No estamos locos y sabemos lo que queremos
Diez
años de crisis, diez años de luchas contra las consecuencias de una
estafa financiera que ha servido para que las élites políticas y
económicas se apropien de lo común al implantar medidas ideológicas
que, lejos de resolver la crisis y dar soluciones a la mayoría, han
convertido derechos de toda la ciudadanía en mercancía para
beneficio de unos pocos.
Las
luchas contra las consecuencias de esta crisis siguen vigentes, pero
ha llegado el momento de luchar contra sus causas si queremos
recuperar el control de nuestro futuro. Las causas de la crisis, por
todos es sabido, fueron unos mercados financieros desregulados y un
poder político al servicio de esta locura de casino. Hace diez años
algunos dijeron que habría que refundar el capitalismo, pero el
descontrol y la voracidad financiera era tan grande que solo fueron
capaces de poner algunos parches para que no se les acusara de
inacción. Desde el 15 de septiembre de 2008 nada se ha hecho para
poner coto a unos mercados que se han demostrado peligrosos, capaces
de arruinar países y generar hambre en poblaciones enteras.
Recientemente,
en el Estado español hemos visto cómo la Comisión Nacional de los
Mercados y la Competencia (CNMC), el organismo responsable de la
“libre competencia”, ha denunciado medidas reguladoras hechas por
diversos ayuntamientos para limitar la especulación sobre la
vivienda de alquiler. Es decir, pretenden que la libertad de
inversión de unas entidades o individuos quede por encima del
derecho ciudadano, reconocido por la Constitución, a una vivienda
digna.
Este es solo un ejemplo de cómo ni los poderes públicos
mejor intencionados pueden actuar frente una ley de libre mercado que
devora todo y que nos está abocando a un nuevo colapso.
Por
eso este décimo aniversario de la crisis es el momento en el que
diversas organizaciones europeas, entre las que se encuentra una
treintena de organizaciones españolas, hemos decidido que esta es la
hora de reaccionar, marcándonos como objetivo el control ciudadano
de las finanzas.
No
estamos locos y sabemos lo que queremos. Sabemos que es difícil y
que no es una tarea de hoy para mañana. Que tenemos que convencer
primero a nuestros compañeros y compañeras de luchas, porque ya
está bien de esa interpretación de la realidad en la que las
exigencias de los mercados son como las demandas de aquellos dioses
antiguos que reclaman sacrificios humanos.
Estamos
en un momento económico y político no muy lejano al que hizo
estallar las burbujas en 2008, y un nuevo colapso nos puede arrastrar
a la catástrofe. Por eso es la hora de propugnar una “utopía
realista”.
La
reforma de las finanzas es inseparable de un enfoque radicalmente
diferente de la sociedad. Las finanzas son el sistema nervioso de la
economía, y por eso queremos unas finanzas al servicio de las
necesidades de la gente y no abandonadas a las leyes del
casino-mercado. Debemos contemplar el impacto que las finanzas tienen
en todos los ámbitos de la sociedad, y la estabilidad financiera ha
de ser evaluada en función de las necesidades humanas y el bien
público.
Se
han de prohibir los instrumentos que articulan la especulación
financiera y facilitan la evasión fiscal. La riqueza se distribuirá
mediante una recaudación tributaria eficiente y con unos servicios
públicos eficaces, y nunca el clima, la educación, la sanidad, la
vivienda o las pensiones estarán en manos especuladoras o dependerán
del endeudamiento de la población o del Estado.
Tenemos
que abandonar esta fatalidad de que este sistema financiarizado es la
única opción posible. Aquí se ha esbozado una pequeña
alternativa, pero el argumentario es mucho más amplio y hay muchas
personas que estamos trabajando para que esa “utopía realista”
se haga realidad.
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