Este es el primer relato de ficción, de tres elaborados , en los que se narrarán escenarios plausibles, sean distópicos o utópicos, con la intención de hacer pedagogía, advertir de tendencias y riesgos, e invitar a la reflexión. No hay intención de meter miedo o hacer entrar en ensoñación, pero a veces apelar a sensaciones humanas potentes puede servirnos para llegar a más personas, y si hay suerte que el mensaje cale, y evitemos los escenarios más duros, y tomemos la iniciativa, empujando hacía otros más amables con el ser humano y el resto de la biosfera.
En este primer relato, vamos a tratar el ámbito regional, con tintes políticos y sociales, pero dando pinceladas del contexto global y de otros aspectos relevantes para contextualizar el marco de la historia narrada.
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En la primavera de 2019, ya nadie dudaba que el mundo y la sociedad en la que vivíamos, e íbamos a vivir en adelante era radicalmente diferente a lo que conocimos hasta finales de la primera década del siglo XXI. El panorama social que se presentaba en la península ibérica era muy dispar, desde escenarios dantescos en grandes núcleos urbanos a pequeños resquicios de tranquilidad y sobriedad, en plena transformación y construcción, que tenía lugar en pequeñas ciudades y pueblos autogestionados.
Pero, ¿Cómo llegamos hasta esta realidad bipolar?
Muchas personas ven un punto de inflexión político y social en el año 2016,
donde tras el desplome de los mercados financieros, y la sucesión de quiebras
Estatales y Corporativas fruto de una espiral deflacionaria que estuvo
"fermentando" durante los dos años anteriores, se radicalizó la
realidad política de prácticamente todo el mundo, ya que la figura de los
"Estados Nación" prevaleciente hasta la fecha, aunque en proceso de
degradación constante, se volvió profundamente caduca, y en su agonía por
perpetuar su poder, se desató una extensa colección de conflictos regionales
internos, que hacían de comparsa a la "Gran Guerra por la
Energía"(*), desviando en todo el mundo el foco de atención, dejando manos
libres para hacer y deshacer al poder corporativo global en el saqueo más
flagrante e inhumano de la historia de nuestra especie.
En España, justo durante los meses de caída del sistema económico global, se
estaba cociendo el caldo que daría lugar a los 2 años y medio más convulsos
desde la Guerra Civil. Las bases de esta situación se asentaron sobre dos
pilares, uno el gobierno de coalición entre la terna PP-PSOE-Ciudadanos (este
último quedó retratado como una mera herramienta para apuntalar las exigencias
de "estabilidad" de los acreedores demandaban al Estado), o como
ahora se le llama popularmente, el "gobierno de campo de
concentración", que se justificó con el otro pilar, el que se llamó por
parte del poder económico y político español, "el desafío secesionista
Catalán". Esta otra "pata" de la situación, casualmente fue otro
gobierno de coalición, en este caso en Cataluña, que integró a tan dispares
actores como son CDC (parte de CiU), a ERC y a las CUP, que más tarde se
escindieron, fruto de las incoherencias discursivas en las que incurrieron
debido a la sofocante presión mediática a la que fueron sometidas desde los
medios controlados por la burguesía catalana.
Esta realidad dio lugar al "frentismo", y
con ello a la polarización de parte de la sociedad que cayó en la trampa
elaborada por los poderes económicos y políticos que ambos pilares entramaron
tan cuidadosamente mediante sus medios de desinformación. La cuestión no
hubiera ido más allá de meras discusiones y tensiones de no ser por la profunda
depresión económica en la que se vio sumida todo Occidente, y que afectó de
manera especialmente virulenta a los países más endeudados y dependientes
de la importación de energía del exterior, como era el caso del Estado Español.
En concreto, la caída en desgracia de Argelia, uno de los principales
proveedores de gas de España, y la crisis de deuda soberana del Estado Español,
supusieron el inicio del conflicto, que se alargó por más de dos años. Desde el
gobierno de Madrid, se culpó a Cataluña de la quiebra estatal, olvidando el
endeudamiento al que los mismos que gobernaban habían llevado al país;
mientras, en Cataluña, señalaban a Madrid como responsables del
estrangulamiento económico y energético al que se estaban viendo sometidos. A
finales de 2016, la autonomía de Cataluña fue derogada por el gobierno central,
cerrándose gran parte de la financiación catalana; por contra, desde Barcelona,
se siguió avanzando en "El Proces", creando su propio fisco, que
sirvió para mantener parte del capital que sostendría, eso si, muy debilidada,
a Cataluña.
Gran parte de la población "compró" este
discurso exculpatorio vociferado a bombo y platillo por las televisiones, los
periódicos y otros medios de comunicación, lo que supuso un auge sin
precedentes de las tensiones sociales, y una radicalización de no solo los dos
contendientes del "frentismo", sino que afectó, positivamente en la
opinión de mucha gente, al discurso de la izquierda emergente, que por fin
abrazó el Decrecimiento y la Transición como estrategia en este contexto tan
convulso. Ello supuso que, en un contexto de bipolarización, surgiese un tercer
flanco, que para suerte de parte de la sociedad, se unió a la construcción de
alternativas de base, alejándose del enfrentamiento promovido desde el poder
económico y político imperante.
Durante casi un año, vimos en el congreso, tanto en
el de Madrid como en el de Barcelona, discursos de ecología política,
municipalistas, anticapitalistas y verdaderamente transformadores, que no caían
en la lógica del "frentismo", y que cuya voz se veía reducida a
fuentes on-line y activismo callejero. Influencias de personas como Riechmann
en Podemos y las confluencias, sorpresivamente ganaron enteros frente a los
Navarros y Torres conforme la depresión económica y el estrangulamiento
financiero imposibilitaron el endeudamiento necesario para llevar a cabo sus
propuestas Neokeynesianas.
Pero esta situación se acabó
pronto, pues a mediados de 2017, el "gobierno de campo de
concentración", cada vez más cohesionado, cual Can Cerbero, con sus tres
cabezas promulgo una serie de leyes express para ilegalizar lo que llamarían
"antisistemas decrecionistas" (véase que en vez de usar el
término "decrecentista", usaron una deformación de la palabra que
sonoramente podía asociarse a "creacionista", toda una lección de neolengua). Pronto con la aplicación de la nueva ley se
expulsó del congreso el discurso incómodo para el mantenimiento del crecimiento
económico en el altar que los acreedores apuntalaban para sus intereses, y
desde el cual se justificaban tropelías tan absurdas como inefectivas en un
contexto de caída libre, y de "decrecimiento
infeliz" desbocado.
Curiosamente, mientras el president y su consistorio
en Cataluña mantuvieron el TTIP en la agenda, no había habido enfrentamiento
directo; pero cuando se suspendió la aplicación del tratado, al caer el
gobierno de coalición, todo se aceleró, y el apoyo internacional cayó del lado
del gobierno Español. En esta etapa los cambios en el "gobierno de campo
de concentración" fueron ya poco disimulados, y a cara de perro. Entraron
elementos de extrema derecha, filo-fascistas y xenófobos en el ministerio de
defensa, de forma similar a la acontecida en Ucrania, y otros ministerios como el de Industria y fomento
fueron tomados por grandes personalidades del IBEX35, justificándose la
necesidad de perfiles tecnocráticos dada la delicada situación. Bajo este
paraguas, también se aplazaron elecciones hasta nuevo aviso, dado que según el
gobierno, la mayoría amplia que otorgaba el tripartito dotaba de la estabilidad
necesaria que necesitaba el país.
Fue a partir de entonces cuando se recrudeció el conflicto, con un congreso
homogéneo en el que el "desafío catalán" y los "antisistema
decrecionistas" eran los únicos problemas que eran considerados. Fue en
Septiembre de 2017, días antes de la Diada en Catalunya, jornada en la que
presumiblemente se declararía la independencia de forma unilateral, cuando se
dio la orden de entrar con el ejército a "defender la integridad" del
Estado Español. Una integridad, que por cierto, solo existía ya en la mente de
sus señorías y de las minorías que podían mantener a duras penas su nivel de vida,
a base de una exclusión social sin precedentes.
La entrada en Cataluña fue algo bastante efímero,
pero muy agresivo y violento, causando una verdadera batalla campal, que se
saldó con numerosas bajas en ambos bandos, pero sobre todo pérdida de vidas
civiles que solo tuvieron la mala suerte de estar en el lugar equivocado. Dada
la carestía de mantener una ocupación y las exigencias por parte de la OTAN de
presencia militar española en Argelia y Mali, pronto se retiró el ejército.
Entonces, el Estado Español cambió de estrategia, asesorada por la OTAN y los
acreedores, se planificó un aislamiento total de Cataluña, y las pocas fuerzas
armadas que se mantuvieron en territorio peninsular, fueron para bunkerizar un
gobierno con cada vez menos apoyo en sus pocos bastiones.
En el comienzo del verano de 2018, gran parte de las sociedades en la península
ya se las apañaban al margen del Estado, que solo era medianamente operativo en
las grandes ciudades y en lugares estratégicos por motivos económico o
energéticos. Esta debilidad progresiva, dio lugar a la emergencia de redes de
colaboración y apoyo mutuo que trabajaban duramente en pro de generar
resiliencia comunitaria, y que de forma esporádica, se veían sorprendidas por
los tentáculos del Estado, desarrollándose en toda la península y en las islas
enfrentamientos tipo guerrilla, que pronto se disolvían por la escasez de
fuerzas de ambas partes, y sorprendentemente por un incremento esperanzador en
la deserción en las fuerzas armadas, no sabemos si por los retrasos en las nóminas
o por el simple desgaste y deslegitimación de un régimen que ya solo se
preocupaba por mantener sus islotes de riqueza protegidos por mercenarios a
sueldo.
Grandes migraciones se produjeron en un éxodo rural
sin precedentes, quedando las ciudades muy despobladas, como vertederos de los
cuales hacer minería urbana y como guetos donde reinaban contrabandistas de
toda índole. Hasta llegar a este punto, se paso por años durísimos, en los que
la población más frágil, dependiente de atención sanitaria y medicamentos
pereció sin oportunidad alguna.
Nunca imaginamos la velocidad de un colapso civilizatorio que muy pocos
visualizaban en el corto plazo, y cuya vorágine de acontecimientos asumieron
una suerte de curva exponencial. Recién entrado el 2019, la máxima preocupación
en las islas de ruralidad era la escasez de agua y la falta de estacionalidad
debida a la disrupción climática, pues todas las personas recordaban la gran
sequía que entre 2017 y 2018 provocó la pérdida de gran parte de las cosechas,
y con ello una hambruna sin precedentes. Por suerte, después vino un periodo
con grandes lluvias, y en muchos sitios ya habían puesto a punto sistemas y
diseños para la captación y gestión del agua, que dieron un respiro a la crisis
hídrica.
Las noticias que llegaban de fuera lo hacían con
cuentagotas, y en muchos casos con información contradictoria, por lo que se
hacía difícil saber que estaba sucediendo. Parecía que la primera oleada del
colapso se había capeado, la energética-económica, y con su caída, se abrían
puertas a nuevas formas de convivencia, y se detenía el forzamiento climático,
aunque sus inercias sospechábamos que traerían cola. Como ya pasó con la caída
de la Unión Soviética, la rapidez en la desaparición del modelo hegemónico, en
apariencia inamovible, sucedió orgánicamente, y nuevas estructuras
emergentes se visualizaban germinales a nuestro alrededor.
Por desgracia, otras crisis también se oteaban en el firmamento debido a la
brutal extralimitación en la que se había visto inmersa la civilización
capitalista globalizada, la climática y la ecosistémica, que llevaban a la
hídrica en brazos; pero el hecho de haber superado, aunque duramente el primer
envite, y encontrarnos en una posición de dignidad y sobriedad, nos llenaba de
optimismo para seguir viviendo día a día, trabajando y reparando los maltrechos
suelos, en contacto diario con la tierra nutricia que tan agradecida con
nuestra especie se había mostrado a lo largo de nuestra breve existencia.
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