El nuevo paradigma de
la vivienda cooperativa en cesión de uso sin ánimo de lucro mejora la
accesibilidad, la salud, los cuidados, la igualdad y la sostenibilidad.
Profundizamos en sus aportes de la mano de los ODS.
La vivienda es el eje central sobre el que se construye una
vida y configura el entramado esencial que permite un desarrollo pleno,
saludable y sostenible, además de condicionar la capacidad de resiliencia de
una sociedad.
El complicado acceso a la vivienda influye en el desarrollo de las personas y reduce drásticamente la capacidad de ahorro y gasto de las familias. Llama la atención el aumento de la soledad, la crisis de los cuidados y la degradación de la salud. En España en 2020 el 26% de los hogares estaba habitado por una sola persona, lo que significa que 4.889.900 personas viven solas, con un aumento del 2% sobre 2019 (INE 7 abril 2021). No es un dato exclusivo, ya que en Europa hay más vivienda en soledad, pero sí es significativo de una tendencia que aumenta de forma preocupante, sin que haya un remedio aparente.
Es necesario proponer nuevos modelos que aporten cambios
estructurales y una evolución de la cultura social. Debemos iniciar un cambio
en el modelo de vivienda que optimice el uso del suelo, maximice la eficiencia
de los equipamientos y recursos, asegure espacios habitables de calidad que
faciliten el encuentro, la convivencia sana y los cuidados.
La vivienda es, además, el espacio que propicia o dificulta
la sostenibilidad, el ahorro de energía, agua y consumo de materiales,
siendo su
construcción uno de los principales causantes de emisiones de CO2. No en
vano, según la Estrategia de Desarrollo Sostenible para la Agenda 2030, la
vivienda es “uno de los principales problemas sociales que enfrenta nuestro
país, un factor generador de desigualdad y elemento clave en el análisis del
riesgo de pobreza de la población”.
Por último, la vivienda también es el espacio donde se
desenvuelven los cuidados en el ámbito privado de personas con dependencia y
necesidad de atención especial, como los vinculados al nacimiento, crianza, infancia,
enfermedad, incapacidad, envejecimiento, despedida, duelo…, con dinámicas
invisibilizadas, desvalorizadas y feminizadas.
La sostenibilidad, la igualdad y los cuidados son, por
tanto, los tres ejes centrales para alcanzar un desarrollo sostenible, siendo
parte de los retos identificados en la Estrategia de
Desarrollo Sostenible 2030 del Gobierno de España, como constan
también en los propios Objetivos
de Naciones Unidas.
Desde el Grupo de Vivienda en REAS
Red de Redes proponemos visibilizar la vivienda, en todas sus
dimensiones, como eje central y articulador para alcanzar un desarrollo
sostenible. Queremos promover un modelo de vivienda ecosocial que empuje todos
estos ejes hacia el desarrollo sostenible. Una nueva mirada que aporta
soluciones beneficiosas para el conjunto de la sociedad y para el planeta.
Un modelo de tenencia con lo mejor de la propiedad y el
alquiler: la cesión de uso, que procura estabilidad y facilita una mayor
accesibilidad y movilidad sin cargas financieras, con una propiedad colectiva
del inmueble que permanece tras la construcción o rehabilitación, imposibilita
la especulación y contribuye a crear un parque de vivienda social y asequible a
largo plazo.
Combinar la autopromoción y la ausencia de lucro permite reducir los costes de producción de las viviendas, incidiendo en la necesidad de reducir desigualdades mejorando el acceso a la vivienda, además de adecuarlas a las necesidades reales de sus habitantes y sus procesos vitales evolutivos. El modelo cooperativo propicia la configuración de grupos humanos y comunidades con alta implicación y participación en los proyectos, contando con la autogestión como clave de empoderamiento personal y colectivo. El carácter cooperativo también configura una trama de barrio y un desarrollo urbanístico con una mayor cohesión social.
Una propuesta con trayectoria
Este modelo está presente desde hace décadas en muchos
países y supone una de las principales vías para facilitar el acceso a una
vivienda digna y asequible. En Québec las 1.300 Coopératives d’habitation existentes
dan alojamiento a 60.000 personas, en Suiza las Coopératives de construction et
d’habitation suponen el 8% del patrimonio inmobiliario nacional, o en
Uruguay las 30.000 viviendas cooperativas, de ahorro previo de FECOVI o
de ayuda mutua de la FUCVAM,
representan el 2,58% de todas las viviendas del país. También podemos citar las
160.000 viviendas de Cooperativas
de Utilidad Pública con el IIBW en
Austria. En todos los casos hay un importante desarrollo de políticas públicas
que apoyan el modelo y contribuyen a su asequibilidad, garantizando su interés
general y ausencia de lucro.
En nuestro país este modelo cuenta con las primeras
experiencias que demuestran y confirman los argumentos de esta propuesta. En la
actualidad están creadas o en desarrollo más de 500 unidades habitacionales en
Cataluña, con una importante colaboración público-cooperativa que sienta un
precedente y ejemplo a seguir en otros territorios.
Actualmente existen unas 40 iniciativas en marcha en el
Estado, mayoritariamente fruto del esfuerzo y la energía de la sociedad civil
organizada, que reclaman colaboración y condiciones favorables para modelos
habitacionales más sostenibles, cuidadosos, respetuosos, participativos y
saludables. Podemos citar como proyectos destacados a Cal
Cases, La Borda, La Balma y Princesa 49 en
Barcelona, Entrepatios y Trabensol en Madrid.
La consolidación de más proyectos como los mencionados,
permite el impulso de un modelo de colaboración público-cooperativa que pueda
llegar a los sectores más desfavorecidos o vulnerables, no sólo facilitando su
acceso a la vivienda, sino entrando en una dinámica de empoderamiento personal
y colectivo que genera aprendizaje, cualificación y emprendimiento, que nos
provee de comunidades de apoyo y resiliencia.
Un modelo alineado con los ODS
Estas experiencias son grandes articuladoras de las
propuestas políticas que plantea la Agenda 2030 y los 17 ODS, para solucionar
los grandes retos de la humanidad desde la acción local vinculada al
territorio, para avanzar más rápido actuando en más lugares, y estar así mejor
preparadas para los retos a los que nuestra sociedad se enfrentará en los
próximos años.
Es el momento de hacer una apuesta decidida por la
sostenibilidad medioambiental, la eficiencia energética y la reducción de
equipamientos y consumos. Para convertir cada hogar en un espacio sostenible y
cada edificio en un pulmón de regeneración social y ambiental. Convertirnos en
agentes de transformación social, como individuos y como colectivos,
haciéndonos responsables de las necesidades y bienestar de las personas y
comunidades de nuestro entorno, atendiendo sus procesos vitales en su
diversidad.
Promover espacios con los que recuperar la vida colaborativa
y de comunidad que nos ha permitido evolucionar como humanidad hasta nuestros
días. En un momento de revolución tecnológica en el que una crisis sanitaria
nos muestra que estamos más aislados y nos sentimos más dependientes que nunca.
Somos capaces de volver a cultivar nuestro compromiso y
tejer una relación con el entorno. Recuperar los grupos de consumo, con
alimentos y productos de proximidad, y compartir espacios y servicios.
Superando nuestras creencias, miedos y preocupaciones. Aprendiendo y
practicando nuevas formas de gobernanza, comunicación y empatía, para favorecer
el encuentro, la colaboración, la unión y la paz.
También urge atender las necesidades de las personas
mayores, que desean espacios para envejecer en colectivo senior o en grupo
intergeneracional, para disfrutar con ilusión y compartir desde la autonomía y
la participación. Cuidando mutuamente la salud y la asistencia a la dependencia
con cariño y cercanía. Cambiando el paradigma de cuidado, con relaciones de
igualdad de género, atención al edadismo y la diversidad funcional.
Ha llegado el momento de superar los estereotipos de género,
el impulso y reconocimiento de los valores vinculados al cuidado de las
personas, tradicionalmente adjudicados a las mujeres, comprometiéndonos con una
mirada feminista e integradora.
En una situación límite para el planeta y la humanidad, de
vorágine descontrolada del sistema económico, debemos impulsar la conciencia de
la intercooperación, por el impulso de la Economía Social y Solidaria y la
colaboración con otros proyectos e iniciativas que fomentan el mercado social y
la ESS como motor de desarrollo sostenible.
Para llevar todo esto a cabo, se requiere de una labor de
incidencia política y social, creación de proyectos piloto innovadores,
recopilación de buenas prácticas y procesos, con investigación y difusión del
conocimiento, del trabajo en red con alianzas multisector y multiactor
inclusivas y con una comunicación que genere campañas transformadoras de la
cultura social, política y económica del modelo de vivienda.
Vivimos tiempos tan complejos como apasionantes. En el
contraste entre la observación preocupante de la crisis sistémica global y la
efervescencia de movimientos de conciencia para el cambio y la puesta en acción
de soluciones integrales, humanizadoras, naturales y sostenibles.
La vivienda cooperativa en cesión de uso sin ánimo de lucro
es una palanca de cambio para caminar juntas con determinación hacia un
desarrollo sostenible.
El reto es personal, el desafío es en colectivo.
La oportunidad es hoy, el momento es ahora.
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