ONG: NEOCOLONIALISMO HUMANITARIO
La
película “Los
caballeros blancos”
dirigida por Joachim Lafosse, muestra la realidad del universo
ONG. Lo
presenta como un fiero afán de hacer dinero y enriquecerse tomando
la ideología de “la ayuda al desarrollo” por cobertura
propagandística.
Las ONGs suelen enriquecer
a quienes las dirigen, y en bastantes ocasiones son pagos en especie
de las instituciones del Estado a sus servidores.
Cada una de ellas va unida
a una sustanciosa subvención, además de otros muchos ingresos no
menos suculentos, que es lo que narra el film.
La severidad de la denuncia
muestra el hartazgo ya existente con las ONGs.
Pero el asunto va mucho
más allá.
Las ONG forma parte del
aparato del Estado, y por eso su nombre es engañoso. Son instrumentos para la
sobre-intervención de los países imperialistas en los países
pobres.
No pocas están
constituidas por los servicios secretos y los ejércitos de aquéllos,
y casi siempre están al servicio de su política exterior, esto es,
del Ministerio de Asuntos Exteriores y las embajadas.
Su meta es intervenir,
manipular, favorecer a las empresas multinacionales. También,
socavar la cultura popular de los pueblos pobres, haciendo que se
extienda mejor la ideología imperialista. Por eso ha sido acuñada la
expresión de “neocolonialismo humanitario”.
Sobre la ideología ONG un
libro que, con ironía, aporta un análisis bien construido, es el
Gustau Nerin “Blanco bueno busca negro pobre. Guía de la
cooperación y las ONG”. Podría decirse que la esencia de aquélla
reside en la perversa noción de “ayuda”, de “ayudar” a
desarrollarse.
Se da por supuesto que
tales pueblos no pueden ayudarse a sí mismos y que necesitan la
aportación de los países ricos, pretendidamente superiores en lo
económico, lo tecnológico…
Este entramado de creencias
culmina en una nueva manifestación de intervencionismo, en un
renovado mecanismo neocolonialista. No sólo porque quien es ayudado
lejos de emanciparse queda en una situación de dependencia respecto
a quien le otorga la ayuda sino porque lo que se busca con las
intervenciones de las ONGs es adaptar las sociedades en que operan a
las metas estratégicas del imperialismo.
Además, está la
“mentalidad de ONG”. Una combinación de santurronería
arrogante, complejos de superioridad, buenismo discursivo, estatismo
a rajatabla, racismo implícito y neo-racismo explícito, hostilidad
irrazonable hacia lo positivo de la cultura occidental, veneración
sobreexcitada por el fenómeno de la emigración y rechazo de la idea
de revolución.
En efecto, las ONGs tienen
como una de sus metas impedir que los pueblos de los países pobres
hagan avanzar sus propios procesos de emancipación, contra el
imperialismo occidental, ruso, chino o árabe-islámico, contra sus
propias oligarquías corrompidas y criminales, contra el clero de
extrema derecha de esta o la otra religión.
La solución global, y la
única auténtica, a los gravísimos y numerosos problemas que tienen
los países pobres, desde el hambre a la falta de libertad para el
pueblo, está en la revolución, no en la “ayuda” que les puedan
proporcionar las ONGs. Éstas son parte del enemigo de tales pueblos.
Eso, con limitaciones, es lo que describe “Los caballeros blancos”.
Ahora queda por hacer la
tarea de emanciparnos de la “mentalidad de ONG” aquí, en las
metrópolis, desmontando sus falacias, confiando en las capacidades
de los pueblos oprimidos y pobres para liberarse por sí mismos, sin
“caballeros” que acuden a socorrerlos mientras se enriquecen,
planteando correctamente el gravísimo problema de la emigración,
ese gran negocio para Occidente, quizá el mayor de todos hoy.
Y refutando la ideología
de la “ayuda”. Para empezar con una aserción: muy a menudo el
mejor modo de ayudar es no ayudar, para permitir que la persona, el
grupo, la comunidad y el país se ayuden a sí mismos. Porque quien
da ayuda daña al que la recibe: eso es así en la inmensa mayoría
de los casos.
El sector de la clase media
ansioso por “ayudar” sólo puede hacerlo curándose de su
obcecación paternalista-ayudadora. Seguiremos con esta cuestión, en
su vertiente filosófica y moral, en otros artículos.
No quiero terminar sin
invitar a quienes se han sumado a ONGs o las respaldan, con la mejor
buena fe, que son muchas personas, a intervenir para aclarar esta
oscura cuestión.
Lo primero es que las ONGs
sean lo que dicen ser, ajenas a toda aportación dineraria
institucional-estatal, visible o invisible, es decir, No
Gubernamentales, No Estatales, y por tanto libres de compromisos con
el poder político y económico.
Lo segundo cuestionar su
actuación en los países “en desarrollo”.
Lo tercero someter a
escrutinio crítico la categoría misma de “ayuda”.
Lo cuarto explorar la
noción de revolución. Esto lo cambiaría todo.
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