PÀGINES MONOGRÀFIQUES

26/8/15

¿Qué no haría la redistribución sistemática de la comida no comercializable entre las personas que la necesitan?

¡DESTAPEMOS EL CUBO DE LA BASURA!

Hay una hemorragia de alimentos aptos para el consumo que se pierden en la basura en todos los eslabones de la cadena agroalimentaria. La buena noticia es que algunas empresas del sector comienzan a redistribuir lo que les sobra para ponerlo en la mesa de aquellos a quienes les falta. En paralelo, surgen colectivos que están visibilizando el problema como primer paso para su solución.

Zaragoza, una noche cualquiera. Junto al contenedor hay tres chicas de etnia gitana –“Hemos venido a por pan”, explican–, una familia con niños pequeños –“Recogeremos comida para la cena y, si hay suficiente, para el almuerzo de mañana”–, unos jóvenes rumanos y un grupo del colectivo Feeding Zaragoza en una de sus rutas del despilfarro por los cubos de basura de comercios y grandes superficies de la ciudad. Todos están esperando a que el trabajador del supermercado que hay justo al lado salga a tirar la basura. Yogures y lácteos sin caducar, verdura perfectamente aprovechable, un montón de pan, bollería...

“Es un escándalo, hay otras soluciones, otras maneras de hacer las cosas”, clama María Ramillete, miembro de Feeding Zaragoza. Los activistas intentan hablar con el encargado del súper para que tome conciencia; en una ocasión, incluso, convencieron a uno para que permitiera sacar en un carrito los productos descartados de los lineales. “Cuando cuentas el problema, y conocen a los beneficiarios, muchos se implican”, subraya María.

España es el sexto país de la UE que más alimentos aptos para el consumo humano desecha: 7,7 millones de toneladas al año, 21.000 toneladas diarias, según un informe del Parlamento europeo. Si, atendiendo a los datos que maneja la Comisión Europea, el 5 % de este total corresponde al sector de la distribución, tenemos que cada noche, cuando los establecimientos echan el cierre, están desperdiciando unas mil toneladas, según denuncia el estudio ¿Qué hacen los supermercados con la comidaque no venden?, elaborado por FACUA-Consumidores en Acción en 2014. Pero no es solo la distribución.


La sangría es habitual en todos los eslabones de la cadena alimentaria. Empezando por la producción, donde la especulación con los alimentos provoca excedentes y bajadas de precios tales que al agricultor no le sale a cuenta recolectar lo cultivado. Mientras que las razones estéticas sentencian a un tercio, o más, de género perfectamente apto. Ese plátano demasiado curvo o aquel tomate con un color o tamaño “que no se corresponde con los estándares cosméticos que nos han ido imponiendo”, tercia Gaby Susanna, cofundadora y presidenta de la PlataformaAprovechemos los Alimentos.

La materia prima que pasa más o menos indemne al siguiente estadio, el de la transformación, sufre una nueva merma durante el proceso industrial. “¿Sabes cuántas hojas verdes, con todas las vitaminas y minerales que tienen, se descartan a la hora de embolsar las ensaladas ya cortadas y limpias que se venden en los centros comerciales?”, pregunta Susanna. Quien dice ensaladas preparadas dice judías verdes, que se rebanan casi por la mitad para que quepan en las bandejas. O la primera y última rebanada del pan de molde, que muchos consumidores rechazan, por lo que algunas marcas comercializan sus panes sin ellas. ¿Dónde va a parar todo ese sobrante? Efectivamente, a la basura. Quien quiera pruebas no tiene más que echarle un vistazo a la charla TED que Tristram Stuart  ofreció en Londres en mayo de 2012.

Stuart es un activista inglés que en 2009 publicó su libro Waste: Uncovering the Global Food Scandal (Despilfarro: Destapando el escándalo global de la comida), convertido en algo así como la Biblia de la cultura del aprovechamiento alimentario, y traducido a varios idiomas. Ese mismo año organizó su primer Feeding the 5.000 en Trafalgar Square, Londres: productos condenados al vertedero fueron rescatados de mercados y tiendas por los voluntarios para alimentar a 5.000 personas en una gran comida comunitaria, reivindicativa, festiva. Si una macro recolecta da para llenar miles de barrigas, ¿qué no haría la redistribución sistemática de la comida no comercializable entre las personas que la necesitan? Economía circular frente a la economía lineal en la que estamos inmersos, defiende Susanna. “Extraemos, usamos y tiramos”.....

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