El capital financiero y el Banco de España son responsables del elevado desempleo
El Gobernador del Banco de España, el Sr. Miguel Angel Fernández Ordóñez, y otras voces próximas a la Banca, así como economistas de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), financiada por los mayores bancos de España, son los mayores promotores de la tesis de que la mayor causa del elevado desempleo que existe en España son las rigideces de nuestro mercado laboral, que no permiten a la economía española adaptarse a la nueva situación creada por la Gran Recesión. Esta supuesta rigidez del mercado laboral,así como la falta de disciplina fiscal del estado español, que ha determinado un elevado déficit público, son –según la Banca- las mayores causas de que España no se esté recuperando de la recesión.
Un análisis objetivo de las causas de las crisis, incluido su elevado
desempleo, y de la lentitud de la recuperación económica muestra,
sin embargo, que la mayor causa de la crisis financiera y económica
se debe precisamente al comportamiento especulativo de la banca,
pobremente supervisada por el Banco de España. Es más, tal análisis
objetivo permite también concluir que la escasa recuperación de la
economía española se debe precisamente al mismo comportamiento
especulativo de la banca, que continúa ocurriendo con la complicidad
del Banco de España, al cual debieran exigírsele responsabilidades
por su desidia en su función de salvaguardar los intereses de la
ciudadanía y del estado democrático.
Veamos los datos. Una característica del supuesto “milagro de
crecimiento económico y creación de empleo” español fue la enorme
inversión bancaria en el sector inmobiliario, creándose el complejo
banca-sector inmobiliario-industria de la construcción, que fue el
motor de tal supuesto milagro. Como consecuencia de ello, el sector
construcción llegó a representar el 12% del PIB, más del doble de lo
que tal sector representaba en Gran Bretaña o Francia. El milagro se
basó en mano de obra –la mayoría inmigrante- de escasa
cualificación y bajos salarios. Los precios de la vivienda, sin embargo,
alcanzaron niveles exuberantes, que no guardaban ninguna relación
ni con los costes reales de producción ni con la capacidad adquisitiva
de la mayoría de la población. El ratio precio de la vivienda sobre el
salario medio de España era casi el triple del promedio existente en la
UE-15. De ahí el enorme endeudamiento de la población, causa de la
gran expansión de los negocios bancario-inmobiliarios, centro de la
locomotora expansiva de la economía española. Este desfase entre el
precio real de la vivienda (coste de producción más beneficios
razonables) y el precio actual (que dio pie a unos exuberantes
beneficios bancarios sin precedentes), era resultado de una
especulación sin frenos, que podría haberse detectado fácilmente por
el Banco de España, si éste hubiera tenido la voluntad política que no
tuvo. Es decir, si hubiera supervisado al sistema financiero español
tal como era su responsabilidad. No lo hizo, y debieran exigírsele
responsabilidades por ello, nombrando una Comisión en las Cortes
Españolas (tal como ha hecho el Parlamento islandés) que averiguara
el por qué de este enorme fallo. Por cierto, otros colectivos
responsables de esta dejadez de responsabilidades son los propios
bancos y los centros de investigación económica, como Fedea,
financiados por la Banca, y que ocultaron o ignoraron las dimensiones
de un problema que, a todas luces, se veía que era insostenible.
Varios economistas heterodoxos alertamos en los años noventa de lo
que se nos venía encima sin que se nos prestara ninguna atención. La
ortodoxia económica neoliberal dominante, reproducida en los
mayores medios de información y persuasión, estaba eufórica y
carente de cualquier capacidad de autocrítica.
Cuando la burbuja estalló, resultado en gran parte de la negativa de
las bancas alemanas y francesas a continuar prestando liquidez a los
bancos españoles, los bancos españoles pasaron a tener una enorme
cantidad de viviendas vacías sin posible comprador. La banca
española pasó a ser la mayor propietaria de viviendas vacías que no
encuentran comprador en España.
¿POR QUÉ NO SE REAVIVA LA ECONOMIA ESPAÑOLA?
Si el mercado funcionara correctamente, una manera de que la Banca
pudiera vender las viviendas vacías y reavivar así el mercado
inmobiliario hubiera sido bajando los precios a unos niveles más
asequibles (que se correspondan al nivel de salarios medios del país).
La Banca, sin embargo, no lo hizo, y continúa sin hacerlo, ya que
teme perder mucho dinero. En realidad el precio de la vivienda ha
bajado sólo un 12,8% desde el momento en que había alcanzado el
mayor precio (en 2006). Como escribió recientemente el The New
York Times (18.12.10) la mayoría de expertos inmobiliarios en países
europeos calcula que el precio de las viviendas en España debiera
bajar un 30% o un 40% para que funcionara de nuevo el mercado de
la vivienda y se recuperara así la economía.
¿Por qué no ocurre esto? Porque la Banca prefiere mantener
viviendas vacías esperando a que pueda venderlas más tarde a unos
precios artificialmente altos, en lugar de venderlos ahora a unos
precios más bajos. Y el Banco de España protege a la Banca al indicar
que los precios ya han bajado al nivel que debieran hacerlo. El Banco
de España, que negó que hubiera una burbuja inmobiliaria, niega
ahora que los precios de la vivienda estén todavía inflados. Y lo hace
para proteger a la banca. Y protegiendo a la banca se retrasa la
recuperación económica. En realidad, el estado español debería
intervenir y forzar la venta de las viviendas vacías. Pero, de nuevo, el
propio estado español, que tampoco predijo la burbuja inmobiliaria,
continúa diciendo que “el ajuste de precios de la vivienda ya ha
tenido lugar”, tal como acaba de indicar José Manuel Campa,
Secretario de Estado de Economía del gobierno español.
El problema que la banca, el Banco de España y el estado español
tienen es que nadie les cree. Y con razón. Es obvio que la banca no
esta absorbiendo los costes de su enorme comportamiento
especulativo. El que lo está pagando es el ciudadano, que se ha
quedado con una hipoteca artificialmente elevada, que no puede
pagar, y el usuario (empresario y persona normal y corriente) que no
puede conseguir crédito porque la banca está en peligro de
bancarrota.
De ahí que las agencias de valoración de la deuda privada, como
Moody’s y otras, no crean lo que el Banco de España está diciendo
sobre la estabilidad y fortaleza de la banca española, o sobre la
validez de las pruebas a las que la banca española ha sido sometida.
La falta de transparencia de la banca española es bien conocida
(resultado de su excesiva influencia política y de la complicidad
existente entre la Banca y el Banco de España) fuera de España.
Nadie sabe con certeza, por ejemplo, el número de viviendas vacías
que la Banca tiene en España, ni el número de personas con
dificultades para pagar sus hipotecas. La banca lo oculta y lo único
que hace el Banco de España (que debiera tener esta información) es
aconsejarles cordialmente que lo hagan. Pero no lo hacen. Y es la
banca la responsable de que, resultado de la desconfianza de los
mercados financieros hacia la banca española, el estado español
tuviera que pagar este mes un 18% de más en el pago de los
intereses de la deuda española que el mes anterior.
Una última observación. Para calcular el impacto negativo que la
explosión de la burbuja inmobiliaria ha tenido en causar la Gran
Recesión en España, no es suficiente medir el impacto de tal
explosión en la producción (es decir, en el 12% del PIB ocupado por
tal sector), sino que hay que incluir también su impacto en el
consumo. El crecimiento del valor de la propiedad que, como he
indicado, era un crecimiento ficticio y no real, resultado de la
especulación, determinó un aumento del consumo. Los propietarios
de las viviendas se veían más ricos de lo que eran, y por ello
aumentaron su consumo. En EEUU se ha calculado que de cada dólar
que sube el valor de la propiedad, el propietario aumenta su consumo
5 céntimos. Ello implica un incremento del consumo de 500.000
millones de dólares. No conozco el cálculo para España, pero no me
extrañaría que subiera un 2% del PIB. Ello determinaría que el
impacto de la burbuja inmobiliaria afectara no sólo al sector de la
construcción (un 12% del PIB) sino también al consumo que tal
burbuja había generado (2% del PIB). La suma 12+2=14% del PIB
es una cifra más que respetable y que explica el enorme vacío creado
al estallar aquella burbuja, que debiera rellenarse con un aumento
muy notable del gasto público, y que, al no rellenarse, causa la gran
lentitud de la recuperación económica. Y mientras, la Banca, el
Gobernador del Banco de España, Fedea y el manifiesto de los 100
economistas neoliberales, tienen la osadía (por ponerlo de una
manera amable) de acusar a los sindicatos de ser responsables del
elevado desempleo y de la insuficiente recuperación económica. Y los
mayores medios de difusión ofreciéndoles enormes cajas de
resonancia. Así va España
Vicenç Navarro, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Publicado en : SISTEMA DIGITAL
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