Si
la escuela educa, el sistema deseduca. Salimos de unas navidades
marcadas, a pesar de la crisis, por los impresionantes atascos en las
entradas a los centros comerciales. Frente a esto existen muchas
familias en paro o el Gallinero de la Cañada Real Galiana, ese
Cuarto Mundo que nadie quiere ver de chabolas, miseria, barro y niños
de grandes ojos que sobreviven en la gran ciudad.
Decía Pasolini hace cuarenta años a propósito de la navidad que “para el nuevo capitalismo es indiferente que se crea en Dios, en la Patria o en la Familia. Ha creado su propio mito autónomo: el consumidor que se siente feliz de serlo”. El sistema económico dominante no busca cubrir las necesidades de la humanidad, sino el máximo beneficio empresarial. La producción y el consumo masivo crean necesidades ficticias con consecuencias negativas.
Las respuestas deben ser radicales: cambio de modelo socioeconómico y cambio de vida. Se necesitan soluciones globales o aumentarán la injusticia y la crisis medioambiental. Un concepto nuevo como decrecimiento tendrá que valorarse.
Hay que apostar por la
reorganización de la sociedad, por la racional utilización de los
recursos frente a la concentración de la propiedad, el trabajo
alienante y el consumo desaforado. Por un nuevo orden de valores que
refuerce la solidaridad y la ayuda mutua, que socialice la cultura.
Es la opción por una vida más austera y más sencilla en lo
económico, pero con más calidad en la salud, en lo social y en lo
humano.Decía Pasolini hace cuarenta años a propósito de la navidad que “para el nuevo capitalismo es indiferente que se crea en Dios, en la Patria o en la Familia. Ha creado su propio mito autónomo: el consumidor que se siente feliz de serlo”. El sistema económico dominante no busca cubrir las necesidades de la humanidad, sino el máximo beneficio empresarial. La producción y el consumo masivo crean necesidades ficticias con consecuencias negativas.
Las respuestas deben ser radicales: cambio de modelo socioeconómico y cambio de vida. Se necesitan soluciones globales o aumentarán la injusticia y la crisis medioambiental. Un concepto nuevo como decrecimiento tendrá que valorarse.
Pero ¿y las actitudes personales? La insatisfacción es directamente proporcional al nivel de frustración de expectativas de consumo. Sobre ello hay que actuar proponiendo otros modelos a la juventud para que entienda que, muchas veces, lo mejor de la vida suele ser gratuito. Que, cubierto lo básico, lo más inteligente que podemos hacer los seres humanos en estos momentos históricos es vivir (mejor y todos) con menos, quedándonos con lo esencial: la libertad, la naturaleza, la amistad, la cultura…
Ser frente a tener. Parece utópico, pero estoy convencido de que es lo más racional y el camino para intentar frenar la destrucción del planeta y evitar la infelicidad de las personas.
Agustín
Moreno
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