LA FÓRMULA MAGISTRAL
El remedio a la actual situación lo tenemos en nuestra mano: Amarnos los unos a los otros.
¡Caramba, vaya fórmula poco original! ¡Qué concepto más sobado y redicho! Además, qué sencillo es decirlo y que complicado parece de ejecutar. Pero es así.
No hay más cera que la que arde!!
No hay más cera que la que arde!!
Me explico. Después de darle algunas vueltas al desesperanzado estilo de vida actual en caída libre y sin atisbos razonables de recuperación en ningún aspecto, he llegado a la conclusión que nos hemos de empeñar en aplicar el precepto milenario por difícil que nos parezca su implementación. Estamos dotados de la facultad de amar (nada que ver con practicar sexo) y ejercer esa facultad nos puede proporcionar básicamente dos cosas bien palpables: bienestar propio y buenas relaciones con nuestro entorno.
La pregunta que debemos plantearnos podría ser: ¿Me interesa, por encima de todo, estar bien? Por obvia que parezca hemos de responderla pues en la vida todo tiene su precio y según lo que respondamos habrá que pagar uno de distinto.
Si la respuesta es positiva el precio será el reconocimiento de nuestro ser superior y la consecuente renuncia a lo superfluo. Si la respuesta es negativa el precio será una insatisfacción permanente y quedar atrapados en la trampa del palo y la zanahoria.
En la actualidad estamos anegados en un mar de sensaciones que colapsan nuestra mente: Indignación, inseguridad, impotencia, desorientación... Miedo!
Con ninguna de ellas vamos a ninguna parte. Es hora de replantear prioridades pasando por encima de antiguas creencias o prejuicios. Aquí es donde hay que aplicar la “fórmula magistral” AMARNOS LOS UNOS A LOS OTROS. ¿Y con esto voy a comer cada día?
No se porque será que en todas las épocas se han cargado a aquellos esclarecidos que han tratado de hacernos ver la mejor forma de vivir. ¿Esto no nos tendría que hacer reflexionar un poco? En esta época tecnológica ningún reto mental o material nos parece inalcanzable. ¿Por que nos resistimos tanto ante la aplicación de una fórmula de resultados seguros? ¿Por que no usar una energía que tenemos a mano y en cantidad inagotable?
Hay multitud de citas que confirman la efectividad de la misma. Pero, ¿será que realmente nos gusta sufrir? Está demostrado que ser feliz no depende de aquello que queremos conseguir a costa de esfuerzo y malas relaciones. Nos dejamos la vida en actividades que no nos reportan bienestar real (aquel que nos hace sentir bien interiormente) y nos olvidamos del camino de las cosas sencillas, auténticas y reconstituyentes.
¿Qué gano con amar a los otros? Gano todo lo que soy capaz de dar. Gano siempre que los otros ganan. Ahí va una de las citas ancestrales más experimentadas: Sólo tienes aquello que das. Además, todo lo que das vuelve a tí incrementado y sin coste alguna por tu parte. Bien pero, ¿cómo puede ser que “tenga” lo que “doy”? Muy fácil. Por ejemplo: Si sonríes estás dando alegría a los que te rodean a la vez que tu te sientes bien. ¿O es que cuando sonríes puedes sentirte mal?
Otra: Vas por la calle y ves alguien caído inconsciente, aunque tienes mucha prisa, llamas a urgencias para que puedan hacerse cargo. Piensas: Si yo estuviera en su lugar lo agradecería.
Esto está tomando un cariz de autoayuda que no tiene muy buena prensa ¿verdad? Tómatelo como quieras, la cuestión es que lo pruebes. ¿O tienes alternativas mejores para salir del bache? No te parece un buen negocio! Pues a que esperas para ponerlo en práctica. Y para acabar, otra cita apropiada: No te preocupes por lo que te va a traer el mañana, disfruta y agradece lo que cada día te ofrece la vida.
Joan Martí-El Camí de la Vida
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