29/12/20

No puedes evitar que pasen cosas indeseables, pero sí controlar cómo te afectan

PENSAMIENTOS ESTOICOS PARA EL MUNDO DE HOY

El emperador romano Marco Aurelio (121-180) fue un filósofo estoico. Puede decirse que fue uno de los primeros en concebir un Estado justo con igualdad de derechos. Una de sus máximas fue no ser esclavo ni tirano de ningún hombre. El pueblo a veces criticaba sus tendencias filosóficas y él supo ver el riesgo de querer convertir a los demás en filósofos. Se cuenta que un general sublevado llegó a llamar a Marco Aurelio «viejecilla filósofa».

Su obra Pensamientos fue escrita como notas personales sin intención de ser divulgadas. Dado que el estoicismo es una filosofía viva, útil y muy actual merece la pena estudiarse.

Aunque el estoicismo propiamente anima al filósofo a participar en la vida política, para Marco Aurelio la filosofía no es solo un conjunto de doctrinas, sino una forma muy exigente de vida, que difícilmente puede casar con la tarea de emperador.

Para Marco Aurelio la vida en la corte y la filosofía son como madrastra y madre respectivamente: a la primera se le debe respeto, pero es con la segunda con la que se disfruta estar.

De la filosofía de Marco Aurelio podemos destacar:

  • Tener muy presente la muerte para relativizar lo que nos pasa (algo a lo que también invita un curioso relato de Paulo Coelho).
  • Admitir la constante transformación de todo (igual que el budismo).
  • Reconocer la insignificancia de las cosas mundanas (como resalta el Eclesiastés), y a la vez estar atentos a la propia vida para no vivir como los ignorantes, insensibles a los detalles que parecen insignificantes.
  • Aceptar lo que la vida nos depare y usarlo como medio para mejorar, buscar la verdad, y vivir con coherencia entre lo que se dice y lo que se piensa.

Marco Aurelio acepta cualquier proposición sensata aunque proceda de distintas corrientes filosóficas (Epicuro, Epícteto…). Es una rareza un emperador austero que deja constancia de su agradecimiento por enseñarle «que es posible vivir en la corte sin necesitar guardias, ni vestiduras ostentosas, (…), sino que es posible reducirse uno mismo lo más cerca posible a un ciudadano particular».

Este emperador no abolió la esclavitud (seguramente no le hubieran dejado hacerlo) pero sí mostró preocupación por ese tema y por otros que en su época no eran en absoluto prioritarios, tales como la condición de los menores y de las mujeres.

Pensamientos (su obra universal)

Marco Aurelio nos invita a estudiar y reconocer las virtudes en los demás y a intentar imitarlos.

«Hemos nacido para colaborar» y vivir «conforme a la naturaleza»

«Hemos nacido para colaborar, como los pies, como las manos» dejó escrito. Marco conocía la fuerza de la colaboración, pero también era consciente de las dificultades. Por eso, cada día se preparaba para encontrarse «con un entrometido, un ingrato, un prepotente, un falso» y, a pesar de ello, no alterarse, «ni tomarle odio». Cultivaba la comprensión y el respeto hacia los demás, independientemente de su posición.

Marco Aurelio filosofa mucho con la muerte, para asumirla con naturalidad: «hazte a la idea, te estás muriendo», sentenció. Para él, no hay mucha diferencia entre morir un día u otro. Preocuparse por eso es superfluo. Mientras llega la muerte, su lema es vivir «conforme a la naturaleza» y poco a poco va desgranando a qué se refiere: «cualquier cosa que hagas, hazla con la intención de ser bueno», apelando a la propia conciencia y rectitud, sin esperar alabanzas, porque «lo que recibe la alabanza no resulta ni mejor ni peor».

Así, cuando uno actúa conforme a la naturaleza no tiene que prestar atención a las consecuencias, entendiéndose que incluso aunque sean negativas no había mala intención. Lo cual no implica, por supuesto, ser irresponsable con dichas consecuencias. Algo similar proclama la vía filosófica-espiritual del Karma Yoga de Vivekananda: actuar sin desear los frutos de la acción. Pero Marco sabe que a veces puede ser un camino difícil y no es un intransigente. Él propone alegrarse solo por notar algún progreso en nuestro camino. En otro pasaje parece referirse a todo esto cuando dice: «Es importante lo que obras e indiferente la materia sobre la que obras».

Este filósofo sugiere estar atento a las pequeñas cosas, poniendo como ejemplo las grietas del pan o los higos que se abren cuando están maduros, pues hasta eso tiene su «belleza particular». En cambio, pensar sobre los demás lo considera una pérdida de tiempo, salvo que sea por algo importante.

Marco pone énfasis en ser «simple y amable» y en poder contestar en todo momento con franqueza y sin rubor si alguien te pregunta en qué piensas. Dos de sus máximas son: «Hazte simple», y «sé sobrio relajadamente»

En otra simple y poderosa cita consigue sintetizar el estoicismo: «¿Te sucede algo? Bien está». Para Marco, eso que te sucede «te estaba destinado y asignado». No tiene sentido enfadarse por lo que haya ocurrido. Las cosas pasadas están bien; no puedes demostrar que podrían haber sido diferentes. La aceptación es mejor camino que la negación.

«No seas ni de muchas palabras ni de muchas obras»

Eso puede sonar como un consejo raro en una sociedad donde todos quieren que su voz se escuche por encima de las demás y que sus actos sean vistos y alabados. Para Marco, el sabio «no se lamenta, no precisará de soledad ni de multitudes (…) vivirá sin perseguir ni huir» y le dará igual vivir mucho o poco («ni lo más mínimo le habrá de importar si hará uso de su alma en la envoltura del cuerpo durante un plazo mayor o menor de tiempo»).

Citando a Demócrito recalca: «¡Ocúpate en pocas cosas, si es que quieres vivir tranquilo!». Así, cuando perdamos la tranquilidad recomienda pensar si no será esa preocupación «una de esas cosas innecesarias», de las que podemos prescindir para vivir más tranquilos.

Como las filosofías orientales, Marco resalta que «cada uno vive tan solo el presente», porque «lo demás o ya está vivido o es incierto». Por tanto, solo el ahora es real y existe, por lo que es de necios dedicar tiempo excesivo a pensar en lo que no existe. Así pues, recomienda: «atiende solo a lo que haces en el momento presente».

Lo propio del hombre bueno es «amar, aceptar lo que le sucede y le está destinado», ser alegre, «obediente a Dios», sincero y justo.

Tu opinión puede hacerte más daño que la de los demás

Como si criticara el turismo, Marco expresa su desconcierto ante los que buscan lugares para retirarse, cuando la verdad es que «te es posible retirarte en ti mismo a la hora que quieras» y encontrar el «bienestar más completo» al instante. Seguramente se refería a un trabajo de introspección similar a la meditación oriental. Él se encomendaba a sí mismo no angustiarse ni extenuarse. Todos tenemos «ese retiro a la parcelilla de ti mismo», donde reflexionar que las preocupaciones de la vida no son culpa de lo exterior, sino de nuestros pensamientos internos, de cómo interpretamos lo que nos ocurre. Marco lo sintetiza en una frase: «Suprime lo de “he sufrido un daño” y queda suprimido el daño».

El estoicismo de Marco Aurelio tal vez puede resumirse con dos palabras:  aceptación tranquila. Aceptación de lo que la vida nos depara a cada uno como si hubiéramos nacido para ello y, por tanto, no tiene sentido estar disgustado por ello. Marco se propone aceptar «lo que sucede, incluso si te parece demasiado áspero, porque eso no le tocaría a nadie si no conviniera al conjunto». Cuando aceptas y dejas de oponerte, llega la tranquilidad.

Él lo tiene claro: «nada me ha de ocurrir que no sea conforme a la naturaleza del conjunto». «A nadie ocurre nada que no pueda naturalmente sobrellevar». «Vive con los dioses el que constantemente les muestra que su alma está satisfecha con lo que le han asignado». Obviamente, se puede intentar cambiar tu situación, mientras aceptas que, por ahora, la situación es la que es. Incluso si alguien te ofende, Marco aconseja dejarle porque ese es su problema y la tarea de cada uno es dominarse a sí mismo para actuar conforme a la naturaleza.

Empatía hacia humanos y animales

Resalta la empatía que muestra Marco Aurelio hacia los demás. Dice: «ponte en lo posible en el alma del que habla». Pero también hacia los animales, afirmando: «A los animales irracionales y a las cosas trátalos magnánima y libremente».

Podríamos decir que Marco Aurelio tenía cuidado de que el poder no se le subiera a la cabeza y se decía a sí mismo: «cuida de no cesarizarte, de no teñirte en púrpura. Consérvate simple, bueno, puro, amante de lo justo, piadoso, benévolo, afectuoso»

«Sea lo que sea lo que alguien diga o haga, yo debo ser bueno como una esmeralda y mantener el color que es el mío propio».

Todas las cosas están entrelazadas» y cambian constantemente

En muchos contextos se dice que todo está relacionado. Incluso Einstein llegó a recomendar sentirnos conectados al Universo.

Ante el miedo a los cambios, Marco se pregunta «¿qué puede surgir sin cambio? ¿Podrías tomar alimento si no se transformara?». Sin saberlo, este filósofo coincide con el principio budista de Anitya (transitoriedad, inestabilidad), por el que se asume que todo está en continuo cambio.

Respetar a los que obran mal (pero no ser como ellos)

Marco propone «amar también a los que yerran» (Jesús diría a los que pecan). Ahora bien, Marco aclara que los que yerran lo hacen «por ignorancia y contra su voluntad». Los que obran mal lo hacen porque creen que eso es bueno. Decir simplemente que son malos es negarnos a entenderlos (como dice Pigliucci) y por tanto no podremos ni entender sus motivos, ni enseñarles correctamente.

Marco lo explica así: «Cuando alguien cometa una falta contra ti, piensa qué opinión tenía sobre lo bueno y lo malo cuando cometió la falta, pues en cuanto lo veas lo compadecerás y no te sorprenderás ni te irritarás». «Hay entonces que ser comprensivo. Pero si ya no tienes eso ni por un bien ni por un mal, con más facilidad serás benévolo con el desconsiderado». Marco propone abrir nuestro punto de vista, aceptar que todos cometemos errores y aceptar que la vida sigue y que puede ser maravillosa si perdonamos.

Ante los que se equivocan, Marco sugiere corregirlos si es posible y si no, enmendar el error. «Y si no puedes tampoco, ¿a qué te lleva la protesta?». «Los seres humanos han nacido los unos para los otros: así que instrúyelos o sopórtalos». Marco, sin duda, no querría las quejas vacías.

Apegos y rechazos

Una de las causas de mayor sufrimiento es el apego a las cosas, el «apreciarlas demasiado de modo que te veas turbado cuando no estén presentes». Así, cita a Eurípides: «No hay que irritarse con las cosas, pues nada a ellas les importa». También cita al Gorgias de Platón  cuando sabiendo que todos vamos a morir, aconseja centrarnos en vivir felizmente lo que nos quede de vida. Marco afirma que «vivir felizmente reside en muy pocas cosas». El «pensamiento sereno» es una de ellas, aunque para ello tengas que aislar tu mente, incluso si gritan contra ti o mientras «las fieras despedacen tus pobres miembros».

Sin duda, el ser humano puede controlar su mente, lo cual no significa que sea fácil. De hecho, él se propone repetir a modo de mantra: «Ahora está en mi poder que en esta alma mía ninguna maldad haya, ni deseo ni turbación alguna en absoluto». Y añade: «Ten en tu mente que este poder es conforme a la naturaleza». ¿No sería fantástico que todos domináramos el poder de no perturbarnos? Es un poder que tenemos, aunque ni siquiera intentemos usarlo.

Dado que el mal —o el error— se genera en la mente, Marco se propone intentar huir de ello y hacer su parte porque, por pequeña que sea, su parte es lo único que está en su poder: «Es ridículo no intentar huir de la propia maldad, lo cual es posible, e intentar huir de la de los demás, lo cual es imposible». Además, rechaza la fama o las alabanzas por hacer las cosas bien: «Cuando hayas hecho el bien y otro haya recibido tu beneficio, ¿qué buscas además fuera de esto?». A los que buscan la fama o alguna recompensa les llama directamente «tontos». Marco tampoco propone rechazar los beneficios de nuestras acciones, sino no esperarlos ni, mucho menos, exigirlos.

En su caso, él buscaba ser buen filósofo pero por culpa del cargo de Emperador se lamenta de que ello se le escape de las manos, consolándose a sí mismo diciéndose: «quédate contento si lo que te queda de vida lo vives como la naturaleza quiere que lo hagas». Marco desprecia las quejas, especialmente las suyas, y por eso se dice a sí mismo: «Que nadie te escuche más lamentarte de la vida en la corte, ni siquiera tú mismo». Fiel a sus principios, se propone aceptar la vida en la corte con sus ventajas e inconvenientes.

Como ayuda para aceptar las cosas como son, Marco escribe: «A ningún hombre le puede suceder nada que no sea un suceso humano, ni a un buey uno que no sea bovino, ni a una vid uno que no sea de viña, ni a una piedra algo que no sea propio de una piedra. Por tanto, si a cada cosa le sucede lo usado y natural, ¿por qué te irritas? En efecto, la naturaleza común no te asigna nada intolerable». En una de sus citas más famosas proclama: «Si sufres por algo de fuera, no es aquello lo que te importuna, sino tu juicio sobre ello. Y borrarlo está ya en tu poder.»

Marco recomienda no hacer suposiciones y centrarse en los hechos. Si te informan de que alguien habla mal de ti, eso no implica que hayas recibido daño alguno. Su objetivo es evitar preocuparse de más, lo cual tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que la mayoría de las cosas que más nos preocupan no acaban sucediendo nunca. Esto está muy en la línea del recomendable libro Los Cuatro Acuerdos de Miguel Ángel Ruiz.

«El que comete injusticia, contra sí mismo la comete»

Marco Aurelio condena al que miente, porque «disiente de la naturaleza» y «crea desorden», y al que se equivoca: «El que yerra, yerra contra sí mismo. El que comete injusticia, contra sí mismo la comete, porque a sí mismo se perjudica». No parece que el filósofo tenga en mente la ley del karma, sino más bien, la seguridad de que el que obra mal no vive tranquilo. También condena al que persigue el placer y rehuye el dolor. Obviamente, no se trata de buscar el dolor y rehuir el placer, sino de hacer lo correcto independientemente de que implique placer o dolor. El estoicismo exige aceptar nuestra vida, con todo lo que ello implique, y especialmente, aceptar la muerte porque es «una de esas cosas que la naturaleza quiere».

No tengas miedo, pues eso depende de ti

Marco critica a los que se quejan de las cosas negativas de la vida: «La pérdida no es otra cosa que transformación y desde la eternidad venía sucediendo». Propone cambiar nuestro punto de vista: en vez de pedir a los dioses que no ocurran cosas malas, propone pedir «el no tener ningún miedo de esas cosas, ni desear nada de esas cosas, ni entristecerte por ninguna de esas cosas». No está en tu mano evitar que pasen cosas indeseables, pero sí puedes controlar cómo te afectan. «Entonces, ¿no es mejor hacer uso de lo que dispones con libertad que desesperarte por las cosas que no están en tu poder?». Su propuesta se aplica a todo lo que no nos gusta. Ante una preocupación, Marco compara las preguntas que se hace cualquier persona con las que se formula un filósofo: «Otro: ¿Cómo podré librarme de aquello?; Tú: ¿Cómo no necesitaré librarme de aquello?».

Ante los malvados del mundo, Marco se pregunta: «¿Es que puede dejar de haber desvergonzados en el mundo? No puede ser. Entonces, no pidas lo imposible». Al aceptar que esa gente debe existir, «serás más benévolo hacia cada uno» y evitarás enfadarte porque no merece la pena que los actos de otros te hagan a ti peor persona. Siempre hay que mantener la calma y la «mansedumbre hacia los que intentan ponerte obstáculos» pero, aclara,  tanta «debilidad» es «enfadarse con ellos» como «ceder por miedo». Y si tú haces el bien, no esperes recompensa: «¿Qué más quieres al hacer el bien a alguien? (…) Es como si el ojo pidiera recompensa porque ve, o los pies porque caminan».

Marco sabe ser agradecido a la naturaleza y a la vida. «A la naturaleza que da y concede todo, dice el hombre instruido y respetuoso: Dame lo que quieras, toma lo que quieras. Y dice esto no con insolencia, sino solo con obediencia y agradecido a ella».

También es comprensivo con los demás y consigo mismo y sabe valorar lo pequeño: «Quédate satisfecho con el más pequeño progreso, y piensa que lo que resulta de esa pequeñez no es nada pequeño».

Conclusiones

El estoicismo de Marco Aurelio se puede resumir en el desprecio de las cosas materiales, en la aceptación de la vida tal cual ocurre, con total calma, sin enfadarse por lo que no podemos controlar, y en centrarse en lo que depende de nosotros ahora, haciendo nuestras tareas correctamente. Esto está en consonancia con la escuela cínica de la que surge el estoicismo, así como con la vida de famosos ascetas griegos y romanos. Para Marco Aurelio solo el necio se alegra o se aflige por lo que le sucede y por eso condensa el estoicismo en una frase: «¿Te ha acontecido algo? Está bien».

Esa aceptación no implica la inacción. Es decir, que es compatible el intentar mejorar el mundo y, a la vez, aceptar que las cosas están como están. La aceptación en el ecologismo evitaría la frustración pero, por supuesto, eso no implica dejar de pensar qué hacer para mejorar nuestras relaciones con todo. En este sentido, la austeridad estoica —el minimalismo— es algo esencial en cualquier ecologismo sincero.

https://blogsostenible.wordpress.com/2020/11/24/marco-aurelio-libro-pensamientos-estoicismo/

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