TIENES TODA MI ATENCIÓN
MONOTASKING: La revolución de hacer una sola cosa a la
vez
Una advertencia antes de empezar: este artículo no vas a
leértelo del tirón. No te sientas mal, que casi nadie podría. Ni siquiera se ha
escrito sin que la autora mirase el email y el Whatsapp cada
pocos minutos. Aun así, deberías intentarlo, porque en realidad las personas no
estamos hechas para el multitasking (o multitarea); una
costumbre extendida, pero poco productiva y muy estresante, ya que hacer mil
cosas al mismo tiempo significa no prestarle atención a ninguna.
Hay una práctica revolucionaria contra ese frenético juego de malabares que nos pone de los nervios. Se llama monotasking (o monotarea) y consiste en hacer una sola cosa sin interrupciones ni distracciones hasta haberla terminado o, al menos, hasta haberla realizado durante un rato significativo. Esto va más allá: es la base de una filosofía que utiliza la atención plena para rebelarse y replantearse la vida, el trabajo y todo lo demás.
Un cerebro prehistórico para la era digital
Nos distraemos con todo, y cuanto más nos distraemos, más
sentimos la necesidad de distraernos. Aunque el cuerpo nos lo pida,
desconcentrarse constantemente no es natural.
Los seres humanos somos capaces de atender varios asuntos en
paralelo (cocinar y escuchar un pódcast, conducir y charlar con el copiloto,
comer y ver la tele), pero solo podemos concentrarnos en una de ellas. Está en
nuestro ADN: desde el principio fue necesario que el Homo sapiens dividiera su atención para
sobrevivir. Pero cumplir con más de una tarea compleja en el mismo instante,
como redactar un email y hablar por teléfono, es mucho pedirle
a la cabeza. Siempre saldrá mal alguna de las dos.
Duele asumirlo, pero el smartphone ha
evolucionado más y más rápido que el cerebro. Pese a la evidencia, estamos
empeñados en tratar a nuestra mente como a un ordenador. De hecho, la
palabra multitasking proviene del entorno tecnológico: un
informe publicado en 1965 acuñó el término para describir la capacidad del
ordenador IBM System/360 de operar varios programas a la vez.
Pero, ojo, que ni siquiera los procesadores más avanzados de hoy en día
gestionan múltiples programas simultáneamente, sino que pasan de una operación
a otra, y de esa a la siguiente, a velocidades increíbles.
Las personas tampoco funcionamos así. Lo dice Earl
Miller, profesor de neurociencia en el Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT). Llamamos multitasking a cambiar de una
tarea a otra compulsivamente, pero no se nos da tan bien como lo ponemos en el
currículum. Según un
estudio realizado por la Universidad de Utah en 2010, solo el 2,5% de la
población es supertasker, o sea, que puede hacer dos cosas sin
fallar en ninguna.
El común de los mortales, sin embargo, tarda 23 minutos y 15
segundos en volver a centrarse tras una interrupción, de acuerdo con las investigaciones de Gloria Mark, profesora en el
departamento de Informática en la Universidad de California. Encima, saltar
entre actividades como quien abre una nueva pestaña en el navegador conlleva un
coste mental que se traduce en estrés, frustración, presión y la imposibilidad de
pensar en profundidad. No es para tomárselo a broma si consideramos que innovar
solo es posible cuando se reflexiona sobre una idea sin sucumbir a la
distracción.
Vísteme despacio, que tengo prisa
Es fácil confundir la productividad con tener la agenda
hasta arriba. También es frecuente, y más triste todavía, pensar que somos más
importantes cuanto más saturados estamos (o parecemos). James Clear, autor
de Hábitos atómicos (Planeta, 2020) afirma en su blog que
«como sociedad, hemos caído en la trampa de estar ocupados y trabajar
demasiado. En muchos sentidos, hemos creído que toda esta actividad dotaba
nuestras vidas de sentido».
No está el panorama, con sus notificaciones infinitas y sus
estímulos sucediéndose a un ritmo demencial, como para ir con calma. Y, sin
embargo, bajar las revoluciones parece ser la única forma de completar un
objetivo sin perder la cordura por el camino. Por ese motivo Thatcher Wine
escribió el libro El método de las 12 monotareas (Cúpula,
2022) como una guía para mirar las listas de asuntos pendientes con otros ojos.
«Durante años, el multitasking se ha
considerado una habilidad de la que presumir, pero la mayoría solo aparentamos
que podemos hacerlo; realmente no estamos logrando más», explica Wine. El
resultado del multitasking constante es que acabemos
quemándonos. Gracias a la ciencia, ahora sabemos que alcanzamos el óptimo
rendimiento cerebral con el monotasking y dedicando nuestra
concentración a una sola cosa a la vez».
Despacito y con buena letra
Para practicar el monotasking solo hay que
hacer lo de siempre, pero prestando atención. Con una concentración y un
compromiso renovados, antes de arremangarse toca deshacerse de lo que más nos
distrae. Pon el móvil en modo avión o sácalo de la habitación y olvídate
del email, las redes sociales y demás distracciones. Reserva en tu
calendario huecos generosos para el «trabajo profundo», un horario dedicado en
exclusiva a trabajar en un proyecto sin distraerte. Busca un sitio cómodo y
comienza a currar.
Si la fuerza de voluntad no te acompaña, póntelo fácil.
Puedes usar, por ejemplo, la técnica Pomodoro (combinar intervalos de 25
minutos de trabajo y cinco de descanso), o usar herramientas un poco más
sádicas, como la app que borra todo tu progreso si dejas de teclear más
de cinco segundos. Menos dramático es pasar un tiempo observándote para
encontrar los momentos del día en los que más te concentras, preparar una lista
de tareas (o de distracciones de las que huir) o hacer un poco de brain
dumping (apuntar en un papel todo lo que se te pasa por la cabeza,
precisamente para sacarlo de ahí dentro).
Haz sitio en tu agenda para el «tiempo negativo», o sea,
espacio para las actividades que más te gustan, el descanso y no hacer
absolutamente nada. O puedes destinar momentos concretos a lidiar con
distracciones, como los mensajes de WhatsAapp. El objetivo de todo esto es
dedicar tu plena atención a lo que sea que estés haciendo para disfrutar mientras
lo haces.
La soledad es una opción. Anna y Marisa, creadoras de la web
Space Monotasking, organizan sesiones online de trabajo en grupo e
incluso suben vídeos de ellas mismas trabajando en silencio con
los que hacen compañía a quienes la buscan. En su página recomiendan, además,
conseguir un temporizador, cascos con cancelación de sonido y blocs de notas
para favorecer la concentración.
Hay música específica para esto, y es enormemente popular en
YouTube: desde una radio que emite lo-fi hip-hop 24
horas hasta una lista de reproducción «para estudiar como un filósofo
medieval que tiene la verdad revelada por la gracia divina». El ruido
blanco, un poco más simple, también vale.
Quien bien te quiere te hará parar
Por paradójico que parezca, el monotasking es
más productivo que el multitasking, porque es más eficiente
hacer las cosas despacio y bien que rápido y mal. Se cometen menos errores, la
calidad del resultado es mejor y hasta se tarda menos en terminar un proyecto.
La sensación de abordar cada objetivo uno por uno es mucho
menos estresante que enfrentarse a una pila de quehaceres para completar a toda
velocidad. Centrarnos durante un período prolongado en un solo tema sirve,
además, para alargar nuestra mermada capacidad de atención y, en general, para
controlarla.
No todo en la vida es trabajar: el monotasking también
se puede aplicar al tiempo con los seres queridos (y así fortalecer las
relaciones con ellos), a los hobbies y a los momentos en los
que no hacemos nada. Por eso está tan relacionado con otras prácticas para
gestionar la atención como el mindfulness, el yoga, la meditación y
la filosofía slow life. Al igual que estos movimientos, Wine
defiende que el monotasking nos hace más felices porque
permite vivir en el presente, sin pensar en el pasado y en el futuro.
Ante una distracción, no te cabrees: reconócela, déjala ir y
vuelve a lo que estabas haciendo. Wine recomienda entrenar nuestros «músculos
del monotasking» a través de doce actividades sencillas como caminar, leer,
dormir y comer. «En realidad, se trata de conseguir el equilibrio, porque
cierta cantidad de multitasking es inevitable debido al mundo
saturado de tecnología y medios en el que vivimos», dice Wine.
«Aplicar estos pequeños cambios en tus hábitos diarios
tendrá mucho más éxito que pasarse al monotasking por completo
de la noche a la mañana. Los beneficios aumentarán con el tiempo y notarás que
te distraes con mucha menos facilidad». Así que no te preocupes si no has leído
el artículo de principio a fin y sin parar para a hacer otra cosa. La práctica
hace al maestro.
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