La
guerra permanente contra los entes biológicos que han construido,
regulan y mantienen la vida en nuestro Planeta es el síntoma más
grave de una civilización alienada de la realidad que camina hacia
su autodestrucción.
Las dos obras fundacionales que constituyen la base teórico-filosófica del pensamiento occidental contemporáneo, de la concepción de la realidad, de la sociedad, de la vida, y que han sido determinantes en las relaciones de los seres humanos entre sí y con la Naturaleza son “La riqueza de las naciones” de Adam Smith y “Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural o el mantenimiento de las razas favorecidas en la lucha por la existencia” de Charles Darwin.
Las dos obras fundacionales que constituyen la base teórico-filosófica del pensamiento occidental contemporáneo, de la concepción de la realidad, de la sociedad, de la vida, y que han sido determinantes en las relaciones de los seres humanos entre sí y con la Naturaleza son “La riqueza de las naciones” de Adam Smith y “Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural o el mantenimiento de las razas favorecidas en la lucha por la existencia” de Charles Darwin.
La
concepción de la naturaleza y la sociedad como un campo de batalla
en el que dos fuerzas abstractas, la selección natural y la mano
invisible del mercado rigen los destinos de los competidores, ha
conducido a una degradación de las relaciones humanas y de los
hombres con la naturaleza sin precedentes en nuestra historia que
está poniendo a la humanidad al borde del precipicio.
El
creciente abismo entre los países víctimas de la colonización
europea y los países colonizadores, las decenas de guerras
permanentes, siempre originadas por oscuros intereses económicos, la
destrucción imparable de ecosistemas marinos y terrestres… sólo
pueden conducir a la Humanidad a un callejón sin salida.
La gran industria farmacéutica se puede considerar, dentro de este proceso destructivo, un claro exponente de la aplicación de estos principios y de sus funestas consecuencias. La concepción del organismo humano y de la salud como un campo para el mercado, como un objeto de negocio, unida a la visión reduccionista y competitiva de los fenómenos naturales ha conducido a una distorsión de la función que, supuestamente, le corresponde, que puede llegar a constituir un factor más a añadir a los desencadenantes de la catástrofe.
La gran industria farmacéutica se puede considerar, dentro de este proceso destructivo, un claro exponente de la aplicación de estos principios y de sus funestas consecuencias. La concepción del organismo humano y de la salud como un campo para el mercado, como un objeto de negocio, unida a la visión reduccionista y competitiva de los fenómenos naturales ha conducido a una distorsión de la función que, supuestamente, le corresponde, que puede llegar a constituir un factor más a añadir a los desencadenantes de la catástrofe.
Un
ejemplo dramáticamente ilustrativo de los peligros de esta
concepción es el alarmante aumento de la resistencia bacteriana a
los antibióticos, que puede llegar a convertirse en una grave
amenaza para la población mundial, al dejarla inerme ante las
infecciones (Alekshun M. N. y Levy S. B. 2007). El origen de este
problema se encuentra en los dos conceptos mencionados anteriormente,
que se traducen en el uso abusivo de antibióticos ante el menor
síntoma de infección, su utilización masiva para actividades
comerciales como el engorde de ganado, y su comercialización con
evidente ánimo de lucro, pero, sobre todo, de la consideración de
las bacterias como patógenos, “competidores” que hay que
eliminar.
La concepción de la naturaleza basada en el modelo económico y social del azar como fuente de variación (oportunidades) y la competencia como motor de cambio (progreso) impone la necesidad de "competidores" ya sean imaginarios o creados previamente por nosotros y está dañando gravemente el equilibrio natural que conecta todos los seres vivos. Pero la Naturaleza tiene sus propias reglas en las que todo, hasta el menor microorganismo y la última molécula, están involucrados en el mantenimiento y regulación de la vida sobre la Tierra y tiene una gran capacidad de recuperación ante las peores catástrofes ambientales.
La concepción de la naturaleza basada en el modelo económico y social del azar como fuente de variación (oportunidades) y la competencia como motor de cambio (progreso) impone la necesidad de "competidores" ya sean imaginarios o creados previamente por nosotros y está dañando gravemente el equilibrio natural que conecta todos los seres vivos. Pero la Naturaleza tiene sus propias reglas en las que todo, hasta el menor microorganismo y la última molécula, están involucrados en el mantenimiento y regulación de la vida sobre la Tierra y tiene una gran capacidad de recuperación ante las peores catástrofes ambientales.
El
ataque permanente a los elementos fundamentales en esta regulación,
la agresión a la “red de la vida”, puede tener unas
consecuencias que, para nuestra desgracia, sólo podremos comprobar
cuando la Naturaleza recobre el equilibrio.
Máximo
Sandín - Somos
bacterias y virus
Extraído de: 'La guerra contra bacterias y virus: Una lucha autodestructiva'
Extraído de: 'La guerra contra bacterias y virus: Una lucha autodestructiva'
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