CRECER DESDE LA CONVICCIÓN Y LOS VALORES SOCIALES
Traperos de Emaús de Navarra
ha hecho de la basura su modo de vida y prepara su desembarco y 45º aniversario
en una nueva nave cinco veces mayor que la actual de Sarasa.
“Estamos obligados a generar
espacios en los que crear una cultura diferente”
“Si
Traperos de Emaús dejáramos desde el 1 de enero todos los residuos que
recogemos en la Plaza del Castillo, el 31 de diciembre la plaza tendría 5
metros de altura de basura”. Lo justo asomaría el quiosco. Con este ejemplo tan
gráfico José María García, coordinador de Traperos, resume la labor que esta
fundación sin ánimo de lucro realiza todos los años. Sin hacer mucho ruido, con
las ideas claras y con un modelo de trabajo y de vida diametralmente opuesto al
que impera hoy en día, capitalismo mediante.
Sus 210
trabajadores reciben casi 9.000 toneladas anuales de material. Un breve paseo
por su nave de 3.000 metros cuadrados en Sarasa avala estas cifras. El trajín
es constante. Alrededor de 20 camiones llegan cargados diariamente con todo
aquello que la gente no quiere. Los camiones se descargan en un voleo y, como
la nave no da para más, también en un voleo el material sale. Bien para
reciclaje o para su reutilización. Y así hasta recuperar el 80% de lo recibido.
Viendo
estos volúmenes, no es de extrañar que este colectivo haya pensado en crecer.
En 2012 compraron una nave en Berriozar. 13.000 metros cuadrados junto a las
vías del tren de una de las primeras empresas que cayó durante la crisis. Ya
preparan su desembarco para estrenarla el próximo año y celebrar de paso su 45º
aniversario en Navarra en la nueva ubicación, en la que estiman un crecimiento
de empleo, tirando por lo bajo, en 17 personas en dos años.
“Va a
suponer un desahogo enorme para perfeccionar y mejorar todas las actividades
que venimos haciendo, porque no vamos a hacer cosas nuevas. Este centro se
llama intencionadamente Centro de Preparación para la Reutilización. Se trata
de sintonizar con todos los objetivos y principios de las directivas de
residuos en cuanto a la gestión. La jerarquía es la siguiente: Primero la
prevención, luego la preparación para la reutilización y por último el
reciclaje. Y vamos a intensificar todos los talleres para la reutilización. Que
un objeto, antes de pasar al reciclaje o a la basura convencional, tenga la
oportunidad de volver a un ciclo de utilidad. Así evitamos que aparezca como
residuo, con sus porcentajes de rechazo y contaminación”, explica García.
CRECER EN
TIEMPO DE CRISIS
El
crecimiento, materializado en esta nueva nave, ha sido constante. En 1994 eran
50 personas y descargaban 3 o 4 camiones diarios en 50 metros cuadrados. Un año
después compraron la nave de Sarasa. Entonces pensaban que les sobraba espacio,
pero ya en 1997 eran 90 personas... y hoy alcanzan picos de 215 trabajadores.
“Siempre que hay crisis Traperos crece, y eso manifiesta que sus objetivos son
sociales”, cita García, poniendo como ejemplo la partida destinada a masa
salarial, equivalente al 72% de todos los gastos.
“Tenemos
una sociología de base. Vemos que los niveles de exclusión y pobreza severa no
solo no se erradican, sino que son considerados como estructurales, y por lo
tanto no se van a erradicar nunca. A nivel laboral vemos el desencuentro
permanente con la seguridad que ofrece un trabajo, sobre todo en los sectores
más desfavorecidos. El sistema hace aguas y no se ve otra dinámica desde el
punto de vista oficial. Todo es crecer, crecer y crecer. A la sociedad se la
conoce por la cara o por el culo. Nosotros la conocemos por abajo y no podemos
reproducir aquello que criticamos. Tenemos que hacer cosas diferentes, pensar
diferente y establecer prácticas internas diferentes”.
Reducir la
jornada laboral para dar cabida a más trabajadores, la igualdad salarial y la
diversidad como ejemplo de riqueza son algunas de sus máximas. “Somos 22
nacionalidades diferentes, y procuramos tener un espacio que nos permita vivir
dignamente respetando las peculiaridades de cada persona. Porque la vida se
sostiene sobre las mezclas... menos en la basura”. Ahí sí hay que separar,
recuerda García.
Lejos de
una utopía, el modelo de este colectivo funciona, es sostenible y hace una gran
labor desde la convicción. “Estamos obligados a generar espacios en los que
crear una cultura diferente, todavía quizás como experiencias piloto o células
muy pequeñas. Aquí se trata de culturas, porque el capitalismo no es una forma
económica. Es una forma de entender la vida basada en el individualismo, la
competitividad y la acumulación de bienes. Punto pelota. Y además todo a corto
plazo, cuanto más rápido mejor y sin tener en cuenta al vecino. Eso ha creado
en el imaginario colectivo una forma de entender la vida. Romper esas dinámicas
no es nada fácil, pero sí es posible. Y lo es en la medida de que existan espacios
que se abran a un modelo cultural diferente, una forma de relacionarse,
trabajar y de consumir distintas”, apunta García. “La esperanza es posible, de
lo contrario nos vamos a la mierda”, dice.
MIRANDO AL
FUTURO
Buscando
nuevas vías de financiación, Traperos se ha presentado al proyecto
transfonterizo POCTEFA, financiado por Europa. “Se abre una oportunidad para el
desarrollo de la infraestructura y para abrir espacios que nos permitan sondear
las posibilidades de los residuos para la generación de empleo. También es
importante la formación en las habilidades de gestión de residuos. Es un
proyecto que merece la pena”, concluye. A mediados de año sabrán si su proyecto
ha sido seleccionado.
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