EL CÍRCULO DEL INFIERNO
“Nada es veneno, todo es veneno: la diferencia está en la
dosis…Todas las sustancias son venenos, no existe ninguna que no lo sea. La
dosis diferencia un veneno de un remedio.”
Los egos se están dando un festín, pero el observador va
tomando nota, una y otra vez va tomando nota. Si conocieran la verdad, no la
soportarían, dije una vez, pues la verdad es «ver» lo que ocultan dentro de
ustedes, el verdadero rostro y naturaleza de su espíritu, de lo increado dentro
de lo creado.
¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y maldad...
Sea en modo ameba, tortuga, ardilla, cacatúa, loro,
avestruz, pavo real, etc… cada uno se esconde o maquilla para no
enfrentarse a la verdad, para no enfrentar la podredumbre que ocultan dentro
como blancos sepulcros. Estoy un poco cansado de esa hipocresía, así que no
seguiré el artículo por ahora.
“Había una vez un Rey que ofreció un gran premio a aquel
artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo
intentaron y el Rey admiró y observó todas las pinturas, pero solo hubo dos que
a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo, era un espejo
perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre
estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que
miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura, también tenía montañas, pero estas
eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual
brotaba un impetuoso aguacero con rayos y truenos, montaña abajo parecía el
retumbar de un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada
pacífico pero cuando el rey observó cuidadosamente, vio tras la cascada un
delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se
encontraba un nido. Allí en el rugir de la violenta caída de agua, estaba
sentado plácidamente un pajarito en medio de su nido…Entonces el rey escogió la
segunda.
Y explicó a sus súbditos el por qué: “Paz no significa
estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro ni dolor. Paz
significa que a pesar de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de
nuestro corazón”.
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