"Una
persona se educa, socializa y construye su visión del mundo inmersa
en un contexto socio-cultural determinado. Del mismo modo que una
ranita que vive en un pozo podría pensar que todo el mundo se reduce
a ese entorno, las personas asumimos las leyes que rigen nuestra
cultura, economía y política como leyes naturales o, según el
caso, leyes divinas. Asimilamos y reproducimos en nuestro interior el
sistema cultural e ideológico en el que nos criamos y desarrollamos,
y la clave de esta interiorización no es tanto la coherencia o
solidez del discurso aprendido como, sencillamente, la asusencia de
cuestionamiento"
(Pablo Batto)
Comenzamos aquí
una nueva serie de artículos, dedicada como indica su título a
los mecanismos psicológicos y sociales que tienen que ver con el
modo y la forma en que la clase dominante nos trasmite su
pensamiento, y cómo quedamos sujetos a él, si no somos capaces de
desarrollar cierta capacidad crítica. Y partimos tanto del engaño
como de la propia desidia del ciudadano, que ambas tienen que ver con
el éxito de dicha transmisión.
Podemos comenzar
poniendo ejemplos, que es quizá como mejor se comprenden las cosas.
Bueno, pues por ejemplo, véase con qué "naturalidad" se
ha dedicado recientemente el nombre de una madrileña plaza a
Margaret Thatcher, la que fuera Primer Ministro británica durante
muchos años, responsable de la puesta en marcha en el Reino Unido de
toda la oleada de medidas neoliberales que desmantelaron los
servicios públicos, redujeron los salarios, hicieron disminuir el
poder y la influencia de los sindicatos, y empobrecieron a la clase
trabajadora británica durante décadas.
Pues bien, para el PP, la
señora Thatcher constituye un buen referente político, un espejo
donde mirarse, y la población lo tiene tan asumido que la dedicación
de dicha plaza madrileña a la ex premier británica se ha visto como
algo normal...Nadie se ha manifestado, no ha sido recogida como
noticia destacada, y los grandes medios de comunicación
convencionales no le han dado mayor importancia...
Si
en cambio dedicáramos el nombre de una calle o plaza para el también
desaparecido Comandante Hugo Chávez, forjador de la revolución
socialista bolivariana, responsable de la buena evolución de los
indicadores sociales de la población venezolana de los últimos
años, con reducción de la pobreza, aumento del nivel de
alfabetización de la población, universalización de la sanidad, de
la educación, y liberador para su pueblo de la opresión
norteamericana...¿la población hubiera reaccionado igual? ¿Los
medios de comunicación hubieran destacado la noticia? ¿Hubieran
hecho campaña contra ella? Dejo las respuestas a los
lectores.
Aquí
tenemos una brillante muestra del poder del pensamiento dominante. Y
es que durante años, mediante campañas mediáticas, engañosos
mensajes y acciones propagandísticas, se ha difundido una
imagen positiva del legado de Margaret Thatcher (y por tanto se ve
lógica la dedicación de una plaza con su nombre), mientras se ha
demonizado y vertido una manipulada y monstruosa imagen del
dirigente venezolano, razón por la cual las reacciones no
serían las mismas.
Expresémoslo en
palabras de Manuel Cañada: "La
historia dominante, como la ideología dominante en su conjunto, se
impone como paisaje, como atmósfera que envuelve nuestra vida
cotidiana. El nombre de las calles, las esculturas urbanas, los
calendarios, las celebraciones y conmemoraciones...la historia del
poder cristaliza como tradición de todos, como naturaleza social. A
aquél camino senderista lo bautizan como Ruta del Emperador; este
otro museo de arte contemporáneo como Reina Sofía; la parada del
metro, Núñez de Balboa; el paraninfo universitario, Ramón
Areces... Son sólo algunos signos externos de hasta qué punto el
santoral de las clases dominantes impregna los espacios cotidianos,
adquiriendo además el marchamo de patrimonio común y de "historia
objetiva".
Junto
a los medios de comunicación, los sistemas educativos tienen un
papel crucial en la conformación de ese "sentido común
histórico". A modo de ejemplo, invito a la lectura de los
libros de la asignatura de Historia que se utilizan en el
Bachillerato para explicar el final del franquismo y la transición
española. En ninguno de los textos que he podido ver se habla de los
cinco fusilamientos de noviembre de 1975 o de las decenas de
asesinatos a cargo de la policía en manifestaciones durante esa
década".
O
bien, tomando
las palabras de Juan Pedro Viñuela: "El
poder nos engaña y utiliza los medios de comunicación de masas, o
de manipulación de las conciencias, para deformar nuestra visión
del mundo. Utiliza la distracción. De lo que se trata es de
mantenernos entretenidos, el antiguo pan y circo de los romanos.
Fútbol, mucho fútbol, telenovelas y series que transmiten falsos
valores y recrean una falsa realidad del pasado. Todo este
entretenimiento evita que pensemos y dediquemos el tiempo a los
problemas importantes.
El
poder también inventa problemas para despistar al ciudadano.
Amplifica la violencia terrorista, por ejemplo, o se regodea en la
crisis, para conseguir que el pueblo acepte las medidas que el propio
poder le ofrece, que es, en definitiva, lo que el poder quiere.
También los poderosos, utilizan las medidas graduales. No realizan
una reforma radical, en tal caso la ciudadanía se le echaría
encima. Van haciendo pequeñas reformas que el ciudadano, aunque un
poco a regañadientes, va aceptando".
Todo ello está
perfectamente estudiado por los psicólogos sociales, como una de las
estretegias de manipulación social que se ponen en marcha en casi
todas las sociedades actuales, para que la clase dominante pueda
encaminar y dirigir sus objetivos con mayores posibilidades y
garantías de éxito. De esta forma, y bajo un clima previo de
predisposición y alienación social, las medidas se van tomando poco
a poco, con cuentagotas, para no levantar demasiada protesta social.
Y también se van tomando en diferido, para paliar el efecto de las
medidas inmediatas.
Por ejemplo, se
reforman las pensiones, se privatiza parte de los servicios
sanitarios, se potencia a los centros privados concertados, y así,
se van poniendo piedrecitas en el camino para alcanzar poco a poco el
modelo de sociedad que ellos quieren. Todo ello bombardeado con una
serie de frases rimbombantes, que ponen en cuestión la
"sostenibilidad" del sistema, para que la aceptación
social de dichas medidas se vaya legitimando. Con
ello se consigue una especie de "narcotización social", un
adormecimiento de nuestras mentes, de nuestras conciencias y de
nuestras actitudes, que nos lleva a un estado más proclive para la
aceptación social de las medidas que se ponen en marcha.
Todo está
estudiado y definido. Todo obedece a un plan prediseñado por la
clase dominante, para controlar, extender y perpetuar su poder sobre
las clases dominadas.
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