¿Y SI EL LUNES NO VUELVO A LA OFICINA?
Cuándo mejorará su vida y cuándo es una temeridad
Cambiar de
vida es una decisión que no puede tomarse a la ligera.
Hacer borrón y
cuenta nueva no es una cuestión sencilla. Más bien todo lo
contrario. Sustituir un buen trabajo por una vocación con
rentabilidad incierta o dejar la ciudad que
le vio nacer por un lugar lejano y extraño, parecen, a
priori,
decisiones más cercanas al razonamiento arbitrario de un alocado que
a los pensamientos de un ser humano sensato e inteligente. Sin
embargo, testimonios como los de Adelaida, Javier, Ana y Guillermo,
siembran la duda y hacen que la balanza se incline hacia el lado más
arriesgado de la vida.
“Nos
han hecho creer que no podemos escoger, que lo que tenemos es lo que
nos ha tocado. Pero no es cierto. Aunque suene utópico, decidir lo
que quieres hacer con tu vida es posible”, asegura Adelaida, quien
junto a su actual pareja, Javier, dejó lo que en teoría no se debe
abandonar jamás: la seguridad de un trabajo estable
y bien remunerado. Sin embargo, sus sueños no se correspondían con
la realidad. Así que tomaron algunas decisiones. Pocas, pero
definitivas.
El quid de
la cuestión está en la libertad de poder decidir en cada momento
cuál será el paso siguiente que vamos a dar. Es también el caso de
Guillermo y Ana, dos jóvenes que hoy se ganan la vida trabajando la
tierra como agricultores, y hace unos años lo hacían frente al
ordenador, como ingeniero y administrativa. En un momento dado,
decidieron liarse la manta a la cabeza y empezar de nuevo. Para ello,
tuvieron que aprenderlo todo sobre los tomates, lechugas, cebollas y
pimientos de padrón: cómo cultivarlos, venderlos y distribuirlos.
No fue algo sencillo. “No teníamos ni idea de este mundo”,
comentan ambos: “Sin embargo, poder tomar nuestras propias
decisiones acerca del trabajo y los horarios, y, sobre todo,
la ilusión de
empezar algo propio desde cero, fue la clave para trasladarnos a
Nigrán, en Pontevedra, y crear A
Leira de Lola,
una huerta que
comercializa cestas de hortalizas ecológicas.
¿La libertad no era utópica?
“Adelaida
me mostró un camino nuevo, el esbozo de un sendero vital que no
conocía. Me planteé nuevas preguntas sobre la vida y, desde ese
momento, bastaron unas semanas para que materializáramos la decisión
de cambiar de rumbo”. Así se explica Javier, almeriense de 48 años
afincado en A Coruña y arquitecto en el Departamento de Obras
Internacionales en Inditex. La responsable de este cambio, madrileña
de 36 años y con un niño de 10, invertía casi todo su tiempo en
las labores de comercial textil en la misma empresa. En definitiva,
ambos disfrutaban de las ventajas de un trabajo fijo
y con una buena retribución económica. Entonces, ¿por qué? ¿Una
loca idea cruzó sus cabezas? Para Adelaida, dar ese paso de dejarlo
todo era la única manera de ser libres y llevar la vida que querían.
“Así que decidimos centrarnos en nuestros talentos, en lo que nos
gusta y apasiona”, cuenta. Esto se tradujo en que Javier cambió la
arquitectura por la navegación y, más concretamente, por la
organización de excursiones en barco; mientras que Adelaida se
convirtió en una de las pocas professional
organizer de
nuestro país (personas que ayudan a organizar la vida de sus
clientes, desde el armario a la economía doméstica), con la
creación de la empresa Orden Studio, con la que trata de
comunicar que “llevar una vida ordenada representa la garantía de
tener un entorno equilibrado y una existencia armoniosa”. A pesar
de los miedos y dudas, la pareja reconoce que está donde quiere
estar, “asumiendo qué nos gusta y qué no de la decisión tomada”,
afirma Adelaida en nombre de los dos.
Pregúntese: ¿me lleva la inercia?
Los cuatro
dejaron de encontrarle sentido a los viajes de trabajo,
al estrés por cumplir con los objetivos ajenos y a las carreras
contrarreloj hacia ninguna parte (o, al menos, no hacia el lugar
donde querían estar). El desajuste entre la realidad que estaban
viviendo y la que anhelaban fue el detonante definitivo que les animó
a dar carpetazo a una etapa y comenzar con la siguiente. Un síntoma
generalizado entre los que apuestan por un cambio vital, aunque no el
único.
Los indicios que
nos alertan de que estamos agotando un ciclo pueden ser de muy
diversa índole. Sin embargo, todos se identifican del mismo modo:
“En el momento en que detectamos falta de ilusión o
motivación para desarrollar las tareas que nos han encomendado se
enciende una alarma a la que debemos prestar mucha atención”,
advierte Leticia Prada, coach experta
en Inteligencia Emocional, quien aconseja: “Si no podemos resolver
esa situación, debemos levantar la vista y explorar nuevos
horizontes con metas distintas y retos que nos motiven para disfrutar
de nuestro trabajo”.
Y añade: “Si disfrutamos con lo que hacemos, tendremos el éxito
asegurado”.
Al hastío y la
ausencia de ilusión,
el psicólogo Miguel Silveira, autor del libro ¡Cambiar
es posible! (Alba
Editorial), añade algunas razones más que suelen desencadenar los
giros profesionales en la trayectoria de la gente: “Además de la
desmotivación, el hecho de estar inmerso en un ambiente laboral
asfixiante y enrarecido puede ser el origen de una decisión de este
tipo. Por otro lado, muchas personas inician un proceso de cambio
cuando les ofrecen o ven fuera de la empresa oportunidades tan
atractivas que creen que no deberían dejar pasar”.
Los
expertos recomiendan no precipitarse. No siempre lo que hay fuera es
mejor que lo que ya tenemos. Y para comprobar si es así, Silveira
propone hacerse dos preguntas clave cuyas respuestas contribuirán a
confirmar o refutar su impulso inicial: ¿Trabajo por inercia? ¿Tengo
alternativas preparadas? Son cuestiones que el experto cree que
debemos plantearnos en nuestro fuero interno. Pero, ¿conviene contar
también con la opinión de los demás? Para el psicólogo, “hacerlo
denota prudencia, pero no es imprescindible. Consultar permite
aumentar la objetividad de la percepción de la nueva realidad, ya
que los demás verán el asunto con más distanciamiento y pueden
darnos una visión distinta y complementaria a la nuestra”. Por su
parte, Prada enfatiza la idea de que, “aunque escuchar la opinión
de los demás siempre es enriquecedor, al final, la decisión que
tomemos se ha de hacer bajo nuestra responsabilidad”.
Cuidado con los impulsos
Ilusión por
vivir haciendo lo que nos gusta, miedo a la incertidumbre del día
después, confianza en nuestras capacidades potenciales, ansiedad por
continuar con las mismas tareas sine
die...
Un cúmulo de sensaciones influyen en dejarlo todo o seguir con la
misma canción. Y las emociones suelen pesar más que la lógica, por
lo que hay que andarse con cuidado, pues no hay que olvidar que los
impulsos pueden ser traicioneros.
Para asegurar el
tiro o, al menos, aumentar las garantías de éxito, la coach apela
al pragmatismo y anima a “hacer un análisis previo de nuestra
situación actual y de las posibilidades reales de la trayectoria que
pretendemos seguir en el futuro”. Y añade: “No se trata de
cambiar por cambiar, sino de mejorar las condiciones en las que
vivimos”.
Precisamente,
para evitar ese salto al vacío y darse de bruces contra una realidad
abrupta, Silveira señala que “la mejor estrategia pasa por tener
presente que el cambio es inherente a cualquier ámbito de la vida y
hay que estar abiertos a él, sin temerlo. Esto exige desarrollar una
buena capacidad de adaptación al devenir de los acontecimientos,
adquirir constantemente nuevas habilidades y fomentar
la creatividad en
la solución de problemas”.
Por Eva
Carnero
Ecoportal.net
El
País - http://elpais.com/
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