SALTO DE FE
Estos últimos días tengo la sensación que me encuentro como Indiana Jones
en La última cruzada con la famosa escena del acto de
fe ; con el estómago encogido ante la posibilidad de dar un gran salto
al vacío.
Llevamos años sabiendo que el camino por el que se dirige la humanidad, nos
enfrenta ante la posibilidad no solo del colapso de nuestra civilización, sino
que cabe también la posibilidad de ponernos delante de un colapso de los
ecosistemas, tal y como nos recuerda periódicamente la comunidad científica.
Incluso nos han puesto una fecha; reducir en un 55% las emisiones de CO2 para
2030.
Al conjunto de crisis que se viene agudizando en las últimas décadas, se
suma —sobre todo en los países occidentales— una crisis sanitaria que va a
precipitar la recesión económica que ya se esperaba para este año. Una tormenta
perfecta en la que se están dando de manera conjunta sucesos preocupantes como
hundimientos de la Bolsa, estallido de la burbuja del fracking,
desinversiones en la industria petrolera y retroceso en la producción de crudo,
crisis de materias primas, ambientales, sociales…, a las que se une la inédita
experiencia de una economía en el congelador durante meses.
De la misma manera
que no volvimos al modo de vida de antes de la crisis de 2008, no volveremos
al standard de la sociedad del pre-confinamiento.
Cuando me paro a pensar en la situación, la verdad es que el panorama me
asusta. Como un acto reflejo, surgen voces en mi interior que tratan de
calmarme, invitándome a pensar que las diferentes administraciones y gobiernos,
lo tienen todo bajo control y nos ayudaran a salir de este atolladero. Sin
embargo, otra parte de mí se va abriendo camino para ayudarme a comprender que
en realidad, por mucha ayuda que nos puedan proporcionar, estamos solos. Nadie
va a venir a solucionarnos este enorme problema en el que nos encontramos.
Creo
que en este momento, se trata de aceptarlo y asumir que la solución a esta
situación, dependerá de lo que seamos capaces de hacer cada uno de nosotros.
Respondernos si vamos a asumir la parte que nos toca, trabajando en nuestro
entorno más cercano, de manera humilde, colaborativa, codo con codo, en la
construcción de proyectos y redes que nos sostengan… o si nos quedamos a un
lado del camino esperando a que alguien nos salve.
Estamos en el tiempo de las consecuencias. Los impactos generados por este
sistema ya se dejan notar. Y en este momento, tenemos mucho que regenerar.
Empezando por nosotros mismos. Tantos años tratando de encajar dentro de
este sistema inhumano, de abrirnos un hueco, de caminar por la jungla, nos ha
dejado llenos de heridas. Nos ha dejado rotos por dentro. Estamos llenos de
grietas.
Pero, es precisamente por esas grietas por donde puede entrar la luz.
Este aislamiento nos ofrece la posibilidad de realizar un gran viaje hacia
el interior de nosotros mismos. Reflexionar sobre nuestro modo de vida,
preguntarnos cómo nos va a afectar todo lo que estamos viviendo y lo que nos
viene por delante y evaluar y decidir dónde queremos estar una vez que salgamos
al exterior.
Para mí, es un momento de limpiar la casa, de ordenarla, de quedarme con
aquello que es importante y necesario y desprenderme de lo superfluo y lo
acumulado durante años. De aligerar el equipaje y de elegir la compañía
adecuada para esta travesía.
Se nos abre la posibilidad de realizar un cambio en nuestras vidas, el
cambio que siempre hemos querido realizar y que nunca hemos encontrado el
impulso de realizar. Ese proyecto en el rural, esa cooperativa con colegas, esa
red de cuidados en el barrio, el proyecto educativo para los críos, ese paisaje
que recuperar…
Si no soy yo, quién? Si no es aquí, donde? Si no es ahora, cuando?
Dejemos de pensar en el abismo que se abre ante nuestros pies e imaginemos cómo
será el día después de salir de la Gran Reclusión. Es el momento de dar el
paso. Es el momento del salto de fe y es un acto que tendremos
que dar de manera individual, para después, podernos unir en colectividad por
el desarrollo de vidas dignas de ser vividas. Nadie puede dar el paso por
nosotros. Es una gran oportunidad la que se abre ante nuestros ojos y no
depende de nadie más que de cada uno de nosotros. Ya no es tiempo de excusas.
Es el momento de aprovechar la ocasión y ser parte de la Gran Transición
Ecosocial, del Gran Retorno, de construir la sociedad del Decrecimiento, de
conjugar el respeto de los límites naturales con la justicia social global.
Demos el paso.
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