ES POSIBLE EL BIENESTAR HUMANO EN UN PLANETA FINITO?
El modelo económico dominante
está desestabilizando las sociedades y el planeta, advierten científicos
expertos en economía sustentable. Aclaran, no obstante, que el “catastrofismo”
es evitable y que el bienestar a finales de siglo todavía es posible: “Eso sí,
necesitamos cambios radicales en nuestras políticas económicas actuales”.
Preocupados por la catástrofe social y ecológica a la que se dirige el planeta, un grupo destacado de científicos y economistas de todo el mundo se reunió en una mesa de trabajo con estas dos preguntas de fondo: ¿Puede mejorar el bienestar humano al tiempo que se reducen las presiones sobre los límites planetarios? ¿Hay margen temporal para una transformación que evite un mundo plagado de crisis para finales de siglo?
Lanzados los interrogantes, se pusieron a investigar. Crearon un modelo, llamado Earth4All, en el que mezclaron ciencia, modelos informáticos y distintos escenarios socioeconómicos y ambientales. La conclusión que obtuvieron es que el “colapso” es evitable, pero se necesita “la transformación económica más rápida de la historia”.El grupo de investigadores,
liderado por Espen Stoknes,
profesor asociado y codirector del Centro de BI para la Sostenibilidad y la
Energía, psicólogo de formación con un doctorado en economía verde, publicó los
resultados del estudio en la revista Global
Sustainability. La evidencia recabada apunta a que se requieren “cinco
cambios extraordinarios” en torno a la pobreza, la desigualdad, el
empoderamiento, la energía y la alimentación para “desviar la economía de la
trayectoria actual, mejorar el bienestar humano a escala mundial, reducir las
tensiones sociales y aliviar las presiones ambientales”.
En otras palabras: hay dos
futuros radicalmente diferentes para la humanidad en este siglo: una escalada
de crisis y tensión social —que ya empieza a vislumbrarse— o una
“transformación ambiciosa, sistémica y audaz hacia el bienestar para todos”. El
modelo confeccionado arroja un escenario con soluciones “pocas y tardes” —la
trayectoria actual— y otro que los investigadores llaman “el gran salto”, la
última ventana de oportunidad de la acción global para mantener el
calentamiento por debajo de 2 °C, reducir la desigualdad y crear las
condiciones para una prosperidad sostenida a lo largo del siglo.
En el horizonte, los expertos
observan una “convergencia” de crisis ambientales, sanitarias, de seguridad y
sociales. Los impactos climáticos, el aumento del costo de vida, el
agravamiento de la desigualdad y el crecimiento de “políticas populistas” van a
socavar la democracia global, exponen los autores.
¿Cómo se rompe esta inercia?
“Instalando un nuevo sistema operativo”, resume Espen Stoknes. La investigación
identifica cinco “cambios radicales extraordinarios” que, de implementarse
simultáneamente, podrían alterar fundamentalmente la trayectoria de la
humanidad: erradicar la pobreza, reducir la desigualdad, empoderar a las
mujeres y transformar los sistemas alimentarios y energéticos mundiales. Los
científicos utilizan el término “extraordinario“ para referirse al cambio
radical en la política de inversiones —pública y privada— con respecto a las
últimas cuatro décadas (1980-2020).
Alcanzar los objetivos climáticos
no es solo una cuestión de desarrollo tecnológico y económico. Si el bienestar
disminuye y las tensiones sociales aumentan, se crea un círculo vicioso donde
las condiciones necesarias para un cambio transformador se vuelven más
difíciles de lograr, explica Nathalie Spittler, de la Universidad BOKU, una de
las coautoras.
El gran salto
Por esto que apunta Spittler, en
el modelo de análisis creado, el equipo de trabajo sumó dos índices
sobreestimados por otros estudios: la tensión social y el bienestar. Esto
permitió modelar las complejas interacciones entre los factores económicos y
ambientales en ambos escenarios, e incluir los “ciclos de retroalimentación
social” que, de forma muy silenciosa, condicionan la confianza ciudadana, la
inversión pública y la capacidad política.
Los resultados sugieren que la
creciente desigualdad y la degradación ambiental alimentan un círculo vicioso:
aumenta las tensiones sociales, lo que a su vez reduce la capacidad de los
gobiernos para implementar las políticas a largo plazo necesarias para abordar
los riesgos existenciales relacionados con el cambio climático y otros límites
planetarios. Este circuito sólo se resuelve con un “reseteo” del sistema. O con
“un gran salto”, concepto que se repite a lo largo de la investigación. Los
expertos proponen:
- Un
cambio de rumbo de la pobreza: una rápida reducción de la pobreza en todos
los países de ingresos bajos y medianos mediante inversiones masivas en
capacidad de los sectores público y privado, cancelación de la deuda y aumento
de las tasas de crecimiento de la productividad.
- Un
cambio en la desigualdad: la aplicación por parte de los gobiernos de
impuestos progresivos más altos, especialmente a los propietarios para
generar “transferencias” a los trabajadores. Este punto también incorpora
un “dividendo básico universal”, financiado en parte por los impuestos
sobre la extracción de bienes comunes.
- Un
cambio en la tendencia del empoderamiento: más oportunidades para las
mujeres y las niñas, incluidas mejoras importantes en la salud, la
educación y las pensiones de las mujeres, con el objetivo de lograr la
equidad de género. El instrumento: la fiscalidad.
- Un
cambio en la tendencia alimentaria: una mejora de la productividad del
sector alimentario a través de la intensificación sostenible que incorpora
un uso más eficiente de los fertilizantes, la eliminación de la pérdida y
el desperdicio de alimentos. En paralelo, un cambio en las dietas que
incluya un menor consumo de carnes rojas.
- Un
cambio energético: inversiones masivas en eficiencia energética y en
energías limpias, con la electrificación de la demanda de
fondo.
Aunque “plausibles desde una
perspectiva técnica”, muchos de los elementos de los cinco cambios “no son
consistentes con las tendencias sociales y económicas actuales”, admiten los
autores. “Es por ello por lo que se requieren políticas sociales y un esfuerzo
político significativo, coordinado a nivel global, para que resultados
similares se materialicen en el mundo real. Si bien esto podría ser poco
probable, nuestro trabajo muestra que tal cambio político tendría un tremendo
potencial para contribuir a la realización del bienestar humano en un planeta
finito”, se aclara.
Utopía o catástrofe
Si bien el escenario de “gran
salto” puede tildarse de “utópico”, el escenario que reproduce las tendencias
actuales “muestra un deslizamiento gradual hacia lo que podría convertirse
plausiblemente en una serie de catástrofes interrelacionadas para la
humanidad”, alerta la investigación en sus conclusiones.
“Es posible que la creciente
brecha de riqueza alimente el aumento de las tensiones sociales, lo que reduce
la cohesión social y la capacidad de las sociedades para tomar decisiones a
largo plazo sobre cuestiones como el cambio climático”, se insiste.
En el escenario “demasiado poco,
demasiado tarde”, el aumento de la temperatura media mundial se traducirá “en
profundas implicaciones para la viabilidad a largo plazo de las sociedades
en zonas costeras vulnerables y en grandes partes de los trópicos”.
Además, “las graves inestabilidades climáticas y ecológicas” generarán “fenómenos
extremos más frecuentes y costosos en relación con el mundo anterior a
2020, empeorando las desigualdades y reclamando porcentajes mucho más altos del
gasto público sólo para mantener y reparar después de cada evento que empeora”.
“Si la gente siente que su nivel de vida está
mejorando, entonces la tensión social disminuirá. Si la gente siente que se
está quedando más atrás de las 'élites', entonces las tensiones sociales
podrían aumentar”. La suposición es que es poco probable que se logre una
fuerte cohesión social si las tensiones dentro de las sociedades son altas, lo
que dificulta gobernar de manera efectiva para obtener resultados a largo
plazo”, reflexiona Espen Stoknes.
El científico llama a los gobiernos,
pero también a los individuos (“necesitamos un coro de voces que apoyen los
cinco cambios extraordinarios, podemos lograr que los políticos escuchen y
actúen”), a “emprender un nuevo camino”. “¿Qué pasaría si reconfiguramos
radicalmente nuestras economías, sistemas energéticos y alimentarios para que
beneficien tanto a las personas como al planeta?”, se pregunta.
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