¡DESTAPEMOS EL CUBO DE LA BASURA!
Hay una
hemorragia de alimentos aptos para el consumo que se pierden en la basura en
todos los eslabones de la cadena agroalimentaria. La buena noticia es que
algunas empresas del sector comienzan a redistribuir lo que les sobra para
ponerlo en la mesa de aquellos a quienes les falta. En paralelo, surgen
colectivos que están visibilizando el problema como primer paso para su
solución.
Zaragoza,
una noche cualquiera. Junto al contenedor hay tres chicas de etnia gitana –“Hemos
venido a por pan”, explican–, una familia con niños pequeños –“Recogeremos
comida para la cena y, si hay suficiente, para el almuerzo de mañana”–, unos
jóvenes rumanos y un grupo del colectivo Feeding Zaragoza en una de sus rutas
del despilfarro por los cubos de basura de comercios y grandes superficies de
la ciudad. Todos están esperando a que el trabajador del supermercado que hay
justo al lado salga a tirar la basura. Yogures y lácteos sin caducar, verdura
perfectamente aprovechable, un montón de pan, bollería...
“Es un
escándalo, hay otras soluciones, otras maneras de hacer las cosas”, clama María
Ramillete, miembro de Feeding Zaragoza. Los activistas intentan hablar con el
encargado del súper para que tome conciencia; en una ocasión, incluso, convencieron
a uno para que permitiera sacar en un carrito los productos descartados de los
lineales. “Cuando cuentas el problema, y conocen a los beneficiarios, muchos se
implican”, subraya María.
España es el
sexto país de la UE que más alimentos aptos para el consumo humano desecha: 7,7
millones de toneladas al año, 21.000 toneladas diarias, según un informe del
Parlamento europeo. Si, atendiendo a los datos que maneja la Comisión Europea,
el 5 % de este total corresponde al sector de la distribución, tenemos que cada
noche, cuando los establecimientos echan el cierre, están desperdiciando unas mil
toneladas, según denuncia el estudio ¿Qué hacen los supermercados con la comidaque no venden?, elaborado por FACUA-Consumidores en Acción en 2014. Pero no es
solo la distribución.
La sangría
es habitual en todos los eslabones de la cadena alimentaria. Empezando por la
producción, donde la especulación con los alimentos provoca excedentes y
bajadas de precios tales que al agricultor no le sale a cuenta recolectar lo
cultivado. Mientras que las razones estéticas sentencian a un tercio, o más, de
género perfectamente apto. Ese plátano demasiado curvo o aquel tomate con un
color o tamaño “que no se corresponde con los estándares cosméticos que nos han
ido imponiendo”, tercia Gaby Susanna, cofundadora y presidenta de la PlataformaAprovechemos los Alimentos.
La materia
prima que pasa más o menos indemne al siguiente estadio, el de la
transformación, sufre una nueva merma durante el proceso industrial. “¿Sabes
cuántas hojas verdes, con todas las vitaminas y minerales que tienen, se
descartan a la hora de embolsar las ensaladas ya cortadas y limpias que se
venden en los centros comerciales?”, pregunta Susanna. Quien dice ensaladas
preparadas dice judías verdes, que se rebanan casi por la mitad para que quepan
en las bandejas. O la primera y última rebanada del pan de molde, que muchos
consumidores rechazan, por lo que algunas marcas comercializan sus panes sin
ellas. ¿Dónde va a parar todo ese sobrante? Efectivamente, a la basura. Quien
quiera pruebas no tiene más que echarle un vistazo a la charla TED que Tristram Stuart ofreció en Londres en mayo de 2012.
Stuart es un
activista inglés que en 2009 publicó su libro Waste: Uncovering the Global Food
Scandal (Despilfarro: Destapando el escándalo global de la comida), convertido
en algo así como la Biblia de la cultura del aprovechamiento alimentario, y
traducido a varios idiomas. Ese mismo año organizó su primer Feeding the 5.000
en Trafalgar Square, Londres: productos condenados al vertedero fueron
rescatados de mercados y tiendas por los voluntarios para alimentar a 5.000
personas en una gran comida comunitaria, reivindicativa, festiva. Si una macro recolecta
da para llenar miles de barrigas, ¿qué no haría la redistribución sistemática
de la comida no comercializable entre las personas que la necesitan? Economía
circular frente a la economía lineal en la que estamos inmersos, defiende
Susanna. “Extraemos, usamos y tiramos”.....
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