EL ENGAÑO DEL RECICLAJE Y NEGOCIO DEL PACKAGING
Cuando yo era pequeño gran cantidad de cosas que ahora se tiran a la basura para reciclar eran retornables: Eso sí es ecológico.
Aquellos que tengáis cierta edad recordareis que las
botellas de cerveza, agua, gaseosas, refrescos eran retornables. Para los más
jóvenes eso consistía en que la primera vez que comprabas cervezas, comprabas
las botellas más el líquido. A partir de entonces cada vez que ibas a comprar
cervezas tenías que devolver las botellas vacías, ya que si no te las volvían a
cobrar. La botella devuelta era enviada a la fábrica donde se limpiaba,
desinfectaba y se volvía a utilizar (esto si era ecológico). El mismo
camión que traía las cervezas, se llevaba las botellas vacías en su viaje de
regreso.
Ahora el circuito de moda para esto que antes era tan simple es el siguiente: Se compra la cerveza + la botella. No hay posibilidad de comprarlos por
separado.
La cerveza se bebe y la botella que compras una y otra vez se tira al contenedor
de vidrio. Vienen los de la basura y se llevan el contenedor a la planta de reciclaje de
vidrio ubicada en un complejo llamado Ecopark, eufemismo moderno para el
tradicional basurero. Se descarga el material en inmensas montañas. Se pasan
por una cinta transportadora y un gigantesco imán separa los restos metálicos.
El vidrio reciclado se vuelve a fundir en
uno de los procesos industriales que más energía gasta por tonelada producida
aparte del Acero y el Cemento. La fábrica produce una nueva botella. Pasa otro
camión (y ya van tres) a recogerla para llevarla a la embotelladora. La
embotelladora la llena para enviarla de nuevo al super y vuelta a comenzar.
Esta es la ecología que existe detrás de substituir un
simple proceso de reutilización por otro de “reciclo” donde hay tres veces más
transporte, una planta de reciclado con un montón de operarios y que también
consume energía y ni hablar del exabrupto energético que implica volver a
fundir el cristal cada vez que se va a utilizar, como si el Petróleo fuese
gratis. Esta es la gran ecología que existe detrás de este montaje.
Nadie puede ser tan estúpido. ¿Por que? Porque genera negocios, el dinero se
mueve y el PIB aumenta mientras nos dedicamos a resolver un problema que hace
cuarenta años se encontraba parcialmente resuelto. Hoy lo volvemos a resolver
mediante una gigantesca complicación que al final gasta más recursos y energía.
Pero el PIB sube.
Otro aspecto interesante de esta ecología reciclante es lo tocante al packaging utlizado
en todo lo que se vende, pero principal y obsesivamente en la alimentación.
Hasta la más humilde croqueta viene en una caja de cartón con fotos a todo
color de la croqueta. Dentro nos encontramos una bandeja de plástico con doce
cuencos hechos a la medida de cada croqueta, donde cada una se encuentra
envuelta en más plástico. La caja, a su vez también viene envuelta a plástico.
Debe ser más grande la planta de envasado de las croquetas que la planta donde
las hacen.
Existe toda una industria de flexografía, tintas
homologadas, impresión industrial, etc, montada solo para que el consumidor se
lleve su croqueta o trozo de pescado desde el supermercado a su casa contemplando
la foto de lo que ha comprado. Vida media de todo esto: 10 minutos; del super a
la casa y al cubo de basura.
Todo el movimiento "ecologico internacional"
-no tanto el local- está controlado por la elite globalista, no por los
ecologistas de a pie, incluido el "problema
del calentamiento"
o el del reciclado
Es de escándalo que casi la mitad de la basura generada en cualquier cocina
sea producto de estos benditos “packaging” que los tontos útiles de
los departamentos de marketing proclaman como que aumenta el valor del
producto. ¿El valor del producto para quién?, para la empresa que lo produce
claro: te está vendiendo el packaging que después tirarás a la basura, perdón:
al reciclado.
Una verdadera orgía de plásticos no reciclables, kilómetros
de film, bandejas de porexpan que constantemente llenan y llenan los cubos de
basura de todas las cocinas.
Antes los congelados se vendían a granel. Ahora no: hoy día se venden en una
caja con la foto de la merluza, envasados uno a uno con más y más plástico. La
mayoría de estas empresas deben vender más kilos de cartón y plástico que de comida.
En toda casa se separaban las latas para que los niños
tuviesen con que comprarse sus chuches. Ahora se envían a la planta de reciclo,
donde luego de un galimatías parecido al de las botellas acaba de nuevo en la
fundición de aluminio.
Cada vez que alguien usa una lata hay que fundir,
laminar, cortar y extruir de nuevo la dichosa lata.
Si de verdad lo que persiguieran los gobiernos fuese la ecología, lo primero
que tendrían que hacer es ponerle un impuesto exagerado a todos los
envases no retornables.
En los países del norte de Europa le aplican un impuesto de 0,6 Euros/litro.
Es decir: una botella de agua de cinco litros paga tres Euros de impuesto, eso
sin el agua, el envase, el transporte y los márgenes de toda la cadena de
distribución. De esta forma el agua embotellada en plan no retornable se
convierte en un artículo de lujo y las personas se llevan su botella de vidrio
para devolverla en el super cuando compran una nueva. Como se hacía hace
décadas.
Con los equipos electrónicos: tres cuartos de lo mismo. Kilos y
kilómetros de plásticos, blisters, inmensos trozos de porexpan, cartón ,etc
acompañan a cada una de estas maravillas tecnológicas. Eso sin contar con que
la vida útil del cacharro en más bien escasa y con toda probabilidad también
acabará en la basura en un corto tiempo.
RECICLAR...
Una especie de lavado de conciencia que a la vez ofrece oportunidades de
negocio a todo aquel que tenga el oportuno “enchufe” en los gobiernos de este
mundo.
Y para agregar agravio al insulto entonces lo enseñan en la escuela, como si
saber qué color de cubo de basura es para qué tuviese algo que ver con
sostenibilidad y ecología
Podemos hacer pequeños gestos, por ejemplo: NO separes la
basura... ¿sabes que eso destruye puestos de trabajo en las plantas de
reciclaje? Si tú les haces el trabajo gratuito, los de los contenedores, que
son amiguetes de Sánchez, se hacen más ricos... twitter.com/AntonioMyc00/s
Gran Reinicio, llamado también Gran Reseteo, Economía Verde,
Desarrollo Sostenible, Agenda 2030, Emergencia Climática, Cuarta Revolución
Industrial... Todos son sinónimos para un control totalitario amparado en
buenismos de políticas colectivistas y pseudoecologismo de oficina .
¡Hasta a los países pobres se les quiere “meter” en la onda
del reciclado!
Las empresas del primer mundo necesitan vender su maquinaria
a países donde son tan pobres que ni siquiera tienen con que comprar algo para
tirar. En esos países no es como aquí: allá se repara
absolutamente todo.
¿Cómo hemos llegado a semejante situación tan estúpida?: como siempre la
historia nos da las respuestas.
Durante la segunda guerra mundial se desarrolló en los Estados Unidos una
inmensa industria de envases no retornables que eran consumidos por las tropas.
Esa guerra aparte de dejar a Europa cubierta de casquillos de balas, también la
cubrió de latas vacías, botellas y envoltorios de comida. Una vez acabada la
guerra viene la pregunta: ¿ ahora qué hacemos con esto ?
Hasta ese entonces era costumbre utilizar envases
retornables por lo que tanto cervecerías como fabricantes de bebidas
gaseosas debían de estar cerca de sus consumidores, existía poca competencia
nacional debido a la logística de recogida de envases. Los grandes fabricantes
vieron en los envases no retornables la oportunidad de poder competir a lo
largo y ancho del país sin preocuparse del retorno, por lo que las grandes
cervecerías y fabricantes de bebidas se aliaron con American Can
Company (principal fabricante de latas) y con Owen
Illinois (principal fabricante de botellas) para comenzar con la orgía de
envases no retornables
The American Can Company was a manufacturer of tin cans. It
was a member of the Tin Can Trust, that controlled a "large percentage of
business in the United States in tin cans, containers, and packages of
tin."
It was formerly a member of the Dow Jones Industrial Average from
1959–1991, though after 1987 it had renamed itself Primerica, a
financial conglomerate which had divested itself of its packaging arm in 1986.
Primerica, after it was merged with Sanford
I. Weill's Commercial Credit Company would form
the basis of what would become Citigroup.
La reacción de los gobiernos estatales ante semejante
atentado a la salud pública y a los servicios de recogida de basuras no se hizo
esperar y ya en 1954 estos envases fueron prohibidos en el estado de Vermont.
Entonces la American Can Company, Owen Illinois, Coca Cola, Pepsico y
la asociación de fabricantes de cervezas se unieron para crear una
campaña maquiavélicamente denominada “Keep America Beautiful”.
La campaña culpabilizaba del problema de tanta lata y botella tirada por todas
partes a las personas que las tiran (que es cierto), pero casualmente no
mencionaba al que las fabrica e inunda el mundo de ellas, que también tiene su
parte importante de culpa.
Gastaron cientos de millones en publicidad por radio, televisión y medios
escritos “concienciando” al pueblo de la necesidad de “no ensuciar”. Inclusive
llegaron a repartir millones de contenedores de diferentes colores para poner
en la cocina: ¿a que suena familiar?
El lema utilizado era: “Las personas son las que contaminan… las personas lo
pueden parar”, equiparando al que tira una lata o una botella con un traidor a
la patria o alguien que no quiere a su mamá, mientras las plantas de American
Can y Owen Illinois operaban en tres turnos vomitando decenas de
millones de botellas y latas no retornables al día. Emanuel
Goldstein estaría orgulloso.
Fueron más de veinte años de machacona campaña donde traspasaron a las personas
y a los políticos la responsabilidad sobre tanta basura, les hicieron creer que
ensuciar o no ensuciar era una cuestión personal o de civismo, mientras
que la producción masiva de cosas no retornables o
desechables y sobre todo la práctica cotidiana de la obsolescencia planificada
en todo lo que se produce nunca fue cuestionada.
Fueron ellos mismos los que establecieron las bases del movimiento ecologista
liberal (eufemismo para ecologista gilipollas) que hoy domina el pensamiento
del reciclado. De esta forma se desmarcaron del problema, culpabilizaron a la
ciudadanía llamándolas poco menos que cerdos y transfirieron el problema a los
diferentes gobiernos municipales y sus servicios de recogida de basura a la vez
que sus beneficios aumentaban astronómicamente al quedarse con el negocio de
las empresas locales que sí tenían que recoger sus botellas.
Mejor ejemplo de privatización de beneficios y socialización de costes solo
existe en el sector bancario.
Estos envases tenían que haberse prohibido taxativamente, son un atentado
contra el medio ambiente, el consumidor y los presupuestos de los servicios de
basuras. Lo que pasa en USA pasa en Europa diez años después y en España a los
treinta años.
Así que aquí estamos: reciclando botellas, latas y permitiendo que se fabriquen
impresoras manipuladas de fábrica para que a las dos mil copias dejen de
funcionar con el único objetivo de que la pobre víctima compre una nueva.
Estas impresoras luego son escrupulosamente recicladas en algún ecopark verde
donde operarios vestidos con monos verdes trabajan dentro de naves pintadas de
verde rodeadas de césped verde regado con agua reciclada mientras un cartel
verde anuncia “aquí utilizamos agua reciclada” y “esto se ha construido con
fondos FEDER”.
En realidad para reciclar estas impresoras lo único que hace falta es anular el
contador de páginas impresas que tienen en su memoria interna.
Pregúntense el por qué se hace tanto énfasis en el reciclado y tan poco énfasis
en la obsolescencia planificada; práctica de uso generalizada en la industria
donde la totalidad de lo que hoy día se produce se encuentra diseñado para ser
tirado a la basura al poco tiempo.
Que costo exacto tiene usar varios camiones para recoger
cada tipo de producto que se tira, comparándolo con un solo camión que recoge
todos los deshechos de cada casa juntos ?
¿Por qué no se prohíbe todo tipo de envases no
retornables?,
¿Por qué no se persigue a los de las impresoras?, ¿Por qué
no se establecen normas mínimas de duración de los electrodomésticos, de los
coches, aparatos electrónicos, de todo?
Si de verdad queremos ahorrar recursos y generar menos basura este es el
camino.
Pregúntele a cualquier persona de más de sesenta años si en su época se
generaba tanta basura. ¡ Es que ni había basureros !.
Ahora en Inglaterra se encuentran instalando cámaras en los
diferentes “puntos verdes” (término proveniente de la neolengua
gili-ecológica, quiere decir: lugar donde se colocan los contenedores de
basura) para vigilar que la gente recicle, y que recicle de forma sumisa y
humilde, se les olvidó agregar.
Reciclado… nuestra última payasada. Y eso que supuestamente estamos en el
primer mundo y somos los listos del planeta.
Por lo pronto yo a mis niños les digo que todo se tira en el contenedor marrón
o en el que esté menos lleno, que da igual, que todo esto es un montaje
y que lo que hay que hacer es no comprar tanta tontería inútil.
Y solo por comentar... Porque no se prohíbe la comida
basura, incluida la que comen nuestros hijos en los "divertidos"
restaurantes de comida basura.
Porque en esta sociedad "libre" hay montones
de temas intocables.
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El verdadero destino del "reciclaje" de los productos
digitales: https://ia801503.us.archive.org/29/items/regocijos_04-03-2018/seales_del_fin_del_mundo_-_el_destino_de_la_basura_digital.mp3
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Descubre la verdad que nadie quiere que sepas: El espejismo del reciclaje
El plástico mata
El reciclaje del plástico no funciona y no es una solución sostenible.
Es un montaje que nos hace sentir bien y nos aleja de las soluciones
verdaderas.
En realidad las posibilidades de que sea convertido en otro objeto de plástico
similar (es decir reciclado de verdad como el metal o el vidrio) son mínimas,
por no decir que nulas.
Lo normal es que los plásticos terminen en la basura o en el
medio ambiente, con un costo terrible para el planeta y la salud humana, no
sólo ahora, sino para muchas generaciones futuras.
El mal uso intencionado de la palabra reciclaje
Poner un plástico en un contenedor especial no es reciclar, ya que nadie
garantiza que se vaya emplear para nada y mucho menos que vaya a ser reciclado
de verdad. Por razones técnicas y económicas el plástico es muy caro y
complicado de reciclar de verdad, es decir, en ciclo cerrado como el metal o el
vidrio.
Salvo algunas excepciones, lo mejor que le puede pasar al plástico que ponemos
en un contenedor es que sea convertido en otros objetos no reciclables (lo que
se llama downcycling), plásticos de inferior calidad, textiles…
Es decir, que sólo estamos retrasando su llegada al basurero.
Además el downcycling no frena la necesidad de fabricar
millones de toneladas de plástico nuevo para fabricar cada vez más objetos
desechables. Y en el supuesto de ciencia ficción de que consiguiéramos someter
a downcycling el 100 % de los plásticos que se fabrican, ¿qué
haríamos con los objetos generados? ¿Tapizar el mundo entero con tejidos de
forro polar?
La falacia de los triángulos de reciclaje
Otra falacia notable es los símbolos triangulares de
reciclaje con flechas que vemos dibujados o grabados en los plásticos y que
llevan un número dentro. Esos triángulos con flechitas en absoluto quieren
decir que ese plástico sea reciclable.
Los números son una manera de agrupar en 7 clases las más de 80.000 resinas
plásticas que hay en la actualidad y las flechitas no quieren decir
absolutamente nada, simplemente están ahí para engañar al consumidor. Muchos
grupos llevan años pidiendo que esos símbolos engañosos sean eliminados.
¿Sorprendido? Los secretos sucios del reciclaje del plástico no acaban ahí.
Los ciudadanos ponemos plástico en los contenedores de reciclaje pensando que
serán reciclados en objetos similares. Sin embargo la mayor parte del
plástico que ponemos en los contenedores es arrojado al basurero, incinerado, o
exportado a países como China.
En 2011 la UE exportó 3,4 millones de toneladas de basura de plástico, sobre todo
a China, para ser incinerada aprovechando que las normativas ambientales son
más laxas, o para que sea convertida en objetos no reciclables (downcycling),
todo ello en condiciones ambientales y de salubridad deplorables. Canadá, EEUU
y otros países ricos también exportan sus desechos plásticos a Asia.
En algunos de los países con mayores tasas de reciclaje del mundo, como
Alemania, más del 50 % del plástico que se recupera es quemado directamente en
incineradoras, con un terrible impacto en la salud de las personas y en el
medio ambiente.
Mirando todo esto, poner plástico en contenedores especiales no debería
llamarse reciclar. Estamos más bien ante un negocio opaco y engañoso, diseñado
para que nos quedemos con la conciencia tranquila y sigamos enganchados a los
plásticos de usar y tirar, los cuales permiten beneficios millonarios a unos
pocos a costa de la salud y del medio ambiente de todos.
El falso éxito del reciclaje en Europa
Años de adoctrinamiento y de un enorme gasto de dinero público ha dado lugar a
sofisticados sistemas de recuperación de algunos tipos de plástico (como el
PET) en varios países europeos.
La industria menciona estos sistemas como ejemplos de que el reciclaje de
plásticos es una solución verdadera y sostenible y los gobiernos la secundan en
esta falacia para no tener que dar explicaciones ante los ciudadanos por
haberse convertido en basureros al servicio de una de las industrias más
poderosas del mundo. Veamos lo que ocurre en realidad.
Según las propias cifras de la industria, en Europa se recuperan sólo en torno
al 25 % de los plásticos que se producen. Dentro de ese 25 %, en términos de
residuos generados por los consumidores europeos, en 2011 se recuperaron 14
millones de toneladas, un 58 %. Parece que no está mal como cifra, pero, ¿a
dónde va todo este plástico recuperado? Un 25 % de esa cantidad, 3,4 millones
de toneladas, se exportan, casi todo a China.
¿Y qué pasa con el resto? En países como Alemania o los países nórdicos más de
la mitad es quemado en incineradoras. O sea, que de cada cuatro plásticos que
el consumidor europeo pone en un contenedor “para reciclar”, dos son quemados y
uno exportado a China (donde será quemado o usado en downcycling sin
garantías ambientales ni laborales). ¿Y qué pasa con el 25 % restante?
Dependiendo del tipo de plástico (¡hay miles!) y del lugar donde sea
recuperado, pueden ocurrir tres cosas: que vaya directamente al basurero (lo
más normal), que sea convertido en algo no reciclable (textiles, plásticos de
baja calidad, etc.) o, lo más raro de todo, que efectivamente sea convertido en
un objeto parecido y que, que a su vez, sea reciclable de nuevo.
Este porcentaje mínimo residual sería la verdadera tasa de reciclaje real de
Europa. Una realidad muy diferente a lo que quieren hacernos creer cuando nos
animan a reciclar.
Esta es la lamentable verdad del reciclaje que nadie, ni los gobiernos, ni la
industria, ni los que se lucran con todo esto quieren que sepamos.
¿Qué pasa en los países en vías de desarrollo, donde vive el 85 % de la
población mundial?
En EE.UU. el porcentaje de plásticos recuperados (que no es lo mismo que
reciclados) frente a los producidos apenas supera el 7 %. En Europa es de un 25
%. Ya hemos visto que dos tercios de estos plásticos se exportan a países
pobres o se incineran y el resto, salvo una pequeña parte, terminan en los
basureros.
Imagina ahora cuáles son los porcentajes de recuperación de plásticos en los
países en vías de desarrollo, donde vive el 85 % de la población mundial.
Estos países se están ahogando en una marea de plástico por carecer de medios
para gestionar los desechos generados por la cultura de “usar y tirar”. Además
Europa, EE.UU. y Canadá exportan millones de toneladas de sus desperdicios de
plástico a países más pobres.
Es hora de despertar del espejismo del reciclaje
Poner cosas en contenedores de colores nunca será reciclar en tanto no existan
mecanismos económicos o legales que garanticen un ciclo cerrado para esos
productos.
Es hora de tomar decisiones basadas en la realidad de los hechos y en el
impacto intolerable de los plásticos sobre el medio ambiente y la salud.
Decisiones que también tengan en cuenta al 85% de la población mundial que vive
en países en vías de desarrollo y que se están ahogando en residuos de
plástico.
La verdadera solución es usar el sentido común
Romper con nuestra adicción a los plásticos de usar y tirar. Reducir tanto
embalaje redundante e inútil, diseñar productos sostenibles, emplear envases
reutilizables y elegir materiales realmente reciclables, como vidrio, metal y
papel.
En lugar de emplear dinero público para convertir a sociedades enteras en
gestoras de basura al servicio de grandes corporaciones, los propios
fabricantes deberían ser los responsables legales del ciclo de vida completo de
cada producto, incluso tras la venta.
En la actualidad los fabricantes en general se lavan las manos una vez han
vendido el producto y hacen a los ciudadanos y a los gobiernos responsables de
gestionar la ingente cantidad de residuos que generan con sus decisiones
insostenibles de embalaje y diseño, a costa de la salud y del medioambiente de
todos.
Si los fabricantes fuesen responsables de pagar por los residuos que generan
veríamos cambios radicales en la manera que los productos se diseñan, envasan y
distribuyen.
En Febrero de 2013 un grupo internacional de científicos hizo una petición
formal a los gobernantes de todo el mundo para que el plástico sea declarado
residuo tóxico y peligroso.
Fuente: http://elplasticomata.com/el-espejismo-del-reciclaje/
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EL PODEROSO ECOLOGISMO DE NUESTRAS ABUELAS
En la cola del supermercado, el cajero dice a una señora
mayor que debería traer su propia bolsa de la compra porque las bolsas de
plástico son dañinas para el medio ambiente
La señora pide disculpas y explica: “Es que en mis tiempos no pensábamos en la
ecología”
El empleado le contesta: Ése es el problema que tenemos ahora. La generación de
ustedes no se preocupó de preservar el medio ambiente.
Tiene razón –dijo la señora-. En aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
En aquel entonces las botellas de leche, de refrescos y de cerveza se devolvían
a la tienda.
La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica, donde las lavaban y esterilizaban…
antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían utilizar los mismos envases
una y otra vez. Así los reciclaban de verdad. Pero es verdad, en aquellos
tiempos no pensábamos en la ecología.
Subíamos y bajábamos escaleras, porque no había artefactos mecánicos en todos
los comercios y oficinas. Íbamos andando a la tienda… en lugar de usar el coche
de 200 caballos cada vez que teníamos que recorrer dos manzanas. Pero tiene
usted razón. En aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
Entonces lavábamos y reutilizábamos los pañales de los bebés, porque no los
había de un solo uso. Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas de
200 voltios que consumen mucha energía rugiendo para secar la ropa. Las
energías solar y eólica secaban nuestra ropa estupendamente. Los niños usaban
la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos. Pero tiene usted
razón: en aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
En aquel entonces teníamos un televisor o una radio en cada
casa, no un televisor en cada habitación y un equipo de música de miles de
vatios. Y el televisor tenía una pantalla del tamaño de un pañuelo
(¿recuerdan?) no una pantalla del tamaño de un campo de fútbol.
En la cocina molíamos, batíamos y desmenuzábamos a mano, porque no había
aparatos eléctricos que lo hicieran todo por nosotros. Cuando embalábamos algo
frágil para enviarlo por correo usábamos periódicos arrugados para protegerlo,
no envoltorios de burbujas o bolitas de plástico.
En aquellos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos
gasolina sólo para cortar la hierba. Usábamos unas tijeras cortadoras que
funcionaban a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando y no necesitábamos ir a un
gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad. Pero
tiene usted razón: en aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
Cuando teníamos sed bebíamos en una fuente, en lugar de usar
vasos y botellas de plástico cada vez que queríamos beber agua. Recargábamos
las estilográficas con tinta, en lugar de tirarlas y comprar otras nuevas. Y
cambiábamos la hoja de afeitar en vez de tirar a la basura toda la maquinilla
sólo porque la hoja ya no corta. Pero entonces no pensábamos en la ecología.
En aquellos tiempos la gente usaba el tranvía o el autobús y
los niños iban a la escuela en bicicleta o andando, en lugar de usar a su madre
como un servicio de taxi disponible las 24 horas. En cada habitación
teníamos un enchufe, no una batería de enchufes para alimentar una docena de
artefactos. Y no necesitábamos ningún aparato electrónico que enviara señales
de satélites a kilómetros de distancia… para encontrar la pizzería más cercana.
Fuente: http://www.burbuja.info/inmobiliaria/burbuja-inmobiliaria/273705-timo-del-reciclaje.html
Visto en: https://joanfliz.blogspot.com/2012/10/el-engano-del-reciclaje-y-el-negocio.html
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