DECRECIMIENTO NO ES EMPOBRECIMIENTO
El
decrecimiento como propuesta social supone apartarse del consumismo
característico del siglo XX, y parece ser la única alternativa
práctica a un modelo histórico que resulta inviable, insostenible.
Renunciar a crecer es la única cosa sensata que puede plantearse en
un mundo que, agotado, boquea entre la polución masiva y el
calentamiento inexorable
Pero ¿por qué da tanto miedo abordar el concepto, la idea misma de decrecimiento?
No
voy a ocuparme de las razones de tal aversión entre quienes
disfrutan de la acumulación de capital proveniente del asalto a los
recursos de la naturaleza, obvio.
Me
interesa más la posición de los movimientos de progreso que, aunque
renuentes, parece que acogen propuestas concretas, particularmente
entre quienes forman eso que se conoce como ecoizquierda. Algo se
mueve en este contexto y puede formar parte de lo que ahora se llama
el nuevo futurismo: qué cosas van a componer ese futuro tan
inmediato como incierto.
En el discurso de la izquierda tradicional se produce un cuello de botella en la reflexión sobre la expoliación de los recursos de la naturaleza que parece difícil evitar. El decrecimiento como estrategia revolucionaria no acaba de cuajar por dos razones. Primero porque ir contra el crecimiento supone, aparentemente, ir contra un modo de vida instalado en el umbral de la búsqueda de la felicidad que el consumo per se parece producir. Y segundo porque el crecimiento se asocia con el incremento de la producción y por tanto de los salarios de los trabajadores insertos en las cadenas productivas que sostienen el mismo crecimiento.
En el discurso de la izquierda tradicional se produce un cuello de botella en la reflexión sobre la expoliación de los recursos de la naturaleza que parece difícil evitar. El decrecimiento como estrategia revolucionaria no acaba de cuajar por dos razones. Primero porque ir contra el crecimiento supone, aparentemente, ir contra un modo de vida instalado en el umbral de la búsqueda de la felicidad que el consumo per se parece producir. Y segundo porque el crecimiento se asocia con el incremento de la producción y por tanto de los salarios de los trabajadores insertos en las cadenas productivas que sostienen el mismo crecimiento.