¿ERES ORIGINAL O ERES UNO MÁS?
El mensaje de Juan Salvador Gaviota
Amanecía y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar
tranquilo. Un pesquero chapoteaba a un kilómetro de la costa cuando, de pronto,
rasgó el aire la voz alertando a la bandada de la comida y una multitud de mil
gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida.
Comenzaba otro día de ajetreo.
Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está
practicando Juan Salvador Gaviota.
A treinta metros de altura, bajó sus pies palmeados, alzó su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y difícil posición requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad hasta que el viento no fue más que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo el aliento, forzó aquella torsión un sólo centímetro más… Encrespáronse sus plumas, se atascó y cayó.