EL TARRO DE LA VIDA
“¿Cuáles
son nuestras prioridades y valores? ¿Qué dota a nuestra vida de
significado? Muchos ni siquiera nos planteamos tales
cuestiones. VAMOS EN PILOTO AUTOMÁTICO reaccionando a todos los
estímulos externos y dando bandazos de aquí para allá en busca de
una plenitud y alegría que no encontramos, ya que no se halla en el
exterior (…)
Este
momento, este día que empieza, sí que está, sí que es real y
tenemos la libertad de elegir como vivirlo. Aunque no lo parezca, ni
la prima de riesgo, ni la crisis económica, ni las impopulares
medidas del gobierno, tienen el poder de quitarnos nuestro poder,
salvo que se lo permitamos dándoles nuestra atención, quejas y
desesperanza”
(Si la vida fuese un tarro ¿cómo lo llenamos? De cosas superfluas o de aquello que nos llena y aporta sentido. Ana Novo* reflexiona al respecto)
No comparto para
nada la idea de que “la letra con sangre entra”; en todo caso,
“con sudor”, ya que, a pesar de todos los novísimos
antitranspirantes, cuando uno se mueve, suda, y
hasta que no se hace y experimenta algo, realmente no se sabe.
Sí me parece
una forma estupenda de enseñar y aprender, el uso de
fábulas, historias y metáforas, ya que, a la vez que se
está escuchando, convertimos la historia en imágenes, entrando
también en escena las emociones.
Por eso,
introduzco para estas reflexiones la siguiente historia: