EL DESARROLLO DEL 'ANIMUS'
LAS 4 ETAPAS DE LA VIDA SEGÚN CARL JUNG
De acuerdo con el estudio del inconsciente colectivo y los
arquetipos, Carl Gustav Jung consideró que toda persona pasa por estas cuatro
etapas en la evolución de su ser más íntimo
El arquetipo es una tendencia a formar representaciones
de un motivo que pueden variar mucho en el detalle sin perder un patrón básico.
Son de hecho una tendencia instintiva. Es esencial insistir que no son meros
conceptos filosóficos. Son pedazos de la vida misma –imágenes que están integralmente
conectadas al individuo a través del puente de las emociones– No se trata,
pues, de representaciones heredadas, sino de posibilidades heredadas de
representaciones. Tampoco son herencias individuales, sino, en lo esencial,
generales, como se puede comprobar por ser los arquetipos un fenómeno
universal.
En este contexto, el animus es el aspecto masculino del alma o del ser (que se manifiesta en lo femenino) a través del cual nos comunicamos con el inconsciente colectivo o el Anima Mundi (el "alma del mundo").
En el sistema de pensamiento de Carl G. Jung, el animus también se considera
el “responsable” de la vida amorosa para las mujeres, en tanto se utilizan héroes masculinos para la
seducción del espíritu. Sin embargo, es importante anotar que en la alquimia y
el pensamiento arquetípico en general, el ser es fundamentalmente andrógino, pues todos participamos
en lo femenino y en lo masculino.
Desde esta perspectiva, el desarrollo del ser se entiende dividido en etapas con un
sentido explícito de progresión y evolución.
Según Jung son 4 las etapas esenciales en el desarrollo
del animus: Hércules,
Apolo, Sacerdote y Hermes.
1. Hércules o el Atleta
En esta etapa estamos principalmente preocupados por nuestra
apariencia, por la forma en que nuestro cuerpo se ve. Durante esta etapa
podríamos permanecer horas mirándonos y admirando nuestro reflejo en el espejo,
pues nuestro cuerpo y nuestra apariencia en general son
lo más importante para nosotros. Nada más.
2. Apolo o el Guerrero
Durante esta etapa la principal preocupación es salir
y conquistar el mundo, hacerlo lo mejor posible, ser el mejor y conseguir
lo mejor, para hacer lo que hacen los guerreros y actuar como ellos actúan.
Esta es una etapa en la que pensamos continuamente maneras de conseguir más de
todos los demás, una etapa de comparación, de derrotar a los que nos rodean
para poder sentirnos mejor porque hemos logrado más, porque somos los
guerreros, los valientes.
3. Sacerdote o la Declaración
En esta etapa te das cuenta de que lo que has logrado hasta
ahora no es suficiente para que puedas sentirte realizado y feliz.
Ahora sientes la necesidad de hacer una diferencia en el mundo, maneras de
servir a los que están a tu alrededor y de "dejar huella". En otras
palabras, sientes más un impulso por dar que la necesidad de
recibir. El dinero, el poder, las posesiones y otros bienes siguen
apareciendo en tu vida, pero ya no les otorgas el mismo valor que antes,
pues has perdido el apego por cosas que sabes que puedes encontrar en otra
etapa de tu vida. En suma, te has dado cuenta de que hay más en la vida
que lo material. Comienzas a dejar de pensar sólo en ti mismo y, en contraste,
buscas maneras de vivir una vida de servicio. Todo lo que quieres hacer en
esta etapa es ofrecer: lo que sabes, lo que tienes, lo que puedes. Has dejado
atrás el egoísmo, el egocentrismo y la egolatría porque ahora sabes que dar
es recibir y que parte del sentido de la vida es dejar
este mundo un poco mejor de lo que era cuando llegaste.
4. Hermes o el escenario del Espíritu
Según Jung, esta será la última etapa del animus,
una etapa en la que nos damos cuenta de que nada de lo que ocurrió
antes define por completo quién o qué somos. Nos damos cuenta de
que somos más que nuestro cuerpo, somos más que nuestras posesiones, más que
nuestros amigos, nuestro país, nuestras ideas y así sucesivamente.
Llegamos a la conclusión de que somos seres divinos, seres
espirituales teniendo una experiencia humana –y no seres humanos teniendo una
experiencia espiritual. Ahora somos capaces de observarnos a nosotros mismos
desde una perspectiva diferente. Ahora somos capaces de salir de nuestra propia
mente, fuera de nuestro propio cuerpo y entender lo que realmente somos, para
ver las cosas como son. Nos convertimos en observadores de nuestras
vidas.
Encuentra
en este enlace el libro El hombre y sus símbolos de Carl G.
Jung
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