PÀGINES MONOGRÀFIQUES

26/8/16

La única salida es librarnos del sistema tecnológico en conjunto

UNABOMBER

Esperamos haber convencido al lector de que el sistema no puede ser reformado de tal manera como para reconciliar libertad y tecnología. La única salida es librarnos del sistema tecnológico industrial en su conjunto. Esto implica la revolución, no necesariamente un levantamiento armado, pero ciertamente un cambio radical y fundamental en la naturaleza de la sociedad.

La gente tiende a asumir que como una revolución envuelve un mayor cambio de lo que lo hace una reforma, es más difícil producirla. Realmente, bajo determinadas circunstancias, la revolución es más sencilla que la reforma. La razón es que un movimiento revolucionario puede inspirar una intensidad de compromiso que un movimiento reformista no puede. Un movimiento reformista meramente ofrece arreglar un problema social en particular. Un movimiento revolucionario ofrece resolver todos los problemas de golpe y crear un nuevo mundo entero. Proporciona la clase de ideal por el cual la gente correría grandes riesgos y haría grandes sacrificios. 

Por esta razón sería más fácil el derribar todo el sistema tecnológico que poner restricciones efectivas y permanentes en el desarrollo de la aplicación de cualquier segmento de tecnología, tal cómo la ingeniería genética; bajo condiciones adecuadas un gran número de gente se puede dedicar apasionadamente a una revolución contra el sistema tecnológico-industrial, los reformistas pretendiendo limitar ciertos aspectos de la tecnología estarían trabajando para evitar un resultado negativo. Pero los revolucionarios trabajan para ganar una recompensa poderosa y, por eso, más duramente y más persistentemente que lo hacen los reformistas.

La reforma está siempre restringida por el temor a las consecuencias dolorosas si los cambios van demasiado lejos. Pero una vez la fiebre revolucionaria ha tomado asidero en una sociedad, la gente voluntariamente experimenta trabajo arduo ilimitado por la razón de su revolución. Esto se vio claramente en las Revoluciones Francesa y Rusa. Puede ser que en tales casos sólo una minoría de la población esté realmente comprometida, pero esta minoría es suficientemente grande y activa como para convertirse en la fuerza dominante en la sociedad.



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