CONVIVENCIALIDAD
Una sociedad convivencial es la que ofrece al hombre la
posibilidad de ejercer la acción más autónoma y más creativa, con ayuda de las
herramientas menos controlables por los otros. La productividad se conjuga en
términos de tener, la convivencialidad en términos de ser. En tanto que el
incremento de la instrumentación, pasados los umbrales críticos, produce
siempre más uniformación reglamentada, mayor dependencia, explotación e
impotencia, el respeto a los límites garantizará un libre florecimiento de la
autonomía y de la creatividad humanas.
Claramente, yo empleo el término herramienta en el sentido más amplio posible, como instrumento o como medio, independientemente de ser producto de la actividad fabricadora, organizadora o racionalizante del hombre o, como es el caso del sílex prehistórico, simplemente apropiado por la mano del hombre para realizar una tarea específica, es decir, para ser puesto al servicio de una intencionalidad.
Una escoba, un bolígrafo, un destornillador, una jeringa, un ladrillo, un motor, son herramientas, a igual título que un automóvil o un televisor. Una fábrica de empanadas o una central eléctrica, como instituciones productoras de bienes, entran también en la categoría de la herramienta.
Como se ve, el campo abierto al concepto de herramienta varía de una cultura a otra. Depende de la impronta que una sociedad determinada ejerza sobre su estructura y su medio ambiente. Todo objeto tomado como medio para un fin se convierte en herramienta.
La herramienta es inherente a la relación social. En tanto actúo como hombre, me sirvo de herramientas. Según que yo la domine o ella me domine, la herramienta o me liga, o me desliga del cuerpo social. En tanto que yo domine la herramienta, yo doy al mundo mi sentido; cuando la herramienta me domina, su estructura conforma e informa la representación que tengo de mí mismo.
La
herramienta convivencial es la que me deja la mayor latitud y el mayor poder
para modificar el mundo en la medida de mi intención. La herramienta industrial
me niega ese poder; más aún, por su medio, es otro quien determina mi demanda,
reduce mi margen de control y rige mi propio sentido. La mayoría de las
herramientas que hoy me rodean no podrían ser utilizadas de manera convivencial
.
Para saber más: La convivencialidad. Iván Illich. 1978.
Para saber más: La convivencialidad. Iván Illich. 1978.
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