VIAJAR PARA PERDER EL MIEDO A LA VIDA
“Porque hace años que nos dimos cuenta de que LA VIDA NO VALE LA PENA SI UNO NO PUEDE HACER CON ELLA LO QUE QUIERE. Ese día tomamos la decisión de que íbamos a romper la errante inercia de vivir una vida que no entendíamos”
“Cogimos un papel y un bolígrafo, e hicimos una lista de cosas que nos apasionaban. El resultado fue la gran sorpresa de constatar que para realizar la mayoría de ellas, no necesitábamos dinero. Entonces… ¿Qué diablos estábamos haciendo? ¿Por qué trabajábamos tantas horas?”
“Lo bueno de perder el miedo, es que ya nada te parece imposible, así que nos atrevimos a publicar nuestros libros, “Diario de viaje de un viaje diario” y “Pasaporte hacia ningún lugar”, que han cumplido con creces el verdadero motivo por el cual los hicimos: Estar en paz con nosotros mismos por haber dejado huella en este mundo, como forma de contribución,DANDO LO MEJOR QUE TENEMOS DE NOSOTROS”
La lista de sueños de muchísimas personas coincide en un punto: viajar. Y para hacerlo esperan tiempo, dinero, oportunidad, … que el Destino les busque. Pues Xavier y Carme son una pareja que están labrando ellos mismos su propio destino decidiendo cómo quieren vivir y apostando por ello. Se autodefinen como “una pareja de inconformistas-optimistas-idealistas, que vivimos por y para el sueño de viajar” y que vagabundean por el planeta con apenas 10 kilos en la espalda.
Tras dos vueltas al mundo como experiencia y una tercera en camino, comparten sus vivencias, consejos e información útil en lavueltaalmundo.net y sus dos libros, y tratan de promover la tolerancia, el turismo responsable y una visión del mundo un poco diferente a lo establecido…
“¿Cuando sentaréis la cabeza como todo el mundo?” les suelen preguntar.
Afortunadamente algunos son indomables…
Y esta es su historia contada por ellos mismos:
¿Y no os da miedo vivir de esta manera?… Cuando la gente nos hace esta pregunta, la respuesta es categórica: No. Porque queremos ser felices, y ser feliz y tener miedo son dos cosas totalmente incompatibles. Si… podríamos tener miedo, porque nuestra vida es un poco inestable. Es también incómoda, y a veces incluso implica riesgo e inseguridad. Pero entre tener miedo y ser felices, hemos decidido ser felices.
Vivimos viajando y por ahora no concebimos la vida de otra manera. O como mínimo, no hemos encontrado otra manera más fácil de vivir plenamente. Actualmente estamos dando nuestra tercera vuelta al mundo, y cuanto más viajamos, más impetuoso es el deseo de conocer más lugares.
Sería una incongruencia pensar que viajar es simplemente trasladarse físicamente. Sería tan absurdo como decir que emocionarse es notar que tu corazón late más deprisa, o que llorar es echar lágrimas por los ojos. El hecho de viajar, para nosotros, es un concepto mucho más amplio y sugerente.
Significa situarte en un contexto y un escenario que va a poner a prueba, cada día, la capacidad de encontrar tesoros en lugares que nunca hubieras pensado. Porque para encontrar tesoros tan sólo se necesitan dos cosas: Tiempo, y rigor para reconocerlos.
Hace años que tenemos tiempo, todo el tiempo del mundo. O como mínimo, todo el tiempo que necesitamos para vivir con soltura. Porque hace años que nos dimos cuenta de que la vida no vale la pena si uno no puede hacer con ella lo que quiere. Ese día tomamos la decisión de que íbamos a romper la errante inercia de vivir una vida que no entendíamos.
Cogimos un papel y un bolígrafo, e hicimos una lista de cosas que nos apasionaban. El resultado fue la gran sorpresa de constatar que para realizar la mayoría de ellas, no necesitábamos dinero. Entonces… ¿Qué diablos estábamos haciendo? ¿Por qué trabajábamos tantas horas?
Y de estas preguntas, salieron absurdas respuestas.
Trabajábamos tantas horas para pagar el coche que necesitábamos para ir a trabajar. Trabajábamos tantas horas para poder pagar el restaurante al que debíamos ir al no tener tiempo de ir a casa a comer. Trabajábamos tantas horas para poder pagar el fisioterapeuta al que acudíamos para que nos arreglara las cervicales de estar tanto tiempo trabajando. Trabajábamos tantas horas para pagar a una persona para que nos limpiara la casa, pues nosotros no teníamos tiempo ya que estábamos trabajando.
No nos da vergüenza reconocer que si en aquel momento hubiéramos tenido hijos, seguramente habríamos cometido la aberración de trabajar aun más horas para poder pagar a alguien para que los cuidara, puesto que nosotros no tendríamos tiempo ya que estaríamos trabajando.
Si, es cierto. Aquel día hicimos el sano ejercicio de estar unos minutos riéndonos de nosotros mismos, y de todos los que como nosotros habían caído en la misma trampa. ¿Quien nos había estado engañando tanto tiempo? nos preguntábamos entre risas.
Por momentos tuvimos la tentación de echarle la culpa a “la sociedad”. Pero “la sociedad” es como todos aquellas cosas etéreas que sirven simplemente para echarles las culpas de todo, pues como son impersonales no se pueden defender. Es como cuando hay problemas económicos y salen hombres con trajes y corbatas y dicen que la culpa es de “los mercados”. ¿Pero quién diablos son “los mercados”? O como cuando Johan Cruyff era entrenador del Barça y los días que perdía decía que la culpa era “del entorno”. Nunca nadie ha fallado tantos goles como aquel jugador llamado “entorno”.
No, no podíamos buscar consuelo echándole la culpa a “la sociedad”. Habíamos de ser valientes y reconocer que la culpa la teníamos nosotros y la absurda idea de dejarle terreno al miedo irracional que nos tenía atados de pies y manos. Sí, así es. El miedo es el sentimiento más atroz que existe. Es paralizante y desconfiado, y siempre encontrará excusas para mostrar su presencia. Pero hay algo peor que el miedo, y es el miedo a lo desconocido, que sería como el miedo al cuadrado, tan absurdo como no querer abrir la puerta por temor a saber qué hay detrás.
Nosotros aquel día decidimos abrir la puerta. Y nos encontramos un mundo recién pintado, nuevo a estrenar. Un mundo donde se te permite borrar todas aquellas cosas que aprendiste y que no servían para nada salvo para acobardarte, y donde se aprende que el camino a la felicidad es recto y llano.
Una vez la puerta abierta y el miedo aparcado, todo fue muy sencillo. Nos desprendimos de ataduras y nos decidimos a vivir la vida como si fuera un viaje. Nunca hubo una decisión tan acertada como aquella.
Nació entonces nuestra verdadera vocación, la de escribir, y decidimos plasmarlo todo en nuestra web de viajes, lavueltaalmundo.net. Lo bueno de perder el miedo, es que ya nada te parece imposible, así que nos atrevimos a publicar nuestros libros , “Diario de viaje de un viaje diario” y “Pasaporte hacia ningún lugar”, que han cumplido con creces el verdadero motivo por el cual los hicimos: Estar en paz con nosotros mismos por haber dejado huella en este mundo, como forma de contribución, dando lo mejor que tenemos de nosotros.
El miedo sigue existiendo, pero ya no se para delante de nuestra casa, porque cuanto más hemos viajado, mejor hemos comprendido que el desencuentro entre razas y religiones, entre norte y sur, entre arriba y abajo, se fundamenta en el miedo a lo diferente, a lo que no es igual que nosotros. Este miedo a los demás, es el que más guerras ha provocado, el que más sangre ha derramado. Han surgido países especialistas en “atacar por si acaso me atacan”, mentalidades basadas en el “no vaya a ser que…”
Pero el día que uno decide no tener miedo a lo desconocido, se abre una nueva brecha por la que suspirar un futuro mejor. Gandhi dijo “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”. Nosotros empezamos hace ya más de siete años, y el anhelo por que el mismo cambio azote al planeta se conserva intacto, como el primer día.
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