DECRECIMIENTO INCLUSIVO: EL RETO DEL FUTURO
Cuando
hablamos de decrecimiento no
estamos ante una simple opción. Algunas personas somos partidarias
de que se reduzca el
volumen actual de producción global
para que disminuya su impacto sobre el medio ambiente y sobre nuestra
propia naturaleza. Esto nos permitiría aspirar
a una Economía
del Estado Estacionario.
Pero en realidad el decrecimiento será, más que una opción, algo
inevitable en un plazo incierto aunque no muy alejado.
Por tanto cualquier medida de futuro tendrá que pensarse en ese
escenario, o más bien tenemos que pensar qué propuestas podrán
hacerle frente y prever su encuentro en la medida de lo posible.
Pero
anticipar el decrecimiento no tiene por qué entenderse como la
resignación a un futuro peor. Ya he sugerido que reducir este exceso
productivo en realidad favorecería nuestra propia naturaleza,
actualmente alienada por el fetichismo económico. La cuestión es
cómo organizar la reconversión necesaria para que de ella resulte
una liberación más que una pérdida. Aunque toda elección implica
renuncias, en nuestro tiempo la mayor renuncia sería la derivada de
elegir la continuidad. En tal caso estaremos descartando un futuro
razonable.
Un
concepto irrenunciable a la hora de pensar en un futuro mejor es el
de la inclusión.
No se trata sólo de compasión o de solidaridad. Creo que es
bastante obvio que la estabilidad social beneficia a todo el mundo,
pues rara vez alguien puede vivir al margen de las condiciones
generales de su sociedad, especialmente en tiempos turbulentos.
Incluso quien cuente con ser un afortunado triunfador no
podrá disfrutar su éxito del mismo modo si este implica un mundo en
descomposición. Sus propias oportunidades como las de todos los
demás se verán reducidas. El futuro de todos será muy
diferente en función de si mantenemos o no la convivencia y una
inclusión social y cultural que permita el desarrollo sano de todas
las inteligencias. Hasta el punto de que la propia biosfera que
dio a luz a la humanidad ha
cambiado su estado,
y podría hacerlo más si
nos empeñamos en mantener un modelo económico que acepta la
exclusión.
Lo
que Herman
Daly llama
"crecimiento moral", necesario para intentar dotarnos de
una economía sostenible y equitativa, debe concretarse en
instituciones que lo reflejen y que permitan estabilizarlo en la
práctica. La Renta
Básica Universal (RBU)
podría cumplir con esta función por cuanto establece un sistema
permanente de redistribución universal de una parte de lo producido,
sea cual sea su volumen.
En
el congreso sobre
RBU y decrecimiento celebrado en Hamburgo este mismo año se ponían
en relación ambas propuestas tratando de iluminar este escenario de
futuro en sus dos vertientes: qué ganaríamos respecto a la
situación presente, y por qué es, más que una opción, una
necesidad. En dos entradas anteriores reseñamos las primeras partes
del congreso [1] [2] y
ahora vamos a abordar la tercera y última, en la que se recogieron
nuevas ideas y se plantearon algunas controversias. ¿Cómo habrá de
aplicarse una RBU en un contexto de decrecimiento? ¿Cómo se
financiaría? ¿Son propuestas que deben vincularse de alguna manera
o quizá se entorpecerían mutuamente en el intento? Al final
añadiremos brevemente un punto de vista propio sobre lo tratado por
los ponentes.
El conflicto entre la RBU y el decrecimiento y una posible solución
Cuando
se debate sobre modelos de financiación de una RBU la principal
solución que se presenta es el aumento de los impuestos sobre la
renta o al consumo. Esto implica que incluso si la RBU se pudiera
financiar así desde el principio, ni las rentas del trabajo ni el
consumo podrían reducirse sustancialmente, ya que esto haría
peligrar su base financiera.
La
propuesta de Martin
Finger para
solucionar este conflicto es la introducción de una moneda
electrónica complementaria, denominadaCredere,
que aplicaría dos reglas simples. La primera define la creación de
dinero. Credere se crea libre de deuda y se paga en forma de renta
básica. El pago mensual varía entre 100 y 1.000 Crederes por
persona y depende de la tasa de participación en un país, pues el
uso de esta moneda complementaria es voluntario. La segunda regla
define la “decreación” de dinero, que se establece en un 1% al
mes, o 12% al año, respectivamente. De esta manera el sistema
monetario contrarresta la acumulación de dinero causada por interés
compuesto.
Sólo
una renta básica que esté básicamente desconectada de la actividad
económica permitirá a la gente obtener la libertad y el control de
su tiempo individual. Este es el prerrequisito más importante para
una sociedad en la que los trabajos pueden ser abandonados y abre un
gran potencial para la protección de los recursos y el medio
ambiente. Los puestos de trabajo, donde la gente produce cosas sólo
porque necesita un ingreso, no volverán a ser necesarios. Esto
ahorrará más recursos mucho más rápido de lo que podría hacerlo
nunca una reducción del consumo. A medio plazo esto podría conducir
a una economía orientada a la demanda y a las necesidades
fundamentalmente diferente. En este tipo de economía la producción
sólo se llevaría a cabo con el fin de satisfacer las demandas y
necesidades de las personas, y no con el fin de acumular dinero a
costa de los demás.
Una
de las razones por las que es preferible un programa de renta básica
voluntaria es que puede iniciarse inmediatamente. No es necesario
obtener mayorías políticas. Podemos comenzar inmediatamente la
creación del marco en el que queremos vivir en lugar de quemarnos
tratando de cambiar las estructuras existentes. Al fin y al cabo son
las personas las que mantienen todas las instituciones, y sólo unos
pocos pueden sentirse motivados para llevar una vida diferente en la
medida en que no ven una forma alternativa de vida.
Líneas
de pensamiento: terreno común y no común, objetivos y dirección
cuando se trata del medio ambiente
Jeremy
Heighway se
fija en los objetivos de esta conferencia, en cuya página de
presentación se dice: “la renta básica es un camino para
dirigirnos a una sociedad de decrecimiento, sin embargo, una renta
básica no inicia necesariamente la transformación ecológica que
tan urgentemente necesitamos", y continúa: "...este
propósito... necesita ser incorporado a fondo en cualquier
implementación de una renta básica y de las medidas que lo
acompañan".
Sin
embargo se dan pocas pistas para esto, sugiriendo otras áreas de
discusión, ninguna de las cuales apunta a una transformación
ecológica. Es perfectamente posible que un partidario de la RBU
ignore la transformación ecológica. En cierta medida incluso es
posible que sea partidario de un mayor consumo.
El
movimiento por el decrecimiento es una forma de pensar; la renta
básica es un mecanismo. Esto plantea un posible desencuentro desde
el principio, basado en la cuestión de qué se espera lograr y cómo.
En los movimientos sociales se da un buen solapamiento y es una
estupenda idea que trabajen juntos. Pero se pueden perder
oportunidades si dos grupos no atienden también a lo que no va a
aflorar automáticamente cuando trabajan juntos.
Un
área enorme es, como se ha indicado anteriormente, la transformación
ecológica. La propuesta de Jeremmy se centra en la fiscalidad
ecológica, y sugiere que el consiguiente aumento de los ingresos se
devolverá a todo el mundo de manera uniforme como renta básica. Sin
embargo no cree que esto fuera suficiente para poner en marcha la
financiación del coste básico de la vida. Sería más bien un
cómodo acompañamiento para la RBU y no una fuente directa de
financiación. Curiosamente es algo en lo que necesitan hacer énfasis
los partidarios del decrecimiento, desde la perspectiva del beneficio
ambiental, y defenderlo junto con los partidarios de la RBU.
Tener
la naturaleza como preocupación secundaria es quizá una razón por
la que los partidarios de la RBU (Renta Básica Universal) no han
dado mucho apoyo a esta idea de momento: si realmente no hace gran
cosa para financiar una verdadera RBU ¿por qué complicar las cosas,
y quizá alejar a la gente en el intento, con un dispositivo fiscal
impopular? Es tarea de los partidarios del decrecimiento lograr que
se reconsideren las preocupaciones ambientales. Y los partidarios de
la RBU pueden ganar firmes partidarios y nuevos aliados si adoptan
este propósito que, recordando los objetivos declarados de la
conferencia, “...necesita ser incorporado a fondo en cualquier
implementación de una renta básica y de las medidas que lo
acompañan".
Decrecimiento,
RBU y educación
El
documental Can
Man Woman entrevista
a hombres al cuidado de su familia sin otro trabajo remunerado, rol
tradicionalmente asignado a las mujeres, y
además aborda la valoración del trabajo parental por medio de una
RBU. De esta manera la película pretende alentar a que se replantee
la protección de la infancia.
Según Gabriele von Moers este es un posible enfoque para discutir el tema del decrecimiento: estamos hablando de una condición básica para seres humanos auto-determinados. Necesitamos tiempo y atención. Sin embargo no tenemos sentido de la responsabilidad con estos recursos. Estar continuamente presionados por el tiempo de trabajo reduce el espacio para ellos. Nuestro tiempo disponible disminuye para cada vez más cosas.
Según Gabriele von Moers este es un posible enfoque para discutir el tema del decrecimiento: estamos hablando de una condición básica para seres humanos auto-determinados. Necesitamos tiempo y atención. Sin embargo no tenemos sentido de la responsabilidad con estos recursos. Estar continuamente presionados por el tiempo de trabajo reduce el espacio para ellos. Nuestro tiempo disponible disminuye para cada vez más cosas.
La
cuestión es si una RBU crea el ocio suficiente que necesitamos de
manera urgente con el fin de, por ejemplo, hacer posible el juego
libre y creativo con nuestros hijos, y en fin, para ser creativos
nosotros mismos lejos de toda frenética programación.
Euro-dividendo
Ecológico como experimento voluntario
Ulrich
Schachtschneider propone
realizar un experimento con una red de voluntarios para probar una
RBU parcial con financiación ecológica. Su idea básica es esta:
los participantes medirán mensualmente su huella
ecológica con
la ayuda de una web; pagarán ecotasas en función de su huella y
estas se devolverán en cantidades iguales a todos los participantes.
Todos ellos cobrarán un "Euro-dividendo Ecológico", o en
otras palabras, una RBU parcial. Las personas con una huella
ecológica pequeña obtendrán más de lo que dan. Las personas con
una huella ecológica superior a la media tendrán un saldo negativo.
Todos se verán incentivados para reducir su huella, (mediante
tecnología alternativa o mediante un comportamiento alternativo). Y
todos obtendrán sin condiciones una parte similar de los ingresos de
manera que puedan percibir la noción de ingreso básico.
El
experimento puede empezar con un grupo muy pequeño de participantes
y crecer paso a paso. El eco-dividendo mensual será calculado
automáticamente en función de la huella ecológica sumada, por
ejemplo, 1hag (una hectárea
global)
equivale a 100 €. El consumo promedio real es de aproximadamente 5
hag. Para hacerlo con transparencia necesitamos una plataforma
web en la que los participantes tienen que calcular y anunciar su
huella ecológica. Un administrador financiero hará efectiva la
ecotasa, pagará el Euro-dividendo Ecológico y documentará todo.
Hasta aquí la idea. Pero todavía hay cuestiones sin resolver: sólo deben participar personas en las que podamos confiar. ¿Pero cómo podemos asegurar esto? ¿Qué principios permitirían confiar en los participantes? ¿Hasta qué punto es válida la medida de la huella ecológica mediante el procedimiento de la hectárea global?
Se
puede seguir una variante: antes de poner en marcha esto con dinero
real, podríamos simularlo y pagar un Euro-dividendo Ecológico
Virtual a quienes participen en el cálculo mensual de la huella.
Este
experimento, en primer lugar, conectaría las ideas de decrecimiento
y RBU. En segundo lugar, acercaría ambas ideas al público. En
tercer lugar, es apropiado para aplicarlo a nivel europeo. Cualquier
ciudadano europeo puede unirse al proyecto a pesar de las diferencias
actuales en los diferentes sistemas nacionales de Seguridad Social.
Basta con el acceso a la web. En cuarto lugar podríamos conseguir un
primer conocimiento empírico sobre el cambio de estilos de vida y de
formas de trabajo, especialmente por medio de una evaluación
científica paralela.
¿Renta
Básica para una sociedad más justa? El ejemplo del automóvil
La
Renta Básica suele elogiarse por su reconocida capacidad para
reducir la pobreza, o para hacer frente al probable aumento del
desempleo, etc. Lo que se suele pasar por alto, sin embargo, es que
una correcta aplicación de la RBU también puede reducir la
distribución injusta de los subsidios públicos no monetarios.
Una
de las más injustas asignaciones de bienes públicos -nos
recuerdaCsaba
Toth-
es la referida al uso del coche. Hoy en día vivimos en un mundo
donde el uso del automóvil está fuertemente subvencionado en la
mayoría de las sociedades. En primer lugar, las externalidades de
la utilización del automóvil, tales como problemas de salud debido
a la contaminación, el consumo de espacio público, etc. están
escasamente consideradas en general. En segundo lugar, los pagos por
el uso del coche (ej. combustible, peajes) rara vez cubren siquiera
los costes reales de uso del automóvil, (especialmente los costes de
la infraestructura que utilizan). La distribución de los subsidios
del usuario coche es muy desigual: en el extremo inferior se
encuentran las personas sin coche que no reciben ningún subsidio,
mientras que en el extremo superior nos encontramos con aquellos
usuarios de automóviles que estacionan a menudo en plazas de
aparcamiento públicas y gratuitas, y/o conducen muy a menudo,
obteniendo así subsidios cuyo valor puede exceder varios miles de
euros al año. Y como, por término medio, la persona que no tiene
coche está probablemente en una situación económica menos
favorable que el propietario de automóvil, esta distribución de los
subsidios no es sólo desigual sino también enormemente injusta. Y
para hacerlo aun peor, estos subsidios fomentan el uso excesivo del
automóvil, altamente contaminante, lo que agrava los efectos
negativos del uso del automóvil, sobre todo en las personas más
pobres que tienen menos medios para contrarrestar estos efectos
negativos.
¿Pero
cómo podría la RBU reducir estas injustas desigualdades?
Obviamente, los subsidios a los usuarios de automóvil deben ser
reducidos, (es decir, el combustible debe ser gravado con mayor
intensidad, todo el mundo debe pagar por aparcar en lugares públicos,
los peajes deben ser introducidos al menos en los centros de las
ciudades y en las autopistas, etc.). Sin embargo hoy día la posesión
y el uso del coche están considerados como un "derecho básico"
hasta el punto de que incluso los no usuarios de coche podrían
desaprobar tales políticas, sobre todo si no se benefician de ellas
directamente. En consecuencia, es más bien imposible introducir esas
políticas de "empuje" por sí solas en un contexto
democrático. La introducción de una RBU, sin embargo, ofrece una
oportunidad histórica para abordar la cuestión de los injustos
subsidios al uso del automóvil. Si la introducción de mayores
impuestos al combustible y peajes de aparcamiento y circulación
estuvieran ligados a la introducción de una RBU, serían mucho más
aceptables para la mayoría de la gente, sobre todo si los ingresos
adicionales por esos pagos y tasas fueran utilizados para cubrir el
coste de la RBU. Sería una pena perder esta oportunidad histórica.
CONCLUSIONES
Lo
expuesto en el congreso de Hamburgo nos ha servido para
tomar el pulso al debate sobre la implementación de la RBU en un
contexto de decrecimiento que, como hemos dicho al principio, no es
sólo una opción, (con apoyo minoritario de momento), sino que
vendrá impuesto por las circunstancias tarde o temprano. Puede que a
largo plazo la única RBU posible sea la agricultura comunitaria de
proximidad con la que podamos contar, pero entre tanto cabe
plantearse medidas de transición que no sólo faciliten la
reconversión hacia un modelo más sostenible sino que, además,
puedan mitigar nuestra propensión actual hacia el crecimiento. Como
dijo, Sandra Antelmann, una de las ponentes, “Para aplicar un
cambio socio-ecológico a la relación entre economía y naturaleza
son necesarios puntos de entrada y estrategias transitorias.”
Varios
conferenciantes señalaron la sintonía de los valores que defienden
tanto los partidarios del decrecimiento como los de la RBU, (la
necesidad de reconocer el valor del trabajo de cuidados y el
valor de la actividad humana por sí misma,
al margen de su valor de cambio; el beneficio de reducir la presión
productivista sobre nuestras vidas; la posibilidad de relegar el
crecimiento del PIB como prioridad absoluta). Pero a la hora de
concretar el modo de implementar esta nueva visión surgen ideas
diversas que merece la pena clarificar (o al menos intentarlo
aportando un punto de vista propio).
Desde
una óptica decrecentista la RBU puede parecer una medida relacionada
sólo con la equidad y no con la completa transformación social a la
que aspira este movimiento. De ahí que algunos ponentes propongan
vincular la RBU a los problemas ambientales financiándola mediante
una reforma
fiscal ecológica: impuestos pigouvianos que
discriminen la producción en función de su impacto ambiental. Con
ello se buscaría, de paso, una alianza entre los dos movimientos.
Sin embargo cabe la posibilidad de que este vínculo entre ambas
medidas creara un incentivo perverso: la necesidad de que no
disminuya el nivel consumo para poder mantener la financiación. El
objetivo general de recaudación no debería depender del consumo de
recursos.
Esto
no anula el papel que podría jugar una reforma fiscal ecológica,
pero su objetivo sería otro: orientar la producción favoreciendo
unos consumos en detrimento de otros mediante criterios éticos,
democráticos y de sostenibilidad, (lo que la EBC denomina
el balance
del bien común).
Además esta reforma podría lograr una relocalización económica no
nacionalista, (no basada en aranceles clásicos sino en criterios
racionales sobre el transporte innecesario y el dumping social o
ambiental). Pero en general su virtud sería cualitativa más que
cuantitativa.
En
cuanto a la eficacia de este tipo de impuestos cabe mencionar sus
limitaciones: los cambios hacia la sostenibilidad que inducen en la
microeconomía no garantizan la sostenibilidad general, (pues la
demanda agregada puede no verse afectada o incluso aumentar con las
mejoras de eficiencia). Y cuando hablamos de decrecimiento estamos
planteando el problema esencial de la
dimensión de la economía.
Es decir, la biosfera tiene límites y es necesario poner el acento
en los topes
al uso de recursos y de sumideros,
(más allá de la necesaria discriminación del consumo y de la
producción encaminada a acercarlos al cierre
de ciclos).
Por
tanto, la reforma fiscal, los límites a la producción o la renta
básica son medidas complementarias con objetivos propios que no hay
por qué confundir. Pero sí es necesario observar cómo se
relacionan entre sí y su efecto conjunto. Al no asociar la RBU a un
impuesto específico estaremos asumiendo que en realidad se trata de
una responsabilidad social colectiva, y no de algo que nos podemos
permitir sólo porque es posible gravar tal o cual consumo. Entonces
¿cuál es la relación entre ambas propuestas?
La
virtud esencial que aportaría la RBU para el medio ambiente y para
el cambio cultural que necesitamos es más profunda y no depende de
asociarla a otro tipo de medidas. Es necesario comprender el problema
de los incentivos
estructurales del
sistema económico: si actúan en favor de la acumulación,
(alentando el apoyo a las políticas de crecimiento), o si por el
contrario hacen posible cierta conformidad, (y con ella, la apuesta
por otras prioridades). Es decir, se trata de una cuestión de
libertad colectiva. Al establecer una separación entre el empleo y
la obtención de alguna renta, la RBU abriría la posibilidad de
iniciar ya un decrecimiento voluntario y ordenado, facilitaría el
reparto del empleo restante y, en general, nos permitiría liberar
tiempo para la autonomía ganando
calidad de vida en ese decrecimiento. El resto del contexto
decrecentista habría que dibujarlo con otras medidas asociadas a
otros fines, (y de hecho la RBU podría servir a distintos modelos en
función del contexto en el que se aplique).
La
cuestión de la financiación
pública,
por ejemplo, tanto para esta como para otras medidas, ha
de abordarse con un cambio orientado
a este problema concreto. Cabe mencionar que, incluso sin
salirnos del paradigma monetario actual, y apesar de las
limitaciones que impone la globalización, es posible
financiar una RBU, (y disponemos
de cálculos ya realizados para el Reino de España).
Pero esta no es la única solución ni la ideal. Los estados
necesitan liberarse del corsé monetario actual, cuando la creación
y la destrucción de dinero queda en manos de los bancos y al
servicio de su especulación. La adopción de un sistema de dinero
soberano [1] [2] dotaría
de autonomía monetaria y financiera al estado. Simplificando mucho,
bajo este sistema el gobierno no necesita plantearse problemas de
recaudación para decidir cuánto dinero distribuye y cómo lo hace.
El papel de los impuestos sería dotar al dinero de valor social
al hacerlo necesario, y en segundo lugar, controlar la
inflación.
Otro
ejemplo. Algunos partidarios del decrecimiento temen que la RBU tenga
un efecto crecentista porque en alguna medida actúa como un estímulo
keynesiano. Pero cuando hablamos de decrecimiento solemos distinguir
entre los países que necesitan decrecer y los que necesitan más
desarrollo. La RBU aplicaría esa distinción también dentro de los
países opulentos, estimulando el consumo, sí, pero en relación
directa con la situación de pobreza de cada cual, pues el efecto
redistributivo haría que quienes tienen un sueldo medio se vean poco
beneficiados en cuantía (aunque muy beneficiados por el “seguro de
vida” que supone, y por la posibilidad de reducir su jornada), y
que quienes ganan mucho tengan menos renta disponible para el consumo
superfluo. Es decir, por sí misma la RBU no implica un crecimiento
innecesario, y una vez más, eso dependerá del contexto
ideológico en
el que se inserte, del resto de políticas que la acompañen. De
hecho hay quien plantea esta medida en un contexto más neoliberal,
en sustitución de los servicios públicos. Por eso conviene resaltar
el valor que subyace en esta propuesta entre la mayoría de quienes
la defendemos: esa inclusión
básica que
habría que mejorar, (y que empeoraría si el contexto de aplicación
fuera el que pretenden los neoliberales).
Por último, en ocasiones se cuestiona la aceptación social o el apoyo democrático que podrían tener las medidas necesarias para el decrecimiento, pero esto supone aceptar la hipótesis de que actuamos como meros agentes económicos maximizando el beneficio a corto plazo. Sin embargo el apoyo de gran parte de la población a las medidas de represión económica impuestas por la política neoliberal, (mal llamadas de "austeridad") muestra que es posible elegir democráticamente los sacrificios cuando las personas creen que son necesarios para un futuro mejor. Y en la medida en que va siendo comprendido, el decrecimiento va ganando apoyo entre la población (frente ese engaño represivo). Es lo que ocurre en cualquier comunidad de vecinos que necesita arreglar su tejado común.
La
confusión de la represión
económica con
la idea de austeridad se
debe a la falsedad del relato neoliberal, que en realidad ahoga
económicamente a quienes están en peor situación, y por tanto ya
viven con (forzosa) sobriedad, mientras, por otro lado, se fomenta el
enriquecimiento y el consumismo basado en la deuda para alimentar un
crecimiento económico ya insostenible y en las antípodas de la
austeridad. En realidad se reprime a los austeros y se premia a los
derrochadores. A lo que se añade que "en las últimas década
se da una tendencia a transformar las condiciones de trabajo de
manera que el riesgo de sucumbir a la competencia propio del
capitalismo se desplaza de la empresa a los trabajadores", nos
decía Werner
Rätz en
la tercera charla. El objetivo de estas políticas no es el
sacrificio en favor del futuro sino forzar la entrega servil y la
sumisión de toda la economía al sistema financiero para salvar las
rentas especulativas.
Cuando se nos propone más crecimiento se está
ocultando el
problema de la distribución.
Frente
a esto hay que reivindicar la sana virtud de una austeridad
inclusiva que
parta de la suficiencia económica de todos. O como decía Sandra
Antelmann en su charla: “[el feminismo] subraya la estrategia de
sostenibilidad de la suficiencia, no como abstinencia individualizada
sino sociopolítica.” Esto requiere hacernos dueños de otra
narrativa que
lleve a comprender la necesidad de dejar atrás la ideología de la
sobre-explotación humana y ambiental. El
fracaso en la apuesta por el crecimiento será
más duro y difícil de abordar que la adaptación a una economía
sostenible. Pero si garantizamos colectivamente la inclusión, si
dejamos atrás la dependencia absoluta, ganaremos autonomía
(económica, cultural y política), y tendremos las manos libres para
intentar esa adaptación. Este es el reto del futuro por el que
necesitamos cooperar.
Añado una
charla que ha tenido lugar en Madrid este mes coincidiendo
con la misma temática de esta serie de artículos. En ella podemos
escuchar más ideas sobre todo esto, como la propuesta
de financiación
para una
renta básica que ha planteado Varoufakis recientemente.
Me
quedo con esta frase de Cive Pérez: “A efectos del PIB morir o
nacer es indiferente. Cunas o féretros, todo puntúa en el PIB.”
¡Saludos!
ResponderEliminarEn lecturas de su sitio web he encontrado que tienen links a sitios web relacionados con el tema de economía circular.
Hace poco subí un post acerca delrol de la moda en la economía circular. En el encontrarás temas como:
1. ¿Qué es economía circular?
2. ¿Por qué es importante la economía circular?
3. ¿Cuál es la relación entre la industria textil y el medio ambiente?
4. ¿Qué pasaría si la industria textil sigue contaminando?
5. Cómo las empresas textiles son los contaminadores pero también la solución
El articulo lo puedes encontrar aquí: https://motica.co/la-moda-y-la-economia-circular/
Me interesa saber su opinión acerca del tema ya que probablemente tengan más experiencia que yo alrededor de la economía circular 🙂
Obviamente, si compartes este artículo, significaría todo para mí.
Pero, realmente, solo quiero darles a conocer este contenido que puede agregar información a posts suyos que puedan estar relacionado con el tema y que sean de interés de sus visitantes.
Por más que quiera escuchar un comentario con respecto a él, entiendo que no puedan dar respuesta a este mensaje.
Agradeciendo la atención,
Motica