PÀGINES MONOGRÀFIQUES

21/5/18

Los beneficios se quedan en los que controlan los flujos monetarios


A RIESGOS GLOBALES, CONCIENCIA DE ESPECIE


Ulrich Beck y Zigmunt Bauman, ambos recientemente fallecidos, compartían algunas preocupaciones y visiones sobre ese paso de una Primera Modernidad en palabras de Beck, Modernidad sólida en palabras de Bauman, a esa Segunda Modernidad ( Beck) o Modernidad Líquida ( Bauman). Así, la primera, la sólida, era regida por las instituciones clásicas de familia, trabajo, industria, Estado-Nación, y protección del Estado( el Estado benefactor) unidos al pleno empleo y pautas colectivas de vida, con una fuerte creencia en el progreso y en la controlabilidad. La líquida, la segunda modernidad,  sería la que socavó aquel mundo sólido con la globalización, individualización, revolución de géneros, el subempleo, y será la época de los riesgos globales: crisis ecológica y colapsos de los mercados financieros. En la segunda vemos que se ha  flexibilizado, desregulado, el Estado ha perdido legitimidad, hay más desempleo y subempleo, cada crisis es peor y  se han traspasado los riesgos a los individuos y a la Naturaleza. Las políticas ya no son de clase, de raza, de desigualdad sino  una cuestión de gestión del riesgo y, además,  el poder consiste en que pague el riesgo el pobre, el obrero o el autónomo, que se tiene que flexibilizar más y tomarse como un reto ser la mercancía más flexible del planeta.  Así hemos crecido en libertades pero descubrimos que, eran unas libertades precarias.

En el Sur de Europa, y en tantos sitios, hemos comprobado que ese riesgo se ha traducido en derrumbe. Pero también hemos visto que no solo las élites no han perdido, sino que han seguido ganando poder y han conseguido sujetar el modo de funcionamiento del sistema. Aquí, como antes en Latinoamérica o en Asia, sabemos cómo se han equilibrado las cuentas "familiares "de los Estados, pero también hemos visto cómo funciona el consentimiento ante estas políticas, y la eficacia de las metáforas con las que se mantiene el sistema. Una de ellas es la de que el Estado es como una familia. Explicar por qué no es el Estado económicamente como una familia lleva tiempo, pero la imagen de la familia malgastadora es muy eficaz y ahorradora (...de tiempo). Hace cinco años, en este
vídeo, Antoni Domenech (también recientemente fallecido) explicaba muy bien en sus primeros minutos que el problema lo tienes cuando pierdes la soberanía monetaria y no estás sometido a una autoridad fiscal común (con los Estados con que compartes moneda) y no hay mutualización de la deuda de los Estados, como nos ocurrió, y entonces sí estás sometido a la servidumbre por deuda.


         La idea fuerza de esta metáfora la vimos una vez habían conseguido imponer el mecanismo de trasvase de deuda privada a pública: haciendo traspasar así las culpas al Estado porque no había entendido que no se podía gastar más de lo que se ingresa, y encima se le acusaba de que el crédito no fluía al sector privado por su culpa, por su deuda, y, por tanto, señalando a otro lugar para que no se viese que el problema venía de la voracidad de cierto sector privado de la economía.  Además, en este mundo en el que las personas cada vez nos sentimos más presas del miedo por la certeza de que no controlamos nuestro porvenir, sentirnos miembros de una familia daba seguridad. Y, para más inri, se aliviaba  con dicha metáfora  la posible conflictividad que pudiese aparecer cuando se fuese percibiendo que el pago de los costes de la crisis iría por barrios, es decir, por clases sociales. Si Graeber decía que cuando le hablaban de libre mercado miraba a su alrededor en busca de armas, qué no decir cuando el poder real te habla de solidaridad, familia, o de formar parte de un club ¿verdad ?

          En esta segunda modernidad, y en esta crisis, hemos comprobado, una vez más, que los beneficios se quedan en los que controlan los flujos monetarios de los diferentes procesos en la economía, y los riesgos se traspasan a los individuos y la Naturaleza. Especialmente eso es así en países que han quedado en situación de dependencia y falta de soberanía monetaria. La experiencia ha sido una vez más clara en este sentido: para ( equilibrar) restaurar la confianza en los mercados, una gran parte de la población no puede tener acceso a gastos que puedan significar salidas de capital de la Familia Estado ( turismo exterior o productos manufacturados) y eso se consigue con devaluación salarial, reformas laborales... y, por otro lado, la Naturaleza ( la que no se queja, hasta que se desata su furia,) debe ser esquilmada para conseguir divisas o inversiones exteriores y debe ser puesta en valor, para así poder pagar la deuda. Así fue, como bien relata Manfred Max Neef en el caso de Costa Rica, y así ha sido en nuestra familiar España,  y no digamos ya en  Grecia. Por supuesto, la pequeña propiedad debe pasar a ser controlada por grandes conglomerados, y los pequeños propietarios deben ser proletarizados. Si recuerdan, éramos tan familia que los amigos de la Marca España nos sacaron una campaña con el lema " Esto lo arreglamos entre todos " en la que salía hasta el periodista Jordi Évole. Una vez que las élites nacionales y  mundiales habían conseguido socializar sus problemas, conseguido restablecer la confianza en los negocios y contratos y en sus colaterales, se olvidaron de la familia y siguieron como en  los buenos tiempos; eso sí, nos decían que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades como causa de la crisis...¡ Toma metáfora por la escuadra!

          Desde los años 70, fechas claves de esa modernidad líquida,  hemos visto que paso a paso, salto a salto, se ha ido conformando una sociedad regida por la opinión pública expresada en los Mercados. Mercados financieros como desarrollo de esa convención que determina la opinión pública: el individualismo propietario. Pero como nos dice Fumagalli: "Estamos, una vez más, frente a una metamorfosis del sistema económico capitalista, sin que por ello mute su naturaleza sustancial. Respecto al periodo fordista, actualmente la calidad de vida sufre cada vez más la explotación que deriva la extensión  de la esfera de la valoración capitalista. La vida misma constituye, en definitiva, la verdadera variable que cotiza en los mercados bursátiles internacionales

           Así pues todos somos capitalistas, esclavos de nosotros mismos, y lo mismo como sociedad, en la que la política es un esbirro del Capital... y en la que la lucha de clases es también la lucha con uno mismo ( Byun-Chul-Han ). Sí, esos son los límites, las parcelas en la que vivimos sin mostrar mucha disconformidad mientras la liquidez fluye en esos mercados financieros donde mercantilizamos nuestras propiedades  cada vez más líquidas ( cotizables y empaquetadas) , cada vez más en riesgo, cada vez más dependientes de la Diosa Confianza. Hoy la economía se resume en esas pantallitas llenas de cifras que reflejan las cotizaciones de los activos. Y hablar de otros considerandos, de la naturaleza, de la pobreza, de la desigualdad,  de la verdadera capacidad de elegir será tachado de DEMAGOGIA.

          Uno se pone a pensar y a leer cómo nos dominan, cómo nos crean la realidad a cada paso, cómo generan conformidad con esa realidad creada, y ve que está gobernado por metáforas conceptuales. Pensando en esta época de la modernidad líquida, y en la superestructura que lo gobierna, uno ve que su solidez, lo que le hace permanente, es precisamente el universo de metáforas inculcadas en los cerebros en miles de millones de personas.   Decía Ernst Cassirer
que el hombre es un animal simbólico antes que animal racional, y parece que no puede hacerse otra cosa que corroborarlo.

          Ese sistema de metáforas que gobierna el rumbo de nuestras vidas como especie principalmente simbólica, muchos ( aunque pocos, relativamente) pensamos que
pronto se dará de bruces con la realidad, y colapsará porque es totalmente irracional. Cabe recordar aquí a José Manuel Naredo cuando nos dice que:

          " El problema, desde luego, es que la riqueza física carece de las atractivas virtudes del interés compuesto, que axiomáticamente acompañan a la riqueza financiera; o también, que frente al crecimiento siempre limitado o transitorio de la riqueza física, se antepone el crecimiento exponencial característico del mundo financiero. Uno de los problemas fundamentales que surge con la expansión incontrolada del dinero o de los activos financieros líquidos, en general, es que la relación deuda/riqueza se acaba quebrando. En efecto, el poder de las empresas para crear dinero en sentido amplio, o para emitir pasivos no exigibles que los mercados financieros aceptan facilitando así su liquidez, está escapando cada vez más el control de la sociedad. El ritmo de expansión de los activos financieros se distancia cada vez más del correspondiente al stock de riqueza física disponible y dentro de ésta del " capital natural " a cuya regresión asistimos día a   día. " ( Raíces económicas del deterioro ecológico y social, Jose Manuel Naredo )

          Si en  la Modernidad Líquida se liquidó la conciencia de clase, con la devastación de los hábitats naturales y modos de vida  que está provocando el sistema de dominación capitalista global ¿quién nos dice que, antes de que sea tarde, no surge esa nueva conciencia, esa
Conciencia de Especie, como la denomina Víctor Toledo? Esa Conciencia transversal de una Familia que ha vivido por encima de sus posibilidades planetarias ( fundamentalmente los mal llamados países desarrollados) movida por unos incentivos que van en contra de la reproducción de la vida misma.   Esa nueva utopía que como en la canción de Labordeta hablando de la libertad: habrá que empujarla, para que pueda ser.

          La lucha de la Especie por la vida la están dando muchos de nuestros congéneres aunque, lamentablemente e indefectiblemente, es silenciada por los Mass Media. Hablamos, por supuesto, de
los cientos de activistas medioambientales y por los derechos humanos asesinados en lucha en países objetivo de ciertas organizaciones multinacionales con fin de lucro y ningún escrúpulo. Detrás de esas organizaciones sin escrúpulos está un modo de vida y un universo metafórico de dominación, no lo olvidemos. De ahí la necesidad de saber que la primera batalla es con nosotros mismos, en nuestro interior, nuestra conciencia como humanos que quieren perdurar como especie.

Posdata:   
Hoy cuando escribo estas líneas es Black Friday, no se habla de otra cosa, y leo algo en las redes que dice así: 
Iñaki Gabilondo: « "En la revista BioScience ha sonado la mayor alarma que nunca se haya lanzado sobre la situación del planeta. 18.000 científicos de 184 países difundían un mensaje dramático: muy pronto será demasiado tarde. La degradación no solo no se detiene, sino que aumenta.

¿Saben lo más impresionante de esa noticia? Que no es noticia" »

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