PÀGINES MONOGRÀFIQUES

1/10/24

Aprovechar la conciencia de nuestra finitud para ser más plenos, más compasivos

MEMENTO MORI                                       

Recordar que vamos a morir nos hace vivir mejor

Ser conscientes de nuestra mortalidad nos impulsa a vivir plenamente y sin temor

La frase latina memento mori significa ‘recuerda que morirás’. Un recordatorio crudo pero poderoso de nuestra propia mortalidad que ha fascinado a artistas, filósofos y pensadores durante siglos. Pero ¿qué significa realmente y por qué sigue siendo relevante hoy en día?

El origen romano de una idea universal

La idea de memento mori tiene sus raíces en la antigua Roma. Según la tradición, cuando un general victorioso desfilaba por las calles celebrando sus triunfos, un esclavo lo acompañaba susurrándole al oído esa frase para evitar que se dejara llevar por la soberbia.

Imagina la escena: el general romano en su carro triunfal, oyendo el clamor y los aplausos del público. Y junto a él, una voz que le recuerda que, a pesar de su gloria, sigue siendo mortal. Un contraste brutal entre el éxito y la fugacidad de la vida que resume la esencia de esta expresión.

Más allá de Roma: un tópico universal

Aunque nació en Roma, la idea de recordar la muerte para vivir mejor es prácticamente universal. La encontramos en el cristianismo medieval, en la filosofía estoica e incluso en tradiciones orientales como el budismo.

Séneca, por ejemplo, utilizaba el concepto de memento mori para animar a sus discípulos a vivir de forma más plena y significativa. Para él, acordarse de la muerte no era algo deprimente, sino el primer paso para llevar una vida más auténtica.

Del arte a la vida cotidiana

A lo largo de la historia, la reflexión sobre nuestra mortalidad ha sido un tema recurrente en el arte y la literatura. Desde las naturalezas muertas del Barroco hasta la fotografía posmortem victoriana, los artistas han buscado maneras de representar la finitud de la vida y meditar sobre ella.

Pero este concepto no se queda encerrado en los museos. Hoy en día, lo podemos encontrar en múltiples aspectos de nuestra vida cotidiana. Los tatuajes de calaveras o relojes de arena se han convertido en una forma popular de llevar un recordatorio constante en la piel. La moda también ha adoptado estos símbolos, incorporándolos a diseños que van desde camisetas hasta joyería de lujo.

La cultura pop no se queda atrás en esta reflexión. Series como A dos metros bajo tierra o películas como Coco exploran temas relacionados con la mortalidad de forma accesible y sorprendentemente alegre. En las redes sociales, los hashtags relacionados con la muerte y la finitud están ganando popularidad, especialmente entre los milenials y la Generación Z.

Incluso el mundo empresarial ha adoptado esta filosofía. Gurús como Steve Jobs han utilizado la conciencia de la mortalidad para inspirar la innovación y la toma de riesgos. Jobs llegó a decir: «Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de la vida».

Esta persistencia de la reflexión sobre la muerte en la cultura actual demuestra que, a pesar de nuestros avances tecnológicos y médicos, seguimos fascinados y desafiados por nuestra propia mortalidad. Ya no necesitamos un esclavo romano que nos susurre al oído; la idea de recordar nuestra finitud sigue viva en nuestro arte, nuestra moda y nuestra cultura popular, invitándonos constantemente a reflexionar sobre cómo queremos vivir nuestras vidas limitadas.

¿Por qué recordar que vamos a morir nos hace vivir mejor?

Puede parecer contradictorio, pero pensar en la muerte puede ser una poderosa herramienta para mejorar nuestra vida. ¿Cómo? La conciencia de nuestra mortalidad tiene el potencial de transformar nuestra perspectiva y nuestras acciones de maneras sorprendentes.

En primer lugar, nos ayuda a priorizar. Cuando somos conscientes de que nuestro tiempo es limitado, es más fácil distinguir lo importante de lo superfluo. Nos invita a preguntarnos: ¿estoy aprovechando mi tiempo en lo que realmente importa? Esta reflexión puede llevarnos a tomar decisiones más alineadas con nuestros valores y aspiraciones más profundas.

Además, fomenta la gratitud. Recordar nuestra finitud puede hacernos más agradecidos por cada momento que tenemos. Si la vida es corta, ¿por qué desperdiciarla en quejas o lamentos? Esta perspectiva nos anima a apreciar las pequeñas cosas y a encontrar belleza en lo cotidiano.

Paradójicamente, también nos impulsa a actuar. Mientras que el miedo a la muerte puede paralizarnos, la aceptación de nuestra mortalidad nos empuja en la dirección contraria. Si sabemos que nuestro tiempo es finito, ¿por qué no perseguir nuestros sueños ahora? Esta urgencia puede ser el catalizador que necesitamos para dar ese salto que siempre hemos postergado.

Por último, cultiva la humildad. Al igual que al general romano, recordar nuestra mortalidad nos ayuda a mantener los pies en la tierra. Nos recuerda las limitaciones de la naturaleza humana y nos protege contra el exceso de ego. Esta humildad puede mejorar nuestras relaciones y nuestra empatía hacia los demás.

En esencia, recordar nuestra mortalidad no se trata de obsesionarnos con la muerte, sino usar esa conciencia como una lente para enfocar nuestra vida de manera más significativa y plena.

Vivir con la muerte en mente

El verdadero significado de todo esto no es obsesionarse con la muerte, sino utilizarla como una herramienta para vivir mejor. No se trata de ser morbosos, sino de aprovechar la conciencia de nuestra finitud para ser más plenos, más compasivos y más valientes.

Porque al final, como decía el poeta romano Horacio, «carpe diem». Y qué mejor manera de hacerlo que con un pequeño recordatorio de nuestra propia mortalidad.

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