Asistimos al auge de las monedas sociales.
Ya hay más de un centenar de iniciativas en toda España. Nos lo resume Carlos
Fresneda con expertos como Julio Gisbert y Susana Martín.
El Puma. El Ekhi. El Res. El Eco. El Orué. El Osel. El Boniato. El Henar. El Zoquito. La Jara. La Mora. La Oliva. La Turuta… Y así hasta un largo centenar de monedas complementarias o “sociales”que en poco más de siete años han aparecido por toda nuestra geografía: auténticos “brotes verdes” ante la crisis. Cataluña y Andalucía están frente de este movimiento que sacude toda Europa y que tiene sus baluartes en el Reino Unido (la Libra de Bristol), en Francia (el Sol Violette de Toulouse) o en Alemania (el Chiemgauer de Baviera).
El Puma. El Ekhi. El Res. El Eco. El Orué. El Osel. El Boniato. El Henar. El Zoquito. La Jara. La Mora. La Oliva. La Turuta… Y así hasta un largo centenar de monedas complementarias o “sociales”que en poco más de siete años han aparecido por toda nuestra geografía: auténticos “brotes verdes” ante la crisis. Cataluña y Andalucía están frente de este movimiento que sacude toda Europa y que tiene sus baluartes en el Reino Unido (la Libra de Bristol), en Francia (el Sol Violette de Toulouse) o en Alemania (el Chiemgauer de Baviera).
“Podemos hablar ya casi
de ‘dos economías’ paralelas: una de carácter convencional y monetario, y otra
basada en la colaboración y con raíces en lo local”, sostiene Julio
Gisbert, autor de “Vivir sin empleo”, que
ha elaborado un peculiar mapa de nuestra geografía alternativa. “La crisis del
sistema formal está empujando a la gente a buscar soluciones. Lo que ha
ocurrido en nuestro país es una auténtica explosión de monedas sociales, aunque
estamos en un momento crítico en que esas iniciativas necesitan apoyo para
poder consolidarse”.
Una nutrida delegación de
impulsores de la “otra” economía en España dio el salto recientemente hasta
Bruselas, en una jornada titulada “Hacia un marco
referencia europeo para las monedas complementarias”. La aspiración común es la creación de
un “libro blanco” para recopilar todas las iniciativas dentro de la UE, aclarar
en qué consisten y con qué respaldo cuentan, y lograr un marco normativo para
promocionar su uso, complementario al euro.
“Queremos fomentar un
cambio no rupturista que permita crear fuentes de financiación alternativa”,
sostiene Susana Martín Belmonte, autora de “Nada está perdido” y socia
fundadora del Instituto de la
Moneda Social (IMS). La economista independiente está volcada
ahora en el proyecto Eurocat: una
moneda “posindustrial” y digital , equivalente al euro, libre de intereses y
con control social del crédito para Cataluña.
Susana
Martín se remonta al llamamiento que hicieron hace cuatro años varios expertos
como Thomas Mayer, ex economista jefe del Deutsche Bank, que propusieron la
creación de monedas “paralelas” como salida a los países en problemas de la
eurozona. En plena crisis griega, sin ir más lejos, el ex ministro de Finanzas
Yanis Varoufakis propuso emitir dinero electrónico, que habría funcionado como
una moneda complementaria, para compensar la falta de liquidez de euros causada
por el Banco Central Europeo.
“Vivimos
en una época de neoliberalismo voraz que ha provocado una triple crisis
económica, ecológica y social”, sostiene Jordi Sebastià, europarlamentario por
Compromís, que hizo de anfitrión junto a Florent Macellesi (Equo) en el
desembarco en Bruselas de la avanzadilla de las monedas complementarias. Ambos
defendieron “una nueva economía para una nueva Europa” y reconocieron la
necesidad de compartir las experiencias locales que están fraguando en el viejo
continente como “herramientas de cambio” y de empoderamiento de los ciudadanos,
respaldadas en algunos casos por las propias autoridades locales.
Israel
Sánchez puso sobre la mesa la andadura rugiente del Puma, surgido en el
contexto de reivindicación social y económica del barrio del Pumarejo en
Sevilla, donde los vecinos decidieron hacerse la fatídica pregunta: “¿Y por qué
no crear nuestro propio dinero?”. Miguel Ángel González contó la experiencia
más reciente del Ekhi, nacido en el casco viejo de Bilbao para potenciar el
pequeño comercio local, que incorpora la novedad de la “oxidación” (los
billetes tienen un plazo de caducidad y pierden su valor si no se usan antes).
Desde
Valencia, Enric Montesa reivindicó el “otro dinero es posible” y narró la
singladura del Orué, la moneda virtual complementaria del barrio de Russafa,
donde el activismo y la innovación cabalgan juntos. Fulgencio Tortosa nos puso
al tanto de todo lo que se mueve en la Comunidad Valenciana, con tres
Consellerias (Agricultura, Economía e Igualdad y Políticas Complementarias)
implicadas en el desarrollo de una moneda complementaria.
El
22 de abril se celebra en la Universidad de Elche un simposio que explora la
intersección de las monedas sociales con el modelo productivo de la economía
circular y del bioregionalismo. Desde la Comunidad de Madrid, Franco Llobera
adelantó los planes para el uso de monedas sociales como herramientas de
economía “biorregional” y anticipó el proyecto de Madrid Agrocomposta, usando
los “boniatos” como instrumento de cambio.
Acabamos nuestro viaje
en Acalá de Henares, donde se celebrará en mayo (21 y 22) el próximo Encuentro Estatal de
Monedas Sociales. Allí ha surgido el último y más original “brote
verde”, el Henar, donde se dan la mano las monedas complementarias y el
concepto de banco de tiempo. Sus más de 180 usuarios se incorporan y participan
además a través Alkalopoly, una plataforma planteada como un juego.
“Necesitamos
que el dinero funcione de otra manera y en beneficio de la gente”, recalca su
impulsor, César Gallego. “Hemos introducido la “gamificación” para
enganchar a la gente. Y aunque el proceso parezca complicado, los alcalaínos
van entrando porque ven que es una manera de ahorrar y de dinamizar al mismo
tiempo nuestra economía local. Nuestra puesta de largo es el 28 de
febrero: ese día invitamos a todos a seguir la Ruta del Henar”.
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