¿ES POSIBLE OTRO MUNDO?
Como muchas cosas, la respuesta es Sí,
pero requiere actuar y hay varios peros posibles. La transformación del mundo
es inevitable y el cambio de época es ya una realidad, pero la crisis llegó
para quedarse a menos que hagamos algo. Otra razón por la que la respuesta es
positiva es la insostenible situación del planeta.
La crisis ecológica es sólo
la punta de iceberg de todo un sistema económico fallido: Producir y consumir
creando necesidades ficticias ha sido un error que cada vez es más reconocido
como un sistema que implica al menos cinco dimensiones: Económico-financiera y
del trabajo, energética, alimentaria, ambiental y cultural (Collin, 2009). Los
defensores del sistema neoliberal nos invitan a prepararnos más y ser más competitivos;
la ley de la selva. Pero lo que hace falta es un cambio radical que supere esta
crisis civilizatoria.
¿Cómo cambiar todo un sistema que se
encuentra extendido en todo el mundo? La economía orientada a la reproducción
social de la existencia y no al lucro es factible, de hecho hay muchas
experiencias en este sentido, pero necesitan extenderse y no sólo ser una parte
pequeña del mercado. La humanidad ha tenido este sistema durante la mayor parte
de su existencia y sólo en los últimos años ha sido desplazada por el
capitalismo. Pero para que la economía solidaria pueda ser una alternativa
tiene que poder reproducirse por sí misma, autónomamente, sin recurrir al
capitalismo.
Las economías tradicionales (tribales,
campesinas) se esclavizaron a las necesidades de la droga llamada dinero al
creer que eso significaba modernidad y desarrollo; perdieron su autonomía y las
necesidades de sus miembros ya no se satisfacieron a su interior. Pero esta
experiencia de comercio local no se reduce a comunidades tradicionales. En todo
el mundo hay muchos proyectos en ciudades modernas que han establecido una
moneda local alternativa para intercambios que evita la fuga de riqueza. Para
esto se requiere una red densa que sea capaz de ofrecer todos los bienes y
servicios requeridos y los insumos para la producción. Difícil, pero no
imposible.
La revolución del Papa Francisco habla
precisamente de la necesidad y urgencia de un cambio de sistema en el documento
"Laudato Si", pero en el Evangelii Gaudium propone a las parroquias
como el espacio para vivir esta experiencia. En la Diócesis de Gómez Palacio ya
se están implementando experiencias de economía alternativa y las comunidades
parroquiales ofrecen elementos de identidad y de sentido. Lugares para
compartir un proyecto, una idea. Incluso con fronteras ya establecidas que se
requieren para mantener la lógica reproductiva, para poder aplicar los
mecanismos de reciprocidad y equivalencia.
Para invertir la lógica consumista se
requiere: 1. recuperar la capacidad de producción local y autoconsumo evitando
el uso del dinero, (por ejemplo, huertos de traspatio). 2. Intercambio
recíproco de productos (el banco de alimentos de Cáritas inaugurado
recientemente en el fraccionamiento El Campanario de Gómez Palacio tiene
también esta función de ampliar y promover la red de intercambios). 3. Limitar
las compras de productos lejanos a las comunidades. Se trata de producir más,
comprar menos y consumir mejor.
El cambio de sistema requiere cambio de
actitudes. Es tiempo de rechazar profunda e íntimamente las ofertas del
sistema; sentir asco por un producto industrializado, sentirse incómodo en un
centro comercial, gozar el contacto con la naturaleza, convivir, disfrutar del
esfuerzo por hacer algo. Si se logra modificar las preferencias, si se logra la
actitud de rechazo a las ofertas del sistema, el cambio de valores es cuestión
de tiempo. Si además nuestro rechazo lo hacemos militante y le hacemos
propaganda descalificando y haciendo ver lo irracional y alienante e insano del
sistema consumista neoliberal, si hacemos ver el vacío y la insatisfacción que
deja, entonces se darán grandes pasos en la construcción de esta economía
solidaria.
Lo que se propone de economía solidaria
está acorde con la misma naturaleza del hombre; el sistema capitalista es
deshumanizante. El consumidor posmoderno puede transformarse en un actor
social, en un protagonista del cambio.
Si el consumidor rechaza el consumismo
y la ideología del confort, si asume que las necesidades humanas son mucho más
que una bolsa de marca o un celular sofisticado, si proclama el Buen Vivir como
modelo, entonces podrá entrar a la lógica nueva, que hace de la noción de
sustentabilidad, de límite, de austeridad, la base de una relación armónica con
la naturaleza y entre los seres humanos, pues privilegia la convivencia, la
creatividad y la reciprocidad, por encima del lucro y la competencia.
Las nuevas formas de hacer economía
comprenden una dimensión política, pues hace que las comunidades tomen
decisiones sobre la vida social, reasumen el poder de gestión sobre su vida. Se
convierte en agentes de cambio. Renunciar a los fines y las lógicas de la
economía capitalista, implica pasar de la idea de generación de ganancia a la
de satisfacción de necesidades. Rechazando las ofertas del sistema se destruye el
sistema. El dinero tiene valor porque se lo concedemos, porque lo deseamos, lo
adoramos. Las marcas conceden estatus porque así lo creemos; el poder se ejerce
sobre las personas, porque se lo hemos dejado. Hemos creado una cultura sobre
bases falsas y es el momento de cambiarla. La crisis ecológica testimonia
nuestra vulnerabilidad y la necesidad de restablecer el equilibrio perdido. El
sistema suicida que amenaza la vida humana ha traído violencia, pobreza e
injusticia. El cambio a una vida más significativa, más abundante dentro de la
austeridad no es sino cordura, coherencia, sabiduría.
FUENTE: www.elsiglodetorreon.com.mx
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