
Periodista. Socio fundador de
"Crític".
Este
artículo es una coproducción de Crític y
Opcions.
No hay comentarios:
Publicar un comentario