LOS TORRES YA NO
TIENEN RECIBO DE LA LUZ
Una familia de Málaga se desengancha de la red y se auto abastece de paneles solares. Hace casi un año que el sol es la única fuente de electricidad en el hogar de un ingeniero convencido de que otro modelo energético es posible.
Miguel Torres no tiene pinta de
revolucionario ni de 'hippy'. Más bien parece un profesor universitario con sus
canas, sus modales pausados y el tono didáctico que imprime a su discurso. Su
casa, un chalé adosado de la urbanización Balcón de Olletas, no tiene nada
fuera de lo común.
Aparentemente. Porque el hogar que este ingeniero técnico industrial comparte con su mujer y sus dos hijos se ha convertido en uno de los primeros ejemplos de disidencia energética en Málaga. No es que haya hecho nada ilegal: es simplemente que se ha desenganchado de la red de suministro eléctrico, tras volverse autosuficiente gracias a una instalación fotovoltaica montada en su azotea.
Torres, que lleva más de veinte años trabajando en el sector de la construcción y la eficiencia energética, no conoce otro ejemplo como el suyo en la ciudad.
Aparentemente. Porque el hogar que este ingeniero técnico industrial comparte con su mujer y sus dos hijos se ha convertido en uno de los primeros ejemplos de disidencia energética en Málaga. No es que haya hecho nada ilegal: es simplemente que se ha desenganchado de la red de suministro eléctrico, tras volverse autosuficiente gracias a una instalación fotovoltaica montada en su azotea.
Torres, que lleva más de veinte años trabajando en el sector de la construcción y la eficiencia energética, no conoce otro ejemplo como el suyo en la ciudad.
«Casas totalmente
autosuficientes sólo hay en zonas rurales. Yo mismo he instalado un sistema de
autoconsumo eléctrico en una venta de Málaga capital, pero conectado a la red»,
indica.
¿Por qué se decidió entonces a
convertir su casa en una isla energética? «En parte fue una forma de rebelarme»,
reconoce. ¿Rebeldía contra qué? Contra los planes del Gobierno de instaurar el
llamado 'peaje de respaldo', que obligará a los usuarios que tengan un sistema
de autoconsumo conectado a la red a pagar por la energía que ellos mismos
generan. La justificación para esta tasa es que esos usuarios utilizan la red
eléctrica como fuente de respaldo cuando no hace sol, por lo que también deben
hacer frente al coste de esta infraestructura.
Pero hay todo un movimiento ciudadano en contra del bautizado como 'impuesto al sol', que antes de ser aprobado ya ha tenido un claro efecto: la paralización del incipiente desarrollo de los sistemas de autoconsumo eléctrico.
Pero hay todo un movimiento ciudadano en contra del bautizado como 'impuesto al sol', que antes de ser aprobado ya ha tenido un claro efecto: la paralización del incipiente desarrollo de los sistemas de autoconsumo eléctrico.
«Es una clara
maniobra para proteger los intereses de las grandes eléctricas y evitar que los
consumidores nos convirtamos en agentes activos del sistema energético», opina
Torres, que forma parte de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético.
El otro motivo que llevó a este
padre de familia a querer dar este insólito paso fue querer «dar ejemplo», ya
que recientemente ha montado su propia empresa, Atepo, dedicada a prestar
asesoramiento a empresas y particulares sobre proyectos de eficiencia
energética y energías renovables. «Si yo mismo no pongo en práctica lo que
quiero vender, ¿qué credibilidad tengo?», plantea.
Con esta mezcla de motivaciones personales y profesionales, Miguel Torres se embarcó el verano pasado en el proyecto de hacer autosuficiente su hogar en términos energéticos. Para ello instaló en su azotea un sistema compuesto por paneles fotovoltaicos con 4,2 kilovatios de potencia pico, una batería y un conversor de potencia, entre otros componentes. Paneles térmicos para calentar el agua ya tenía.
Con esta mezcla de motivaciones personales y profesionales, Miguel Torres se embarcó el verano pasado en el proyecto de hacer autosuficiente su hogar en términos energéticos. Para ello instaló en su azotea un sistema compuesto por paneles fotovoltaicos con 4,2 kilovatios de potencia pico, una batería y un conversor de potencia, entre otros componentes. Paneles térmicos para calentar el agua ya tenía.
«Conseguí una
subvención del Plan de Apoyo a la Construcción Sostenible que me cubrió el 80%
del presupuesto, que era de unos 20.000 euros. Aunque en realidad la ayuda
acaba siendo menor porque hay que declararla en la Renta», apunta.
El ingeniero tiene calculado que
amortizará la inversión en cuatro años, puesto que pagaba unos 100 euros mensuales
de luz. «Sin la subvención estaríamos hablando de otra cosa: más de quince
años. Sería para pensárselo», reconoce.
Desde el mes de julio de 2014, a la casa de la familia Torres no han llegado recibos de la luz ni, por ende, electricidad externa. Todos los electrodomésticos y las luces se alimentan del sol. Miguel asegura que la prueba de fuego, que era el invierno, la han ha superado «con nota». «No nos hemos quedado en ningún momento sin electricidad. Si hay sol, producimos un 40% más de energía de la que consumimos. Y si no hay, la batería nos da una autonomía de cuatro o cinco días», explica el ingeniero, que reconoce que el experimento ha servido también para que toda la familia se implique en la gestión energética del hogar.
Y es que todos pueden consultar en cualquier momento en su ordenador cuánta energía se está produciendo y consumiendo. «Cuando llevamos un par de días sin sol somos más prudentes: por ejemplo, no ponemos el lavavajillas. En cambio, en verano pongo el aire acondicionado hasta sin ganas porque la energía que no consumo, se pierde», bromea. Este punto es, en realidad, el único que le causa pesar.
Desde el mes de julio de 2014, a la casa de la familia Torres no han llegado recibos de la luz ni, por ende, electricidad externa. Todos los electrodomésticos y las luces se alimentan del sol. Miguel asegura que la prueba de fuego, que era el invierno, la han ha superado «con nota». «No nos hemos quedado en ningún momento sin electricidad. Si hay sol, producimos un 40% más de energía de la que consumimos. Y si no hay, la batería nos da una autonomía de cuatro o cinco días», explica el ingeniero, que reconoce que el experimento ha servido también para que toda la familia se implique en la gestión energética del hogar.
Y es que todos pueden consultar en cualquier momento en su ordenador cuánta energía se está produciendo y consumiendo. «Cuando llevamos un par de días sin sol somos más prudentes: por ejemplo, no ponemos el lavavajillas. En cambio, en verano pongo el aire acondicionado hasta sin ganas porque la energía que no consumo, se pierde», bromea. Este punto es, en realidad, el único que le causa pesar.
«En realidad a mí lo que me gustaría es conectarme
a la red para poder aportar nuestra energía sobrante. Ojalá el Gobierno recapacite
y se decida a fomentar de una vez las energías renovables. Es absurdo no
hacerlo en un país como España», argumenta.
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