Sin hacer demasiado ruido y bajo
la promesa de numerosas ventajas, Endesa está llevando a cabo una progresiva
sustitución de los antiguos contadores de la luz por otros electrónicos que
pasarán a ser controlados a distancia. Las voces de alarma ante la indefensión
de los usuarios y los riesgos para la salud que esto puede generar, no se han
hecho esperar.
Parece que las altas instancias
políticas y las compañías eléctricas han vuelto a aliarse para hacerle la vida
un poco más difícil al sufrido ciudadano. Siguiendo las directrices marcadas
por la Comisión Europea, el Gobierno español dictaminó a finales del 2007 que los
tradicionales contadores de la luz de ámbito doméstico deberán ser sustituidos
en su totalidad por unos modernos equipos de telegestión antes del 31.12.2018
(sólo en Barcelona, Endesa llevaba ya instalados 200.000 a finales del 2012 y
prevé sustituir 57.000 más este año).
Desde entonces, tanto Endesa
como Iberdrola (la otra eléctrica que opera en nuestro país) se han apresurado
a “vendernos” las virtudes de los nuevos dispositivos electrónicos que, además
de posibilitar la lectura del consumo eléctrico real a distancia, deberían
permitir también saber en qué horas se gasta más y facilitar el cambio de
potencia y tarifa. Unas promesas teñidas de modernidad tecnológica, eficiencia
energética y ahorro económico que a la hora de la verdad están resultando ser
un caramelo envenenado.
Estos nuevos contadores han
levantado ya una considerable polvareda en varios países donde se han
instalado, como Estados Unidos y Alemania, donde el rechazo social que han
llegado a generar ha sido tal que ha obligado incluso a las autoridades a
replantearse la cuestión, introduciendo modificaciones importantes (cambio de
la emisión por radiofrecuencia a la fibra óptica) y abriendo la puerta a que
los ciudadanos que lo deseen puedan recuperar los contadores de toda la vida.
En nuestro país, la voz de
alarma ha empezado a sonar con fuerza en la comarca del Bages, donde un grupo
de personas muy sensibilizadas con esta problemática se han empezado a
organizar y a constituir como asociación (Salud Activa) para alertar a la
ciudadanía de los riesgos que llevan asociados los nuevos contadores y hacer un
llamamiento a la movilización. Los miembros de Salud Activa ya se han puesto en
contacto con otros colectivos para compartir información y empezar a ganar
fuerza, y fruto de estos contactos es como ha nacido la estrecha colaboración
con la asociación barcelonesa ENSALUT, entidad federada a la Plataforma contra
la contaminación electromagnética PECEEM e integrada por personas que sufren
problemas de electrosensibilidad. Una enfermedad creciente y directamente
relacionada con uno de los principales puntos oscuros de los llamados
“contadores inteligentes”, el que tiene que ver con el preocupante impacto para
la salud que pueden llegar a tener las señales que éstos emiten.