VIAJEROS DE LAS ESTRELLAS
Este pequeño libro de José Luis Sabater (Mandala, 2021) abre
una nueva visión sobre el origen y destino de la humanidad. Dependemos de los
microorganismos para poder vivir. De hecho, procedemos de bacterias y virus.
La biodiversidad es
una de las cuatro
reglas básicas de la vida y los virus ayudan a la creación de nuevas
especies.
El libro es un resumen de las investigaciones del
profesor Máximo
Sandín quien en el prólogo nos insta a no conformarnos con lo que
nos han dicho de la naturaleza (que es cruel, peligrosa). Tenemos que mirar con
otros ojos para darnos cuenta masivamente que solo respetando la naturaleza,
nos respetamos a nosotros mismos.
Distintos cataclismos han provocado extinciones masivas de especies. La sexta de esas extinciones es la que estamos provocando actualmente los seres humanos. Las causas son conocidas: cambio climático, contaminación global, caza, monocultivos, ganadería intensiva, etc. Por supuesto, hay organismos que han sobrevivido (por ahora) a algunas de esas extinciones, como son, por ejemplo, medusas, tiburones o cocodrilos.
Bacterias y virus, aliados de los humanos
Los virus pueden modificar el material genético, facilitando
que la vida fluya, siendo protagonistas en la diferenciación entre especies, es
decir, en la biodiversidad que nos permite vivir a los humanos. Los virus no
son considerados seres vivos y no son tan malvados como algunos piensan. Están
presentes en cualquier lugar, siendo capaces de sobrevivir bajo las condiciones
más duras. Se calcula que hay cientos de miles de millones de virus mientras
que “solo unas decenas son causantes de enfermedades y siempre porque las
condiciones ambientales provocan su alteración”. “En periodos de gran estrés
ambiental generalmente se deprime el sistema inmunitario, lo que facilita la
inserción de los virus en los cromosomas”.
Cada célula humana de una persona tiene la misma secuencia
de ADN (información genética), pero la respuesta de estas células es distinta
según el entorno. Es decir, el estilo de vida condiciona el comportamiento de
cada célula según su ADN. Esto tiene implicaciones tan importantes como
que no es verdad que haya un gen concreto para una característica
concreta (calvicie, longevidad, virtudes, defectos…). Generalmente,
las enfermedades están asociadas a malos hábitos (alimentación,
sedentarismo…) o a agentes externos (contaminación,
radiaciones…). Por tanto, interesa más investigar primero la causa de las
enfermedades y luego los fármacos (aunque eso vaya en contra de los intereses
de las empresas farmacéuticas).
Todo esto implica que la manipulación genética artificial
y la inserción de material genético de una especie en otra (transgénicos) son
actividades de alto riesgo, tal y como indicó Jeremy
Rifkin, entre muchos otros.
Cooperación y respeto
Darwin y
el neodarwinismo han hecho importantes aportaciones para la ciencia, pero hoy
tenemos datos que no encajan en ese modelo (simbiosis, transferencia horizontal
de ADN… o la cooperación que investigaron científicas como Lynn
Margulis).
¿Hay competencia en la naturaleza? Por supuesto que sí, pero
hay mucha más cooperación y
respeto.
El ser humano debe aprender de la naturaleza. De lo contrario esta sociedad
tecnológica colapsará. Por ahora, estamos escogiendo el peor camino.
Más artículos apasionantes:
- Lynn
Margulis: La mujer que supo ver que el motor de la evolución es la
cooperación.
- ¿Qué
es biodiversidad? Lo que sabemos, lo que ignoramos, y su importancia.
- Disfrutamos
de los ecosistemas sin saber lo que son — ¿Qué es un ecosistema?
- Especies
autóctonas, alóctonas e invasoras.
- Ingeniería
genética: jugándonos la vida.
- Vídeos
y documentales sobre transgénicos: manipulación genética (OMG).
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