PÀGINES MONOGRÀFIQUES

5/3/20

Favorecer la igualdad garantiza sociedades más pacíficas y más sostenibles.

¿LIBERTAD O IGUALDAD?
Lo que elijas marca tu futuro y el de los demás
«Libertad, igualdad, fraternidad» es el lema oficial de la República Francesa, surgido de su famosa revolución. Si hubiera que elegir una cualidad entre las tres, sin duda la tercera es la más completa, pues tratar a todos como hermanos facilita las relaciones. En cambio, las dos primeras cualidades esconden contradicciones entre ellas. ¿Qué prefieres? ¿Libertad o igualdad?

La Libertad
La libertad es la capacidad para pensar y obrar según la propia voluntad de cada persona. La libertad ha sido alabada por filósofos y poetas pero, ¿acaso nuestra voluntad no es voluble? ¿acaso no hay miles de ejemplos en que elegimos incorrectamente? Por ejemplo, se habla mucho del “culto a la imagen” y mucha gente hace proezas para estar guapa, desde operarse hasta maquillarse al detalle diariamente… (miles de horas y dinero se dedican exclusivamente a estar más guapos). Es parte de nuestra libertad pero… ¿queremos ser guapos por nosotros mismos o porque nos han inculcado que es mejor? ¿Puede un simple anuncio de publicidad cambiar la voluntad de los consumidores? Al sobrevalorar la belleza,  ¿estamos contribuyendo a inculcar esa forma de pensamiento a otros?

Piense que los gobiernos dedican ingentes cantidades de dinero a producir leyes y a hacer que se cumplan y la mayoría de las leyes restringen las libertades. ¿De qué libertad hablamos cuando hablamos de «la libertad»? ¿Queremos un mundo sin leyes para ser más libres?

Piense que los gobiernos dedican ingentes cantidades de dinero a producir leyes y a hacer que se cumplan y la mayoría de las leyes restringen las libertades. ¿De qué libertad hablamos cuando hablamos de «la libertad»? ¿Queremos un mundo sin leyes para ser más libres?

La Igualdad

La igualdad es una característica de una sociedad en la que todos sus individuos ejercen sus derechos. Hay muchos tipos de “igualdades“: igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades, igualdad social, igualdad económica, igualdad en salud…
¿Tiene sentido pretender la igualdad cuando todos somos claramente diferentes? ¿No habrá siempre ricos y pobres? ¿Qué hay de malo en ser rico? ¿No debe cada uno buscarse su propio porvenir libremente aunque ello genere desigualdad?

El liberalismo quiere libertad
Si anteponemos la libertad y queremos todos ser libres, debemos permitir algo tan simple como que cada uno haga lo que quiera con su dinero y, por tanto, debemos reducir impuestos, una medida esencial en el liberalismo. Pero reducir impuestos supone que el estado tiene menos dinero para sanidad, educación… lo cual será peor para los más pobres. Ese es un ejemplo de por qué la libertad genera desigualdad. Otras medidas clásicas del liberalismo son, como documenta Naomi Klein en La doctrina del Shock:
  • privatización de empresas y bienes públicos (porque supuestamente el mercado se encargará de regularlo todo y porque el Estado debe controlar lo menos posible),
  • desregulación de ciertos sectores comerciales (porque la libertad en esos sectores llevará supuestamente al sistema óptimo) y
  • recortes en el gasto social (porque cada uno debe ser libre de buscarse sus propios medios).
Sin embargo, ese sistema no ha generado más que graves problemas: sociedades desestructuradas, desiguales e inestables, especialmente cuando se ha llevado al extremo. En definitiva, aumentar la libertad genera que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. En el mundo hay mucha desigualdad debido al éxito de las políticas liberales.

La igualdad total es una utopía pero acabar con la desigualdad extrema no
Se dice que el comunismo pretendió la igualdad, pero es falso. Todos los regímenes comunistas han violado gravemente los derechos humanos con dirigentes dictadores, corruptos… La igualdad total es una utopía, pero es innegable que la igualdad implica mayor calidad de vida. Los diez países con más igualdad son: Suecia, Hungría, Noruega, Luxemburgo, Malta, Serbia, Eslovaquia, Austria y República Checa.

Si te desagrada vivir en alguno de los países anteriores, seguro que menos aún preferirías ser un ciudadano de clase baja en alguno de los diez países con mayor desigualdad: Namibia, Sudáfrica, Lesotho, Botswana, Sierra Leona, República Central Africana, Haití, Colombia, Bolivia y Brasil.

No hay que pretender la igualdad total sino acabar con la desigualdad extrema. A esto ayudaría establecer un salario máximo, el cual podría incluso estar en función del salario mínimo (dentro de la misma empresa o referido al SMI legal). El informe de la ONU sobre la pobreza en España es algo que avergüenza a (casi) toda la ciudadanía española. Por tanto, debemos exigir y trabajar para poner fin a la desigualdad extrema.

La desigualdad es, en el fondo, una bomba que tarde o temprano estalla. Incluso, puede estallar a otros países, por ejemplo, por la inmigración masiva. Así, podríamos generalizar diciendo que la inmigración no es un problema. El problema es la desigualdad global. Una mandataria del FMI planteó recientemente «reducir la desigualdad, que en la última década se ha convertido en uno de los problemas más complejos y desconcertantes de la economía mundial».

Conclusiones
El diagrama de Nolan divide la “libertad” en dos dimensiones para graficar la ideología política: libertad personal (para las personas) y libertad económica (para el dinero y las empresas).
  • Conceder mucha libertad a las empresas genera desigualdad y abusos ambientales, lo cual nos enferma a la vez que coarta la libertad personal.
  • Por otra parte, conceder poca libertad a las empresas, puede generar desinversión y falta de empleo.
¿Y si controlamos a las empresas sin asfixiarlas y sin permitir que nos asfixien? ¿Y si educamos en la fraternidad? ¿No daría eso oportunidades a los más pobres?

El conflicto entre libertad e igualdad es evidente. Solo sería superfluo si hubiera fraternidad. Mientras no la haya, las leyes deben defender la libertad y la igualdad pero, ante la duda, favorecer la igualdad garantiza sociedades más pacíficas, más habitables y tal vez, por tanto, también más sostenibles.

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