PÀGINES MONOGRÀFIQUES

26/9/19

La economía del cuidado sostiene la trama de la vida social humana

CUIDAR
"Si observamos las prácticas cotidianas de nuestra sociedad, podremos comprobar que ni los mercados ni los Estados ni los hombres como colectivo se consideran responsables primeros del mantenimiento de la vida. Son en su mayoría las mujeres, organizadas en torno a redes femeninas, en los hogares más o menos extensos (abuelas, madres, tías, hermanas, etc.) o en solitario, las que dan respuesta a esta necesidad imperiosa y hacen posible que el sistema funcione."

"El sistema capitalista no puede reproducir bajo sus propias relaciones de producción la fuerza de trabajo que necesita. La reproducción diaria, pero sobre todo la generacional, requiere una enorme cantidad de tiempo y energías que el sistema no podría remunerar. Los procesos de crianza, socialización y atención en la vejez son complejos e implican afectos y emociones que permiten que las personas se desarrollen con ciertas seguridades.


Sólo la gran cantidad de tiempo de trabajo doméstico y de cuidados que se desarrolla en el mundo invisible de lo no monetarizado hace posible que el sistema económico siga funcionando. De esta manera, la economía del cuidado sostiene la trama de la vida social humana, ajusta tensiones entre los diversos sectores de la economía y, como resultado, se constituye en la base del edificio económico."

"Se hace imprescindible revisar y transformar profundamente el actual modelo de trabajo. No basta con que el cuidado se reconozca como algo importante si no se trastoca profundamente el modelo de división sexual del trabajo. Es preciso romper el mito de que las mujeres son felices cuidando. Muchas veces cuidar es duro y se hace por obligación, porque no se puede dejar de hacer, ¿quién hace una ‘huelga doméstica’ y deja a su madre sin lavar o a su hijo sin comer, si no es con un enorme sufrimiento y sensación de culpa?

La sostenibilidad social necesita de un cambio revolucionario en el espacio doméstico: la corresponsabilidad de hombres y mujeres en las tareas del mantenimiento de la vida, realizada en equidad y mantenida en el tiempo. Este reparto no sólo permitirá que los hombres se hagan conscientes de la magnitud, importancia y, muchas veces, penosidad de estos trabajos, sino que seguramente pondrá en marcha cambios culturales de enorme dimensión. La transformación que un cambio así puede provocar de un enorme relieve: variaciones en los usos de los tiempos de vida, en el aprecio por el mantenimiento y la conservación, en la comunicación, en las formas de vida comunitaria, en la vinculación entre el espacio público y el privado, en la consideración de los espacios no monetizados..."

Extraído del libro 'Decrecimientos: Sobre lo que hay que cambiar en la vida cotidiana', del capítulo escrito por Yayo Herrero 'Decrecimiento y mujeres. Cuidar: una práctica política anticapitalista y antipatriarcal'.

Yayo Herrero



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