EL CAMBIO DE PARADIGMA EMPIEZA DENTRO
Es cada vez más evidente que necesitamos llevar a cabo una transformación integral del sistema en el que vivimos, puesto que este se ha vuelto un sistema bio-cida y atenta contra la autonomía y la libertad de cada vez más personas.
Necesitamos entusiasmo, ideas, proyectos, paradigmas, comunidades, grupos de estudio y acción, semillas que broten por doquier con cada vez más fuerza y sinergia para ir renovando este mundo caduco e insostenible que se nos viene abajo
Sembrando autonomía en nuestras cabezas
Laia Vidal describe en este artículo la experiencia de los Grupos de Estudio de Democracia Inclusiva de Cataluña y el Grupo de Acción de Democracia Inclusiva de Cataluña, artículo que se basa, en parte, en una autobiografía inédita que comenzaron a escribir hace un tiempo con Blai Dalmau, con el que pretende explicar con más detalle su evolución personal, política e intelectual en los últimos años.
Introducción
En el período 2009-2012, Blai Dalmau,
yo misma y otros compañeros impulsamos en Cataluña varios Grupos de Estudio
acerca del proyecto
de la Democracia Inclusiva (DI), con la intención de ofrecer una nueva
forma de aprendizaje colectivo y autogestionado, con un contenido radical y
transformador, compartiendo fraternalmente nuestros aprendizajes y reflexiones,
después de años de sufrir el aséptico academicismo imperante, el estancamiento
del conocimiento en la universidad y la fragmentación de los movimientos
sociales en la calle.
Las iniciativas educativas autogestionadas y con contenidos
radicales eran prácticamente inexistentes en la Cataluña de entonces. Esta
situación, la falta de alternativas, que hoy perdura en gran medida, llevaba a
muchas personas hacia la universidad estatal, pese a ser conscientes de que, en
su mayor parte, “las universidades son fábricas de humo” (Kenneth Rexroth).
La experiencia de los Grupos de Estudio de DI (GEDI’s) y la
creación del paralelo y subsiguiente Grupo de Acción de Democracia Inclusiva
(GADI) de Cataluña fueron iniciativas que tuvieron muchos frutos y de las
cuales intentamos aún aprender errores y aciertos, por la cual cosa las
expongo, a grandes rasgos, a continuación, por si puede ser útil a otras
personas que se planteen la creación de grupos de estudio en el sentido de la Revolución
Integral.
Constitución
y desarrollo de los grupos
Todo empezó a principios del 2009, cuando Blai consiguió hallar
uno de los últimos ejemplares que quedaban en España del libro “Hacia una Democracia Inclusiva – La crisis de la economía de mercado
y la necesidad de un nuevo proyecto liberador” (Takis Fotopoulos, 1997) y lo
devoró con fruición. A continuación, propuso a un grupo de compañeros y amigos,
todos ellos involucrados en la Red por el Decrecimiento que estaba muy activa
por aquél entonces, la lectura compartida y reflexionada del libro, lo que
supuso un primer atisbo positivo, aunque menos organizado y riguroso, de lo que
luego serían los Grupos de Estudio de DI.
Unos meses más tarde, para fomentar el surgimiento de grupos
semejantes de una forma más organizada, nos pusimos a diseñar un programa de
estudio detallado del citado libro, “Hacia una Democracia Inclusiva”, con
propuestas concretas para abordar colectivamente el contenido y metodologías
serias y, en parte, innovadoras. Al cabo de poco tiempo, empezamos a difundir
el programa entre distintas redes sociales, colectivos, espacios
autogestionados, amigos y compañeros, en portales de internet, etc. Con una
convocatoria para el primer encuentro que serviría para conocernos las
interesadas, explicar la motivación del proyecto y la propuesta de
funcionamiento, así como establecer un día y hora semanal de reunión.
Los grupos que empezaron gracias a este impulso inicial -más tarde
vendrían otros, en diversos lugares, inspirados por nuestra experiencia- fueron
en Girona, Figueres y Barcelona. En Barcelona, el grupo más numeroso, nos
reuníamos en la Universitat Lliure La Rimaia, un proyecto de acogimiento de la
educación autogestionada que okupó varios edificios de la ciudad
consecutivamente durante unos 3 años. Este proyecto había surgido de las luchas
en la universidad y de personas y grupos que, como nosotros, se habían dado
cuenta que hacía falta pensar en otro tipo de espacios de formación ajenos a la
universidad convencional, con nuevos contenidos y formas. De hecho, en plena
cúspide de las movilizaciones estudiantiles, en la primavera del año 2009,
salió a la luz Podem!, una publicación masiva (500.000
ejemplares) impulsada por Enric Duran y otros compañeros, en la que Blai escribía:
«Necesitamos potenciar nuestra capacidad de reflexión y
aprendizaje independiente y crear instituciones educativas alternativas que
reemplacen la imposición por la autonomía y la competencia por la cooperación.
La actual negación de las reformas neoliberales tiene que conducir, tarde o
temprano, al desarrollo de una visión positiva que genere nuevas escuelas
libres y universidades auto-gestionadas. Es aquí donde todos y todas tenemos un
gran futuro por explorar.»
En la Universitat Lliure la Rimaia nos hicimos un grupo fuerte,
con miembros provinientes de distintos ámbitos y edades, desde adolescentes que
acababan de salir del instituto hasta personas jubiladas, pasando por
veinteañeros enérgicos como nosotros y treintañeros que buscaban alternativas y
respuestas a un mundo que parecía empezar a desmoronarse. Los procesos de transformación de la consciencia que sucedían en los grupos eran
ciertamente impactantes: personas que se habían apuntado al grupo por simple
curiosidad y ganas de compartir colectivamente, con un bagaje bastante
reformista-sistémico, o casi sin formación política, se radicalizaban y
profundizaban su cuestionamiento del sistema Estado-Mercado a una velocidad
increïble; algunos de los más jóvenes se motivaban maravillosamente para
cambiar el mundo y decidían dejar aparcada la universidad o la formación laboral
y dedicarse a promover y estudiar la Democracia Inclusiva y al mismo tiempo
montar proyectos autogestionados en base a la ayuda mutua. Quién más y quién
menos, todos aprendíamos a pensar, a argumentar, a imaginar y a proyectar una
imagen de sociedad mucho más deseable y sostenible, empoderándonos
individualmente al preparar las sesiones, exponer contenidos y elaborar
dinámicas para todo el grupo. El número aproximado de los miembros del grupo oscilaba
entre un mínimo de 8 a un máximo de 15 o 20.
De los grupos de estudio que impulsamos en distintos puntos de
la geografía catalana el que más constancia y actividad tuvo fue el de
Barcelona, con lo cual después de unos meses de práctica reflexiva decidimos
formar un grupo más encarado a la acción política, que llevara a cabo una
difusión mucho más amplia de las ideas que estábamos estudiando, desarrollando
y reflexionando. Así nació el Grupo de Acción para la Democracia Inclusiva de
Cataluña (GADI), en la primavera de 2010. Con este grupo, formado por los participantes
más implicados y motivados de los grupos de estudio, seguimos promoviendo
grupos de estudio, seminarios, ciclos de formación, así como una publicación
llamada Demos en la cuál escribíamos artículos
tratando de relacionar nuestras problemáticas concretas e inmediatas (Huelgas
generales, construcción de empresas cooperativas, elecciones, etc.) con el
análisis global que nos proporcionaba la perspectiva de la Democracia
Inclusiva. También publicábamos un boletín
bimestral digital e informativo, con las novedades y
actividades relacionadas con la Democracia Incluisva, cuya audiencia llegó a
más de 1000 suscriptores, y, de vez en cuando, emitíamos comunicados públicos
para intervenir en cuestiones punzantes de actualidad. Así mismo, Blai y yo
tradujimos en esa época el libro
“Crisis Multidimensional y Democracia Inclusiva” (Takis
Fotopoluos, 2005) el cual, a parte de ser más actual, era más
sintético que “Hacia una Democracia Inclusiva” , y con capítulos más cortos,
cosa que permitía realizar las sesiones de los grupos de estudio de forma más
pausada y abarcable en poco más de 2 horas que duraban nuestras sesiones.
El desierto revolucionario en qué nos encontrábamos parecía
empezar a reverdecer y con ello movilizaciones como las del 15-M de 2011
llevaron a las plazas de forma más o menos implícita o intuitiva algunas de las
ideas y propuestas que constituían el corazón central del proyecto de la
Democracia Inclusiva que veníamos promoviendo, especialmente, las asambleas y
la democracia directa como forma de autogestionar los asuntos públicos,
impugnando las instituciones políticas representativas y los partidos.
Allí estuvimos, en las plazas, realizando charlas y
intervenciones, aportando material reflexivo y constructivo, pero aún con un
discurso demasiado minoritario y poco articulado como para poder contribuir
sustancialmente a que el estallido del 15-M desembocase en una sustantiva
transformación social y personal en el camino hacia un nuevo sistema. Un año
más tarde publicamos un análisis sobre el 15-M en la publicación masiva “Rebelaos!” con
el título “De la autoorganización en las plazas a la construcción de
una nueva soberanía popular”.
Análisis de
aciertos y limitaciones
En primer lugar, voy a poner sobre la mesa algunos aciertos y
puntos fuertes de tales grupos, así como los elementos que según mi modo de ver
fueron clave para que tuvieran el impacto que tuvieron:
·
Motivación, seriedad y entusiasmo: algunos de los impulsores de
los grupos nos dedicamos en cuerpo y alma a la tarea de difundir el proyecto de
la DI durante aquellos años. Creíamos que era fundamental hacerlo, que era una
contribución histórica, que nos mejoraba a nosotros y que aportaría
herramientas, conceptos e ideas para mejorar radicalmente el mundo. Nos lo
tomábamos con igual o mayor seriedad que un trabajo “remunerado”. Éramos serios
y dedicados, por la cual cosa las personas que participaban en los grupo
también lo eran o lo devenian, y, si no lo vivían así, no tardaban en marcharse
porque la cultura grupal era de mucha disciplina, seriedad, motivación y
consciencia sobre la importancia de la tarea.
·
Responsabilidad individual: las personas asumían la preparación
de alguna/s sesion/es, así como la dinamización de ellas, aunque todo el mundo
debía leerse igualmente los capítulos del programa. Aunque les resultara
difícil comprender algunas cuestiones de análisis económico o político, por
ejemplo, las dudas se resolvían entre todos, resultando de todo ello una
elevación del pensamiento que no se hubiera dado si nos hubierámos limitado a
estudiar lo que nos resultaba “fácil”, cómodo o simple. No era un problema
exigirnos más de nuestras posibilidades del momento, puesto que considerábamos
que estábamos en evolución constante y que cualquiera podía aprender.
·
Liderazgo intelectual y estratégico: las personas que impulsamos
y promovimos los grupos, particuarmente Blai, llevamos ya algunos años
implicados en el estudio, la reflexión y la práctica política con ideas
similares a las que estudiábamos, reflexionabamos y difundíamos en los GEDIs y
GADI. Las diferencias de experiencia y conocimientos aportadas al bien común
del grupo ayudaban a superar estancamientos y dudas sobre contenidos cuando las
había así como daban un cierto empuje y visión estratégica que nos hacía
avanzar en el proyecto en general y en los subproyectos que iban surgiendo.
·
Compromiso: ligado con la seriedad de los cursos que
plantéabamos nos encontramos la cuestión del compromiso: había que asistir a un
mínimo de sesiones para formar parte del grupo, ya que sino se notaba mucho la
diferencia entre los que estaban siguiendo los analisis y razonamientos
colectivos y los que no, y esto dificultaba el avance.
·
Proactividad e innovación: Para mí,un punto fuerte era el hecho
de que no nos limitábamos a seguir lo que se estaba haciendo en otros grupos o
redes sino que teníamos clara nuestra propuesta y función, y trabajábamos en
ella con esmero. Esto no quiere decir que nos margináramos o que no
conocieramos a otros grupos y proyectos -en algun momento sí pasó un poco que
nos aislamos en nuestro propio paraguas-., pero eramos creativos en el sentido
de intentar más bien que las personas se interesaran y motivaran por nuestro
proyecto y no tanto de ir hacia ellos a la espera de coordinación o apoyo.
Erámos bastante auto-dependientes y buscabámos auto-crear un foco de atracción
para personas que desearan formarse en los campos que cubríamos. Esto lo
haciamos porque creiamos firmemente que la Democracia Inclusiva suponia una
sintesis y superación de muchos planteamientos y proyectos existentes.
·
Ensayo micro de cómo seríamos si fueramos más: Aunque en
proporción a la realidad social éramos pocas personas las que participábamos en
los grupos, siempre teníamos metodologías de funcionamiento asambleario muy
conscientes e institucionalizadas, puesto que considerábamos que lo que
estábamos haciendo era un entrenamiento y aprendizaje que, por tanto, debía
servir tanto para un contexto en el que fuerámos pocas personas hasta para un
contexto mucho mayor. Esto podía parecer algo rídiculo o exagerado para el
momento en cuestión, pero nos ayudaba a apuntar alto y a intentar ser un espejo
de lo que tendría que ser en lo macro el funcionamiento social democrático.
·
Compartir una visión: las personas que participamos en estos
grupos y en su sucesor, el Grupo
de Reflexión para la Autonomía, compartimos un bajage ideológico que
nos ayuda a entendernos y a poder hablar y analizar cantidad de experiencias
desde una perspectiva fundamentalmente común.
Por lo que atañe a las limitaciones o errores, podría hablar de
lo siguiente, visto en retrosperspectiva, y en relación al mismo tiempo a
contenidos y a formas:
·
Nos basábamos en un paradigma de cambio sobretodo intelectual, a
través de las ideas y el estudio, de la ideología, por decirlo de algun modo.
Aunque los grupos creaban red, comunidad y amistad, eran sobretodo grupos
políticos y con poco componente vivencial-experiencial, cosa que nos hacía
perder potencial al encontrarnos pocas horas a la semana y constituir la
experiencia, para muchos, sólo un breve lapso de tiempo en su quehacer diario.
·
Estudiábamos un sólo libro y de unos temas limitados, la cual
cosa podía conducir a desconocimiento o errores en otras cuestiones, a sesgos
de análisis o desconocimiento de la realidad en otros. Al ser un proyecto
sobretodo de cambio político y económico corríamos el riesgo de caer en el
politicismo y economicismo, como de hecho se dió un poco. Ahora algunos
hablamos más de la revolución integral, noción que va más allá de la
implementación de un proyecto político de cambio social, hacia la creación de
un paradigma más holístico que tenga una perspectiva política pero que no se
limite a ella.
·
En algunos momentos la diferente implicación o liderazgo entre
los miembros causó algunas dificultades y problemas, tanto porqué no se
reconocía que había personas que dedicaban más energías al grupo como por otras
que no encontraban exactamente su función y espacio en él. La distinción entre
liderazo y dominación, y la practica de formas de liderazgo y de segumiento que
no impliquen dominación ni sujuzgamiento, es una cuestión muy importante que
aún está pendiente de ser resolvida plena y satisfactoriamente en muchos
movimentos sociales contemporáneos.
·
Quizás nos faltaba una actuación más estratégica en el sentido
de mirar más a quién iba dirigida la formación con el fin de formar a personas
que luego pudieran efectivamente ser multiplicadores de estos conocimientos y
proactivos en la creación de proyectos.
·
Dimos poca importancia al factor ético, personal y de valores, a
la autoconstrucción de las personas como pieza clave de la revolución. Después
vimos que este factor es crucial, y que hay que abordarlo explícitamente, no
solo implicitamente.
·
Ignorábamos la limitaciones de la Democracia Inclusiva, o las
pasábamos por alto cuando las atisbábamos. En el momento en que descubrimos las
propuestas de la Democracia Inclusiva nos pareció que contenía un enfoque
radical y superador tanto en el análisis como en las propuestas, al mismo
tiempo que recogía muchos elementos para articular un proyecto de autonomía
social y revolucionario. Este juicio fue y es cierto pero con el tiempo nos
dimos cuenta que no dejaba de ser un enfoque parcial del cambio -básicamente
economicista y politicista-, que algunas cuestiones que veíamos importantes de
analizar no cabían en su perspectiva o se consideraban totalmente inapropiadas
-por ejemplo el cuestionamiento de los atentados del 11-S en
Nueva York, la cuestión del pico del petróleo y la crisis energética, o los
novedosos enfoques sobre la vida que las investigaciones de la nueva biología
ponen encima de la mesa, entre otros temas. A nivel estratégico también nos
encontramos, en la Red Internacional de Democracia Inclusiva, con ridigeces,
centralismo y dogmatismo que limitaban seriamente la autonomía del grupo y a
nivel personal con actitudes y valores que distaban mucho de ser ejemplo del
cambio que queríamos ser. Fue principalmente por estos motivos por los cuales
nos decidimos a disolver el GADI y repensar nuestra actividad política,
creando poco después el Grupo
de Reflexión para la Autonomía desde
el cuál seguimos promoviendo ideas similares a las de Democracia Inclusiva pero
desde una perspectiva más nuestra y abierta a nuevos avances, sinergias y
estrategias2.
Resultados
Como he comentado, en total, varias decenas de personas pudieron
participar en estos grupos de estudio y acción, realizando tareas de
autogestión del conocimento que les llevaron a mejorar sustancialemente su
visión política del mundo y de su entorno, y aportarla a sus respectivos
proyectos y allegados. Así pues, creo que los conocimientos adquiridos han
significado una importante evolución personal e intelectual para muchos y un
gran impulso a proyectos relacionados con las ideas estudiadas. Así, por un
lado, hay personas que han seguido avanzando en el desarrollo, ampliación y
pulimiento de las ideas, para constituir un nuevo paradigma y nuevos grupos de
estudio en sintonia con nuestras evoluciones ideológicas y que actualicen y
amplien nuestra visión del mundo (este es el caso particularmente de Blai, con
el paradigma
Vitalista Integral) por otro lado, hay quién ha impulsado
proyectos cooperativos y populares en su barrio (como Eduard, en el Ateneu
Cooperatiu La Base);
otros que han creado comunidades convivenciales pro-comunales (como Can Tonal de Vallbona) e intentan influir
en candidaturas municipalistas para radicalizarlas; otros tienen proyectos
editoriales y/o blogs; otros se han implicado en la Cooperativa Integral Catalana para tratar de aportar ideas
organizativas y formación ideológica de manera más o menos informal; hay
también quién intenta contribuir al desarrollo del concepto de Revolución
Integral o a una red
internacional que
trabaje en este sentido; están los impulsores iniciales de la Xarxa
d’Estudis per a l’Autonomia, quienes, habiendo experimentado el
aprendizaje autogestionado en el marco de los GEDIs, decidieron extenderlo en
forma de red, fomentando así la creación de grupos de estudio de diversa índole
y tematica, etc.
Conclusión
Este texto se ha escrito sobre todo con la finalidad de
compartir la experiencia vivida y los aprendizajes generados con la esperanza
de que pueda ser útil y inspirador para otras personas o colectivos
transformadores que se planteen el desarrollo de herramientas formativas y
educativas como parte integrante de un proceso revolucionario. Me parece que la
importancia de las ideas e ideales, del desarrollo del factor consciente, en los procesos de
cambio no siempre es tenida en cuenta en la medida que sería adecuada, pues la
urgencia de muchas situaciones nos hace priorizar actuaciones más visibles y
“prácticas” dejando en un segundo plano la reflexión y la difusión de ideas.
Pienso que hay que apostar por vincular ideología y prácticas, aunando
reflexiones que podemos generar a partir de nuestras vivencias concretas con
ideas generales y globales que nos ayuden a analizar y orientarnos en el mundo
en el que vivimos.
Cada experiencia es única, tanto como lo es cada momento histórico y lo que este demanda. Actualmente, el desarrollo de ideas y prácticas revolucionarias sigue estando a la orden del día, quizás mucho más que cuando empezamos a desarrollar los grupos de Democracia Inclusiva. Es cada vez más evidente que necesitamos llevar a cabo una gran transformación integral del sistema en el que vivimos, puesto que este se ha vuelto un sistema bio-cida y que atenta contra la autonomía y la libertad de cada vez más personas. Necesitamos entusiasmo, ideas, proyectos, paradigmas, comunidades, grupos de estudio y acción, semillas que broten por doquier con cada vez más fuerza y sinergia para ir renovando este mundo caduco e insostenible que se nos viene abajo. ¡Arriba los corazones, y las cabezas! Manos a la obra por el desarrollo de la autonomía y la preservación y potenciación de la Vida.
Laia Vidal, Barcelona, mayo de 2015.
Fuente: Cooperativa
Integral Catalana
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