Javier Gallego |
EL AÑO EN EL QUE ACABARON TODAS LAS CERTEZAS
Hasta ahora éramos los demás los que
sufríamos la crisis. 2014 ha sido el año de la crisis del sistema político
En 2015 podemos dejar que otros nos
vuelvan a construir el edificio o convertirnos, por fin, en arquitectos de
nuestro destino
2014 es el año en
el que han acabado todas las certezas. Todo lo que era intocable, inamovible,
incuestionable en nuestro sistema, se ha empezado a desmoronar, a deshacer, a
descontrolar. Si por algo será recordado políticamente este año es porque los
dos pilares del edificio de la Transición, monarquía y bipartidismo, se han
empezado a resquebrajar seriamente y se han visto amenazados por primera vez.
Hasta ahora el
impacto de la crisis sobre el consenso del 78 había sido relativo, la herida
profunda pero no mortal. El daño parecía reparable. En 2014, sin embargo, ha
colapsado y ha entrado en coma. Hasta ahora la crisis había afectado a la
sociedad, al Estado de bienestar, a los derechos sociales, pero la cúpula aún
amortiguaba el golpe. Hasta ahora éramos los demás los que sufríamos la crisis.
2014 ha sido el año de la crisis del sistema político.
Seis años de
temblores ha aguantado mientras todo lo demás se hundía a su alrededor, prueba
de lo atado y bien atado que lo tenían todo. Seis años aguantando los
movimientos sísmicos que producían las marchas indignadas con el golpe de sus
pies en el suelo. Paso a paso, grito a grito, la ciudadanía movilizada ha ido
abriendo grietas, hasta que Podemos encontró una suficientemente grande para
meterse dentro como una cuña, reventar la pared y abrir una vía de entrada.