EL
VALOR DEL SILENCIO EN UNA SOCIEDAD DE RUIDOS
Por
El
gran silencio, de Philip
Groning, es
un documental de 162 minutos, sin palabras, que describe el paso del
tiempo y la soledad. En la era de la abundancia de palabras y
el exceso
de ruidos,
el silencio se
antoja esencial para discernir lo importante de lo inútil y
superficial. No es casualidad que en todas las religiones y
espiritualidades se cultive el silencio con pasión. Pero hoy
es muy escaso.
Estamos
inmersos en un universo
fragmentado,
con un horizonte desnudo de verdades. La religión es sustituida por
una espiritualidad práctica, egocéntrica, en un cóctel de
tendencias, con cientos de fármacos y muchos libros
de autoayuda.
El mito de la lámpara de aceite de Diógenes en
la plaza de Atenas,
describe esa búsqueda del sentido, la construcción de la identidad
que caracteriza esta época de ansiedad.
Con
acierto, Lyotard observó
que el rasgo dominante de la posmodernidad es la caída de las
grandes narrativas que habían caracterizado la cultura moderna. La
cultura posmoderna, todavía muy viva, rechaza los valores
universales y las grandes narrativas históricas, fundamentos de la
existencia humana.
Todo
ocurre muy deprisa. Proliferan los “no-lugares” que describe Marc
Augé,
producto del exceso y la dislocación del hiperpresente.
Esos no-lugares, espacios para el tránsito y el flujo, que
sustituyen al lugar antropológico, como las aldeas, las plazas y los
patios, en los que se conversaba, se conocía a la gente, donde
existía una identidad comunitaria.