PÀGINES MONOGRÀFIQUES

28/8/20

Aprender a vivir de otra forma y negarnos a vivir como nos han educado.

DESAPRENDER LO QUE NOS HAN ENSEÑADO
Necesitamos educación ambiental y otros gobernantes

La educación es esencial para formar personas (no meros trabajadores). Pero… ¿qué hacemos cuando nos damos cuenta que nos han educado mal?

Cada vez más gente es consciente que la forma de vivir que nos han transmitido nuestros padres y la sociedad no es posible continuarla, sea por cuestiones éticas, económicas, laborales o ambientales. Esos cuatro motivos están enredados y forman las cuatro caras de un tetraedro insostenible.

Algo hemos hecho mal cuando la economía mundial depende de que la gente compre lo que no necesita. No lo estamos haciendo bien cuando la economía y el estilo de vida de millones de personas dependen de destrozar el planeta. La realidad es que  necesitamos pocas cosas y solo viviremos bien dentro de esta crisis (o de la que viene) si aprendemos a vivir de otra forma y nos negamos a vivir como nos han educado.


Ejemplos: transporte, comida, trabajo… insostenibles

Millones de personas han crecido en familias con uno o varios coches. Es comprensible que no conciban vivir sin coche y que lo vean como una máquina “necesaria”. El coche es el miembro más importante de la familia. Si un miembro de la familia falta, la vida sigue, pero sin coche no se puede vivir. Así lo sienten millones de personas. Sus padres y la sociedad les han enseñado que la vida sin coche no tiene sentido y entonces, cualquier ataque al coche lo perciben como algo personal, como un ataque a su libertad personal (como si la libertad fuera lo más importante, cuando no lo es).

Lo mismo ocurre si “atacas” los viajes en avión, el consumo de carne industrial, el trabajar demasiado o incluso comprar bebidas azucaradasTanta libertad está asfixiándonos a todos.

Por supuesto, para ciertos oídos hablar de decrecimiento es demasiado extremo. Es tabú. Algunos prefieren seguir pensando que el planeta es infinito, porque eso les da libertad  para seguir su estilo de vida consumista. Muchas facultades de Economía siguen enseñando teorías que ya se han demostrado falsas (como bien justificaron Georgescu-RoegenDe Jouvenel o Klein).

Sería ideal convencer a toda esa gente del error que supone su estilo de vida. Sin embargo, nos encontramos ante un problema tal vez mayor: los que ya se han dado cuenta de esa insostenibilidad, no saben cómo reconfigurar sus vidas para ser coherentes entre lo que se piensa y lo que se hace. En otras palabras: nos han educado para vivir de forma consumista e insostenible y ahora no tenemos herramientas para vivir de otra forma. Es un problema muy complicado que hay que afrontar con tanta paciencia como urgencia. Desgraciadamente, no hay recetas fáciles e infalibles, pero sin duda, hay que invertir mucho en educación ambiental.

La sociedad actual nos ha envenenado y ahora somos drogadictosadictos al placer inmediato y a la comodidad de un sistema de vida insostenible. ¿Cómo podemos  desintoxicarnos y liberarnos de esa esclavitud? Lo primero es reconocer nuestro error y tomar conciencia de que el cambio es posible. Cualquier paso, por pequeño que sea, es una victoria. Caminar o ir en bicicleta un único día, en vez de ir en coche, es una gran victoria. Planificar las vacaciones para ir en tren es una victoria mil veces mayor. Minimizar el consumo de carnepescadoleche y huevos tiene una influencia brutal en todo este sistema tóxico. Decidir tener menos hijos es una decisión muy responsable.

Corregimos o colapsamos

Un nuevo estudio dice que los ecosistemas oceánicos probablemente colapsarán esta  década. ¿Dejarán hoy de pescar los barcos industriales y los arrastreros? ¿Alguien ha visto a los políticos planificar una transición para la flota pesquera?

Puede que los científicos se equivoquen. Pero no nos engañemos. Si los científicos se confunden será por un puñado de años. Hay que ser muy ciego para pensar que nuestro sistema de vida se puede mantener eternamente creciendo (en lo económico y en devastación). Escuchemos a los científicos más que a los políticos. A los políticos hay que escucharlos menos y exigirles más. Y sobre todo, elegir a otros que entiendan “algo” del problema al que nos enfrentamos.

La firme voluntad de avanzar en una vida más respetuosa es imparable. A algunos les ayuda pensar en lo que responderán cuando las generaciones futuras pregunten: 
¿Tú hiciste algo para evitar el colapso?


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