OTRO MODELO AGRÍCOLA ES POSIBLE
LOS BENEFICIOS DE LA AGRICULTURA URBANA
Aunque parezca un contrasentido hablar de «agricultura» y
«urbana» a la vez, hay que tener en cuenta que en el pasado, cuando los medios
de comunicación y los medios de conservación eran muy rudimentarios y difíciles
(es decir, hasta las primeras décadas del siglo XX), la mayoría de las ciudades
eran prácticamente auto-suficientes gracias a las granjas de su área urbana y
peri-urbana. Así, en este capítulo analizaré diferentes ejemplos históricos que
describen estos casos, junto a la tendencia actual, que va en el sentido de
recuperar gran parte de estas prácticas, con mejoras en sus rendimientos, y
todo ello sin necesidad de usar fertilizantes sintéticos y otros productos
químicos.
En todos los tiempos históricos y civilizaciones, desde Mesopotamia hasta el Machu Picchu, la agricultura urbana ha estado presente en gran medida como fuente fundamental de aporte de las necesidades alimentarias de las poblaciones urbanas. Pero es sólo recientemente —a partir de las primeras décadas del siglo XX en los países desarrollados— cuando este modo de producción ha ido decreciendo rápidamente, de tal forma que pienso, como muchos otros, que será una forma de producción cada vez con más futuro, por muchos y diferentes motivos que iré analizando.
Los Poor Gardens
Los inicios de la Revolución Industrial fueron posibles
gracias a los grandes excedentes de mano de obra en la Inglaterra del siglo
XVIII a consecuencia del auge de los enclosures. Estos cercamientos de
tierras, supusieron la privatización forzosa de los terrenos comunales que
hasta entonces habían sido la base de la producción agraria rural, tendencia
que en España tomó el nombre de desamortización (la
eclesiástica realizada por el gobierno de Mendizábal, y la civil realizada por
el de Madoz), origen de gran parte de las tensiones sociales en la España del
siglo XIX y principios del XX.
Las consecuencias de los enclosures fue el
fin del modo de vida de millones de personas que pasaron a engrosar el
proletariado urbano, siempre al mismo borde de la subsistencia, y fue este
ambiente post-enclosures el que llevó a nuestro querido Thomas Malthus a
establecer sus tesis sobre la «inevitabilidad» de la miseria, la ruina y el
«equilibrio» de la población por las muertes masivas por hambre de los pobres,
así como toda esa serie de mitos asociados a esta visión del mundo como el de
la «Tragedia de
los Comunes» de William Foster Lloyd (1794-1852) retomado en época moderna
por Garrett Hardin, que ignora completamente la historia, ya que es en el uso
compartido y respetuoso de «los comunes» como se desarrolló la agricultura
durante toda la Edad Media y parte de la moderna, en la mayoría de los países
europeos. En España está el magnífico ejemplo de las comunidades de
villa y tierra de Castilla, hermoso nombre para probablemente el
sistema socio-económico-político más libre, igualitario y meritocrático de toda
la Edad Media de Europa.
Debido a los problemas de subsistencia y sociales (es
extraño pero hay algunas personas que no se resignan a morirse de hambre sin
antes recurrir a saltarse la ley o a la violencia) del primer proletariado
urbano, se toma como medida paliativa, por parte de los poderosos, el
establecimiento de los «poor gardens» que son pequeños huertos urbanos para
mejorar un poco la alimentación del proletariado urbano, no obstante, sólo
estaba permitido el estricto auto-consumo estando muy penado la venta de
productos, además por lo exiguo del tamaño de estos huertos era
extraordinariamente difícil que esto sucediese. Por otro lado en el «diseño» de
esos «poor-gardens» ya se tenía en cuenta que bajo ningún concepto diesen la
posibilidad de proporcionar un medio de vida independiente a esas personas, ya
que hubiesen acabado con el efecto «beneficioso» (para los industriales
británicos) de los «enclosures», es decir, una inagotable mano de obra en
condiciones de subsistencia, además esos «gardens» podían conseguir que los
salarios pudiesen bajar algo por debajo del nivel de subsistencia (Ley de Hierro
de los Salarios de D. Ricardo).
Eran también una herramienta de «control» ya que para poder
optar a uno de estos huertos, proporcionados por la «caridad» de los grandes
propietarios, y poder conservarlo, era indispensable mantener una estricta
moralidad, respeto a las autoridades, comportamiento intachable, y todos los
atributos y disfraces del servilismo que se quieran mencionar.
En otros países, como Alemania, Francia y Bélgica se darán
situaciones similares a medida que se van industrializando
París, «Le Marais»
Uno de los ejemplos más espectaculares de la agricultura
urbana tradicional fue el «Marais» de París, la zona de huertas de cultivo
intensivo de esa ciudad en el siglo XIX y que sirve de ejemplo a la agricultura
orgánica intensiva incluso hoy en día. En el muy interesante texto «Urban Agriculture Yesterday and Today»
de Smit, Nasr & Ratta, que trata sobre la agricultura urbana a lo largo de
la historia, aparece el siguiente texto sumamente revelador de la capacidad de
producción de la agricultura urbana intensiva en París:
Caso 2.2 El marais
de París del siglo XIX
Hace cien años, una sexta parte del área de
París se utilizaba para producir anualmente más de 100 000 toneladas de cultivos
de ensalada fuera de temporada de alto valor. Este sistema de cultivo se
sustentaba en el uso de aproximadamente un millón de toneladas de estiércol de
establo producido cada año por los caballos, que proporcionaban la energía para
el sistema de transporte de la ciudad. Se produjo suficiente "suelo"
excedente para expandir el área de producción en un 6 por ciento al año. En
términos energéticos, de masa y monetarios, los insumos y productos del
agroecosistema urbano parisino superan a los de la mayoría de los ejemplos de
producción de cultivos totalmente industrializados de la actualidad. El
reciclaje biológico productivo de los residuos del sistema de transporte de la
ciudad contrasta favorablemente con las exigencias y consecuencias de los
ecosistemas urbanos simplificados y actuales.
Este sistema de cultivo ocupaba del orden de 1/6 del área
urbana de la ciudad. Un número de 6 cosechas era algo normal en este tipo de
cultivos, y su productividad no sólo alcanzaba para proporcionar alimentos a la
ciudad de París, sino que las hortalizas de esta zona se consumían incluso en
Londres. El tipo de cultivo se seleccionaba por su valor comercial, más que por
la capacidad alimentaria, es decir, que si el criterio hubiese sido la
producción de cantidad de alimentos y no la maximización económica, el
rendimiento en alimentos hubiese sido aún superior.
Ejemplos similares pueden encontrarse en todo el mundo, así
alrededor de 1850 del orden del 80% de los alimentos que se consumían en Nueva
York (que ya era una gran ciudad) se producían en su área urbana y peri-urbana.
La agricultura urbana en las Guerras Mundiales
La agricultura urbana entró en decadencia a principios del
siglo XX en los países desarrollados por varios factores combinados:
abaratamiento y mejora de los sistemas de transporte y conservación de
alimentos, especulación urbanística producto del crecimiento urbano, progresiva
desaparición de los sistemas de transporte tirados por animales, etc… Todo ello
combinado originó un alejamiento de las fuentes de producción de los alimentos
a distancias cada vez más alejadas de la ciudad.
Un ejemplo de esta dinámica de alejamiento de las fuentes de
suministro alimentario fue el auge económico de Argentina en las primeras
décadas del siglo XX gracias, entre otras cosas, a las mejoras en los sistemas
de refrigeración en barcos y otros vehículos que posibilitó las exportaciones
masivas de carne desde ese país sobre todo a los países europeos, algo
irrealizable antes de finales del siglo XIX. A lo largo del siglo XX y aún el
siglo XXI gran parte de la dinámica económica de ese país está asociada a las
fluctuaciones de esa dependencia de las exportaciones alimentarias, que
beneficiaron sobre todo a la aristocracia de estancieros y a
los grandes capitales ingleses y norteamericanos, propietarios de las
instalaciones frigoríficas y de los medios de transporte internacionales.
Sin embargo, en los períodos donde se da una alteración
significativa del comercio, como en las guerras, esta dinámica se rompe y los
países se ven forzados a volver la vista a los modelos tradicionales de
producción alimentaria, y entre éstos, uno de los más destacados es la
agricultura urbana. Este mismo modelo de rescate de la agricultura urbana
debido al colapso económico o del comercio, será la tónica distintiva de su
vuelta en muchas ocasiones, como veremos en algunos ejemplos.
Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, en el caso
del Reino Unido se produjo un auténtico colapso del suministro alimentario, ya
que Inglaterra era muy dependiente, en ese sentido, de los suministros provenientes
mayormente de Canadá y EE.UU., que se vieron profundamente alterados por el
bloqueo submarino ejercido por los alemanes, de tal forma que las prioridades
en los fletes marinos pasaron a ser los combustibles (para uso militar), el
armamento, materiales para la industria bélica y los soldados, quedando el
suministro alimentario a la población muy relegado como prioridad, por lo que
los gobiernos tuvieron que alentar la producción local de alimentos para
rellenar esa brecha.
Por ejemplo en los inicios de la PGM no hubo
problemas de suministro alimentario, pero con el bloqueo submarino alemán a
partir de 1916 la cosa cambió de forma radical, y el gobierno inglés dio
prioridad a las políticas de apoyo a la agricultura urbana, los llamados War
Gardens; y estos huertos urbanos llegan ser más de 1,8 millones en 1918,
creándose milicias de mujeres agricultoras para cultivarlos,
pues los hombres estaban en el frente, que llegaron a ser 80 mil en la SGM
donde esta estrategia volvió a retomarse con igual éxito, evitando
efectivamente problemas de malnutrición en la isla debido al colapso de las
importaciones de alimentos.
En Alemania se adoptó una estrategia similar, sin embargo
fue en EE.UU. donde el despliegue de esta estrategia fue más masivo en ambas
guerras mundiales, de tal forma que a finales de 1917 a los pocos meses de la
participación americana en la PGM ya había 3 millones y medio de nuevos huertos
urbanos en servicio, y en la SGM el número de mujeres cultivadoras en
esos huertos urbanos llegaron a ser nada más y nada menos que dos millones.
Sólo en USA durante la 2ª GM se calcula que la agricultura
urbana, con su extraordinaria productividad y ahorro de combustible en
transporte, refrigeración, etc. ocupó a unas 5 millones y medio de personas,
trabajando en unas 20 millones de nuevas parcelas de cultivo, que produjeron
del orden de 10 millones de toneladas de frutas y verduras, consiguiéndose el
inmenso logro de evitar no sólo problemas alimentarios en el propio país, sino
tener recursos alimentarios suficientes para los países aliados y las
zonas liberadas del enemigo (una vez controlada la amenaza
submarina alemana).
Todas estas estrategias de promoción de la agricultura
urbana se abandonaron al fin de la contienda, con el retorno a la agricultura
industrializada y las cadenas de suministro internacionales.
Esto es un claro ejemplo de la emergencia del espíritu
solidario ante la adversidad que consigue que la unión de los diferentes
actores de la sociedad permitan evitar una amenaza de hambre cierta,
permitiendo la puesta en cultivo de terrenos de propiedad privada o pública
(como las famosas granjas de cerdos de Hyde Park), su cesión, para que la
iniciativa, la sabiduría y el esfuerzo individuales y colectivos consigan
producciones que no se sospechaban que podían conseguirse. Una lástima que esto
sólo parece funcionar en el marco de la búsqueda de la «victoria» bélica.
El caso de Bulgaria en la crisis de 1997
El caso de Bulgaria tras el colapso del bloque soviético y
las reformas del FMI (que sólo pueden calificarse como la obra
de un Atila contemporáneo) es digno de estudio, pues la situación
económica de ese país en 1997 eran las de un colapso económico total: la
inflación era del orden del 300% al mes, el salario mínimo legal era de 14$ al
mes, las pensiones eran tan ridículas que no garantizaban ni la mitad de las
necesidades de ingesta de calorías de una persona, cuanto más el resto de
costes de la vida, etc. Pero analizando los datos de salud de la población se constata
que incluso en lo peor de ese período no se dieron casos de malnutrición, los
precios de los alimentos eran bastante bajos y no se daban situaciones críticas
de seguridad alimentaria.
La explicación a esta aparente paradoja es bastante simple:
la agricultura urbana. Más del 30% de la población del país practica la
agricultura urbana, y en las ciudades del orden de 900 mil familias (más de 2
millones y medio de personas) tienen mini-huertos, que han desarrollado una
extraordinaria eficiencia a lo largo del año, muy rentables desde el punto de
vista de los inputs energéticos y los outputs de
comida obtenidos, como suele ser siempre el caso en la agricultura urbana. Por
otro lado, los beneficios del sistema, por el cooperativismo y la mera
solidaridad, acaban alcanzando a prácticamente toda la sociedad.
Es un verdadero milagro cómo la agricultura
urbana de Bulgaria ha sobrevivido a los 2 grandes enemigos históricos de este
modelo de producción agraria: la colectivización de origen soviético que
apostaba por las grandes e ineficientes granjas industriales burocratizadas; y
el liberalismo, con sus enclosures, la concentración de la
propiedad, la especulación inmobiliaria (que todo lo arrasa) y la agricultura
industrial globalizada (y sus ventajas comparativas ricardianas).
La agricultura urbana en Java
Java es la isla más poblada del archipiélago que forma
Indonesia, tiene un territorio de 126.700 Km2 (algo más de la
cuarta parte de España) y en ella viven más de 124 millones de personas (casi 4
veces más que España), siendo más poblada que cualquiera de las islas del
Japón, y siendo más del 50% de la población de Indonesia (237 millones), es
decir, la densidad de población de Java es más de 10 veces la densidad de
población de España (979 habitantes por Km2 en Java y 93
habitantes por Km2 en España).
La agricultura urbana de Java es muy antigua y, de hecho, se
ha ido enriqueciendo con los aportes de otras culturas, así ha adaptado de los
holandeses (antigua potencia colonial) los sistemas hidropónicos, de los
emigrantes chinos la horticultura en suelos elevados (mesas y jardineras de
cultivo) y de los malayos el cultivo de peces en jaulas marinas. Los huertos
tradicionales de Java son capaces de obtener de 20 a 40 cosechas en un año, y
los urbanos tienen unos rendimientos aún mejores.
Recientemente estudios del ministerio de agricultura de ese
país han llamado al uso intensivo de huertas en detrimento del cultivo de arroz
y otros métodos de cultivo, ya que los rendimientos de las huertas urbanas
proveen un rendimiento que es del orden de 6 veces el de los bancales de arroz
de cosechas múltiples que se asocia con esas latitudes
El objetivo de los ayuntamientos de Java es que del orden
del 36% de las áreas urbanas estén plantadas con árboles frutales (unas 23.000
hectáreas).
Estos procedimientos de agricultura urbana intensiva tomaron
súbita importancia en la crisis financiera del Sudeste Asiático de 1998 (que
los indonesios llaman «la crisis del FMI») y el súbito hundimiento de la
economía, agravado por las políticas devastadoras del FMI en ayuda de los
acreedores, supuso el colapso económico y social casi total, y fueron la
potenciación de esas técnicas tradicionales y otras nuevas, de cultivo urbano y
peri-urbano intensivo las que evitaron una verdadera hambruna en la población.
Ahora las autoridades no quieren que una futura crisis tome a la población por
sorpresa…
El ascenso de la agricultura urbana en Cuba
Cuba es otro ejemplo de economía que sufre un colapso brusco
y debe desarrollar estrategias aceleradas para la supervivencia de la
población, y como ha ocurrido tantas veces a lo largo de la historia, el
desarrollo de estrategias de agricultura urbana no sólo han conseguido mitigar
un posible desastre alimentario, sino que han llegado a mejorar la situación
preliminar.
Adjunto algunas estadísticas indicativas de la dependencia
alimentaria de la isla de Cuba del exterior antes del colapso del bloque
soviético:
Antes de 1989 Cuba importaba:
- 1,3
millones de toneladas de fertilizantes.
- Más
de 20 mil toneladas de plaguicidas y herbicidas.
- 1,6
millones de toneladas de materias primas para alimentación animal.
En la segunda década de los 80 importaba:
- El
79% de los cereales.
- El
50% del arroz.
- El
94% de aceites y granos de oleaginosas.
- El
38% de la leche y sus derivados.
La agricultura cubana, como en general la de los países
comunistas, seguía el modelo de agricultura industrial de monocultivo, con uso
intensivo de maquinaria, abono y pesticidas, y se había especializado, también
como herencia de la época pre-revolucionaria, en el cultivo de la caña de
azúcar para la exportación y dependía fuertemente de los alimentos del
exterior, de tal forma que del orden del 60% de los alimentos que consumían los
cubanos a finales de la década de 1980 provenía del exterior de Cuba.
Todo esto cambió bruscamente con el colapso del bloque
soviético y en particular con el colapso de la URSS en 1991, donde el país
dejó, de forma casi instantánea de recibir alimentos, derivados del petróleo,
fertilizantes, pesticidas, maquinaria agrícola, maquinaria industrial, etc… de
los países comunistas, coincidiendo con un nuevo endurecimiento del bloqueo
norteamericano en 1992, pues juzgaban que «la fruta estaba madura para caer»,
así sin divisas, el comercio internacional de Cuba colapsó por completo. Era lo
que se conoce como el Período Especial en
ese país y la oferta de alimentos bajó en un 60%.
Por tanto la adopción masiva de la agricultura orgánica
urbana, la permacultura, los cultivos organopónicos por ese país no se debieron
a ningún tipo de preferencia política sino a la más pura
urgencia y necesidad de sustituir las importaciones que ya no llegaban. Por
otro lado el beneficio de la agricultura urbana, además de tener más
rendimiento que la rural, minimiza el consumo energético, prácticamente
eliminando las necesidades de transporte, refrigeración (cultivos
estacionales), embalaje, etc… como ya hemos descrito que ocurrió en el caso de
las guerras mundiales.
Expertos de todo el mundo colaboraron con los cubanos en
este gigantesco experimento de adopción de técnicas agrícolas
orgánicas e intensivas, merece especial mención las brigadas de técnicos
voluntarios australianos en permacultura, y de otros países que transmitieron
un alto volumen de conocimientos sobre las nuevas técnicas de agricultura
orgánica intensiva, que rápidamente fueron asimiladas por los cubanos.
Con el tiempo estos métodos de agricultura orgánica intensiva
han conseguido éxitos notables en Cuba, por ejemplo según la sala de prensa de
la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura), recientemente el director general felicitó a Cuba por
sus resultados en la lucha contra la malnutrición, de tal forma que en la
actualidad, los niveles de sub-nutrición en Cuba afectan a menos del 5% de la
población, es decir, es comparable a la de los países desarrollados y
un resultado mejor que la mayoría de sus vecinos que no han sufrido ningún tipo
de colapso comercial.
Por dar algún dato ilustrativo más del extremadamente alto
rendimiento de la agricultura urbana orgánica: la Habana produce del orden del
90% de todas las frutas y verduras que se consumen en esa ciudad. Rendimientos
de más de 20 Kg/año/m2 son bastante comunes con estas técnicas de producción.
Adjunto un ejemplo de la capacidad de los cultivos urbanos
para alimentar a la población lo tenemos en un informe de la CSFC (Community Food Security Coalition) que
entre otras cosas afirma que: las huertas y granjas urbanas tiene una capacidad
productiva sorprendente, y así como ejemplo dice que en una estación de cultivo
de 130 días, una parcela de 3 x 3 = 9 m2 puede proveer la mayoría de
las necesidades de vegetales de una familia de 4 personas, incluyendo las
necesidades de vitaminas A, C, complejo vitamínico B y hierro. Esto da una idea
de las inmensas capacidades de estos sistemas de cultivos que han mejorado
mucho con las nuevas técnicas de cultivo agro-ecológico modernas.
Existe una inmensa cantidad de estudios sobre la agricultura
ecológica, que llegan a la conclusión de que es posible obtener mayores
producciones alimentarias usando métodos de cultivos ecológicos, es decir, sin
abonos sintéticos, sin pesticidas, sin especies genéticamente modificadas y sin
métodos agresivos de arado, etc… Como en un informe de la UN Human Rights donde
se afirma que «Eco-Farming
Can Double Food Production in 10 Years» (la agricultura ecológica puede
doblar la producción de alimentos en 10 años). En otro artículo
de la UNEP (United Nations Environment Program) se detallan las
inmensas desventajas de la agricultura industrial respecto a la orgánica.
El caso de Detroit
La moderna agricultura urbana en USA tiene sus inicios
recientes en las acciones de los Green
Guerrillas de Nueva York a principios de los años 70 del pasado siglo,
que arrojaban semillas a los solares vallados y se dedicaban a plantar árboles
y luego huertos en los solares abandonados, para embellecer la ciudad y acercar
a los ciudadanos a la naturaleza, ante la manifiesta hostilidad de las autoridades.
Con estos tímidos inicios comenzó el nuevo movimiento de la
agricultura urbana en USA, pero uno de los lugares donde ha experimentado un
gran desarrollo en las últimas décadas ha sido la ciudad de Detroit, y por
causas similares a las descritas para los otros auges de la agricultura urbana,
ya que la ciudad de Detroit, que fue la cuna de la gran industria automovilista
estadounidense, ha estado inmersa, desde la década de 1970 en una fuerte
decadencia socio-económica por la gran deslocalización industrial de la
producción y por el abandono del centro hacia los suburbia como
se conocen en EE.UU. los barrios residenciales de las afueras que siempre se
asocian con el american way of life.
Esto originó a la vez una fuerte depresión económica en la
ciudad asociado al abandono de extensas zonas de viviendas e industriales, que
han servido, en las últimas décadas, como zonas donde se ha desplegado, de
forma masiva, una nueva agricultura urbana comunitaria que ha conseguido
beneficios notables para una gran parte de los sectores más desfavorecidos de
la ciudad.
Invito a leer detenidamente el artículo de Ecologistas en
Acción donde se aborda el caso de la ciudad de Detroit con el sugestivo título
de «La ciudad de
Detroit como metáfora«.
En este artículo se menciona, entre otras muchas cosas
interesantes y esperanzadoras para esa comunidad, que en la actualidad hay en
la ciudad de Detroit más de 1200 huertos comunitarios y granjas urbanas, de tal
forma que sumando las producciones del área urbana y peri-urbana, estos huertos
y granjas aportan del orden del 50% de los alimentos que se consumen en la
ciudad.
Otros ejemplos de agricultura urbana
La agricultura urbana está en plena expansión en muchos países
del mundo, en el caso de USA tenemos uno de los ejemplos más notables en el
caso de Nueva York, donde ya existen del orden de 500 community gardens (huertos
comunitarios), que están siendo objeto de cada vez mayor atención por parte de
los habitantes de esa ciudad, como ejemplo un
magnifico artículo de la Universidad de Columbia que trata de los
beneficios y la potencialidad de este esquema agrícola para la ciudad de Nueva
York.
En otros países europeos este movimiento está teniendo una
gran expansión, como por ejemplo en Alemania y Reino Unido.
En el caso de Londres tenemos iniciativas famosas como Capital Growth que promueve
iniciativas de huertas comunitarias urbanas, proporcionando formación y ayudas
para conseguir el desarrollo de estos huertos, o la iniciativa Grow Your Own de
la Royal Horticultural Society.
En Berlin se estima que hay del orden de 80 mil huertos
urbanos, que ocupan el 11% del espacio público y el 4,5% de toda la superficie
de la ciudad y no deja de crecer, con nuevas iniciativas en azoteas, terrazas y
balcones.
En el caso de España, la verdad es que no he conseguido
encontrar mucha información, aunque todo apunta a que hay un movimiento
creciente en la extensión de la agricultura urbana, y en la situación de crisis
actual desde luego tiene todo el sentido del mundo, aunque no sólo por este
motivo y en el futuro estoy convencido que irán a más (existen algunas de estas
iniciativas en huertas
de Madrid y Barcelona).
Es el momento de abordar las propuestas emergentes de cambio
del actual modelo agrícola y en general alimentario, del que la agricultura
urbana forma una parte indispensable.
Hacia un nuevo modelo agrícola
El modelo agrícola actual, industrial y globalizado, es
profundamente destructor y despilfarrador, no sólo desde el punto de vista del
uso de los recursos, sino de la destrucción de las formas tradicionales de
vida/producción, despoblación rural, destrucción medioambiental acelerada,
destrucción de biodiversidad, destrucción de las comunidades
(asociación/vínculo de productores/consumidores), destrucción de empleo, es más
caro para el consumidor, atenta contra la salud de las poblaciones y destruye
la seguridad alimentaria local dejando a la población indefensa ante cualquier
crisis global (como la que ahora tenemos encima).
Voy a repetir lo dicho antes respecto al despilfarro
energético que supone el actual sistema de distribución alimentaria, en
particular los estudios de Rich Pirog, del Leopold Center que en
sus estadísticas indican que un item medio de nuestro actual sistema
alimentario recorre una media de 2.400 Km, y así los sistemas actuales de
producción y distribución alimentaria producen una huella de CO2 que
es entre 5 y 17 veces mayor que los sistemas de agricultura orgánica locales y
regionales.
Las ventajas de la producción local de alimentos son
inmensas comparadas con el actual modelo industrial globalizado, donde la
agricultura local, por ejemplo en los países desarrollados, sólo puede
sobrevivir con ayudas y subvenciones que son inmediatamente «descontadas» por
las grandes cadenas de distribución, que son las que verdaderamente se
benefician en este proceso. Al final las subvenciones se conceden para
propósitos tan demenciales como no recoger la cosecha o dejar las tierras
improductivas, mientras consumimos una comida llena de sustancias químicas y
genéticamente modificada cuyo efecto sobre la salud a medio y largo plazo
no conocemos, producida a miles de kilómetros, y asistimos a un desempleo, una
destrucción del medio ambiente y una falta de alternativas laborales
espeluznante, mientras los oligopolios de la distribución cada vez tienen más
poder.
En muchos países se está dando una tendencia creciente en
apoyo de la agricultura (y ganadería) local y orgánica, como medio de:
- Descentralizar
las redes de distribución hacia empresas y cooperativas locales de pequeño
tamaño, en detrimento de las grandes empresas de distribución, verdaderos
oligopolios que son las que se llevan la mayor parte del pastel económico
en detrimento tanto de los productores como de los consumidores.
- Tener
una oferta a precios más económicos de productos frescos y orgánicos de
fuentes locales/regionales, ya que la mayor parte del beneficio se lo
repartirían el productor y el consumidor, y no las grandes cadenas de
distribución.
- Las
redes locales ayudan a los pequeños agricultores a mantenerse
económicamente y contribuyen al empleo y a fortalecer las economías
locales y las formas de vida tradicionales al circular el dinero en el
propio ámbito, que a su vez revierte en toda la comunidad en la que
los productores y empleados también gastan su dinero. Es un refuerzo del
sistema local de circulación del dinero.
- Reduce
extraordinariamente el impacto ecológico y energético de la producción y
distribución de alimentos.
- Estos
sistemas se basan en el conocimiento mutuo de los productores y consumidores,
es decir, en gran parte se requiere mantener la confianza y la reputación,
por lo que contribuye a un comportamiento más ético con los demás y el
entorno, estrategia mucho más efectiva, debida al contacto cercano que,
por ejemplo, ese cuento de las grandes empresas
llamado Responsabilidad Social Corporativa, cuyos resultados
prácticos pueden verse, por ejemplo en ese taller de Bangladesh en 2013,
que se hundió matando a más de 1.100 trabajadores de un contratista de
grandes empresas de comercialización de ropa, sobretodo de Europa, entre
las que se cuenta alguna gran empresa española donde su dueño en ocasiones
presume de filántropo.
No, yo creo que no es inevitable que para que podamos
comprarnos una camiseta, ésta deba estar fabricada en Bangladesh por mano de
obra cuasi-esclava al borde de la muerte por hambre o aplastamiento en esas
especies de nichos-taller, por que si no «costarían mucho más», como dicen
algunos sesudos economistas (como el inefable Niño Becerra),
cuando se sabe que las diferencias de precio entre los productores esclavizados
y el precio de venta en occidente puede multiplicarse por 50, ¿es eso inevitable?
Lo es si lo que de verdad se quiere es una cada vez mayor concentración de la
riqueza en manos de unos pocos y el empobrecimiento acelerado de las
poblaciones (la de aquí y la de allí).
Igualmente las cadenas de distribución alimentaria juegan al
mismo juego, y los precios de los alimentos, que apenas sostienen en niveles de
subsistencia a los agricultores de los países emergentes, ven sus precios
multiplicados muchas veces cuando llegan al consumidor. Para tratar de salir de
esa trampa los remedios de las empresas agrícolas ya los
sabemos: más precariedad laboral en el campo, mano de obra inmigrante sin
papeles, más fertilizantes para intentar producir más, más pesticidas para
evitar posibles pérdidas, más organismos genéticamente modificados, más agua
despilfarrada, más deforestación, más subvenciones, etc…
Y ¿por qué no intentamos ponernos, como consumidores, de
acuerdo con los productores para trabajar juntos?
Existe un sistema que está teniendo extraordinaria difusión,
sobre todo en USA, que es la llamada CSA (Community
Supported Agriculture = Agricultura con Soporte Comunitario), en este esquema
las personas que participan se comprometen a «invertir» en una granja local
para la cosecha, de tal forma que comparten, con el agricultor, los riesgos y
beneficios de la citada cosecha, y usualmente los participantes reciben
una cesta semanal (vegetable box scheme)
de productos de la granja, con quien han establecido un vínculo, que acaba
llegando mucho más allá de la mera relación productor/consumidor. Con este tipo
de acuerdos se limita mucho la dependencia de los agricultores de las
entidades financieras, y el agricultor se compromete a trabajar de una
determinada forma en la tierra, normalmente de forma orgánica y
respetuosa con el medio ambiente y a repartir sus ganancias con los que
lo han apoyado.
Esta forma de relación consumidor/productor que son los CSA
está teniendo una extraordinaria difusión en Norteamérica, de tal forma que
actualmente hay del orden de 13.000 granjas participando en este esquema de
apoyo a la pequeña agricultura local orgánica y su número va creciendo de forma
continua.
Granjas que trabajan con el esquema CSA en los EE.UU. pueden
verse en detalle en esta web de la asociación LocalHarvest (cosecha
local en español), con la extraordinaria difusión de estos esquemas de CSA.
Hay muchos webs de asociaciones de CSA’s y donde se promueve
la agricultura local y los esquemas de asociacionismo entre productores y
consumidores de una región, como por ejemplo este enlace a FairShare CSA Coalition en
Wisconsin, donde se declara que sus metas estratégicas son:
Un futuro donde la CSA es el alma de un
sistema de producción local de alimentos fuerte; donde todas las familias
tengan acceso a comida orgánica producida de forma local y que mantengan
fuertes conexiones con sus granjas, alimentos y la comunidad en general.
¿Es que acaso pensáis que este modelo no es mejor que el
modelo agrícola y de distribución de alimentos que ahora tenemos?
Este movimiento está teniendo también un extraordinario auge
en Reino Unido donde hay más de 6.500 granjas involucradas en estos proyectos
de CSA y existen muchas asociaciones encargadas de promocionarlas, como por
ejemplo las de la web Making
Local Food Work, por citar una de ellas.
Un
interesante artículo que recoge una conferencia de 2010 en Kobe
(Japón) de una experta en estos temas llamada Elizabeth Henderson,
hace un recorrido sobre la difusión mundial de la Community Supported
Foods and Farming en diferentes países, creo que merece la pena leer
detenidamente ese artículo. En él se describe que además de su creciente
despliegue en los países anglosajones, esta forma de entender la alimentación,
la agricultura y las comunidades en general, está creciendo grandemente en:
Suiza, Alemania, Portugal, Japón, Bélgica, Países Bajos y algunos otros países
del Este de Europa, pero no se menciona una palabra de España, supongo porque
aquí estas iniciativas son escasas, en cualquier caso puedo estar equivocado.
Hay muchas otras iniciativas de apoyo a la producción local
de alimentos que no son los esquemas CSA, y que en cualquier caso persiguen los
mismos objetivos: el sostenimiento de pequeñas empresas y cooperativas locales
que produzcan de forma orgánica alimentos frescos para mejorar la salud y la
economía de las regiones, en vez de sostener el modelo agrícola actual,
profundamente destructor.
Puede y debe hacerse un paralelismo entre estas
propuestas de apoyo a la producción local de alimentos con las que recojo
en un artículo
anterior de apoyo a las cooperativas locales de generación de
energía y por los mismos motivos; pues si queremos sostener una forma de vida
medianamente digna hemos de apoyarnos mutuamente, aprender a sostener nuestras
comunidades, a romper los lazos con los grandes oligopolios mundiales y sus
métodos de concentración de riqueza y distribución de pobreza, a apoyar a los
pequeños productores que nos rodean, o formar parte de sus proyectos, porque la
opción de no implicarse en ninguna iniciativa y votar cada 4 años para esperar
el milagro, queridos lectores, no va a funcionar, o va a funcionar
en el mismo sentido que hemos visto hasta ahora, una vez agotada la anestesia
del crédito masivo, es decir, nos vamos a hundir cada vez más en la
miseria, y os aseguro que los tiempos que vienen no serán fáciles.
Creo que sí, que existen salidas y formas de mejorar nuestra
vida, de romper la perversa dinámica actual de extensión de la pobreza, de
competición de los países unos con otros por la precariedad y los bajos
salarios, todo fundado en el triunfo tanto de los enclosures (cercamientos)
físicos, pero más aún del triunfo de los enclosures mentales
que han llevado a la mayoría de la población a creer la famosa frase de Mrs. Thatcher
«There Is No Alernative» (no hay alternativa) y sí, claro que sí la hay, pero
hay que buscarla y no quedarse sentado esperando, pues creo que esto está en
nuestras manos…
Suerte a todos.
Leer artículo completo en:
https://www.15-15-15.org/webzine/2022/10/17/otro-modelo-agricola-es-posible/
No hay comentarios:
Publicar un comentario