EL VALOR DEL USO
Editorial del boletín
30 de Coop57
En 2006, antes del estallido de la última crisis financiera,
el Relator Especial de Naciones Unidas por el Derecho a una Vivienda Adecuada
señaló que los problemas más importantes para ejercer este derecho en el Estado
español eran la especulación, la corrupción, el acoso inmobiliario, la escasez
de vivienda pública y la vivienda vacía.
Sus consecuencias ya las conocemos y sufrimos: largas listas
de espera para acceder a una vivienda social; la necesidad de compartir piso;
el drama de los desahucios, especialmente hoy por el impago de las rentas de
alquiler, la sobre ocupación, el realquiler de habitaciones, y las personas sin
hogar que viven en la calle, muchas veces invisibles.
Actualmente, según estadísticas oficiales, en el Estado
español 22.938 personas se encuentran en esta situación y cada 5 días muere una
de ellas, y esto es solo la punta del iceberg de unas desigualdades sociales
crónicas y de una problemática estructural que demuestra la vulneración
sistemática del derecho a la vivienda y la dignidad humana.
En el Estado español, el derecho a la vivienda ni se ha
garantizado ni se ha protegido, siendo un sector basado en la especulación, el
lucro y los rendimientos donde, como se demuestra a diario, no todo el mundo
tiene cabida. Aunque se trate de algo tan esencial para el bienestar y la
dignidad de las personas como su hogar. Las políticas de vivienda han sido
claramente insuficientes para corregir los efectos negativos que las manos
invisibles del mercado provocan. Y todavía más, la han fomentado, apoyado y
reforzado.
El Estado se ha centrado, tradicionalmente, en el fomento de
la compra de vivienda mediante, por un lado, desgravaciones fiscales
generalizadas en la adquisición y, por otra, en una política pública de
vivienda que ha reproducido el modelo mediante la construcción de viviendas de
protección oficial de compra. Por lo tanto, se puede afirmar que la tendencia a
un modelo residencial basado en la propiedad de la vivienda no es un aspecto
cultural sino que ha sido promovido por las políticas públicas.
Un informe reciente explica que el precio de los pisos de
segunda mano se ha incrementado un 8% en los primeros 6 meses del año en el
Estado español. Este incremento corresponde, en buena medida, a voluntades
especulativas ya que, un porcentaje muy importante de las compras hechas en
estos seis meses son de carácter inversor y tienen voluntad especulativa.
Muchas de estas operaciones han sido promovidas por inversores extranjeros que
ven, en el mercado inmobiliario español actual, una buena oportunidad de
negocio.
Las cifras hablan por sí solas y las consecuencias afloran
pronto: una especie de nuevo tsunami especulador, silencioso e invisible. Los
efectos reales de tendencias como estas se transforman en un encarecimiento
artificial de los precios, poniendo barreras más altas de acceso a la vivienda
para mucha gente, tanto para la compra como para el alquiler. La tensión
alterada entre la oferta y la demanda provoca que los mercados sitúen sus
precios de equilibrio lejos de las necesidades de la mayoría y desencadena que
mucha gente se vea abocada a situaciones de precariedad residencial.
El sistema económico hegemónico mercantiliza todo lo que
pueda generar excedentes y venera todo aquello que pueda añadirse a la suma del
PIB para que después, maliciosa y erróneamente, se traslade a la creencia
dogmática de un progreso mal entendido.
La inevitable conclusión es que bienes básicos como la
vivienda tendrían que quedar al margen de la lógica inmediata del máximo
beneficio. Y lo más irónico y preocupante es que todavía no hemos salido de los
efectos de la última burbuja. Parece ser que los ciclos del capital
especulativo no han querido aprender nada. Es el momento de cambiar,
transformar y entender la realidad desde otra perspectiva.
Para subvertir este modelo residencial, Coop57 se ha
propuesto apoyar experiencias prácticas que reviertan las bases del modelo
establecido. Como siempre, la aportación y el valor añadido es más cualitativo
que cuantitativo. Es necesario (de)mostrar que hay alternativas, que otro
modelo residencial es posible y necesario. Hay que poner las necesidades
residenciales de las personas en el centro de la producción, la distribución,
el consumo y la financiación de la vivienda y, por lo tanto, esta tiene que ser
la finalidad de un sistema de provisión residencial alternativo y transformador
que ponga en el centro la sostenibilidad de la vida.
No solamente es un modelo teórico, son experiencias
prácticas para empezar a ensayar y afrontar las dificultades y contradicciones
que surgirán a lo largo del camino. Coop57 quiere apoyar iniciativas que se
orienten hacia la recuperación del valor de uso de la vivienda, poniendo el
énfasis en el hecho social de habitar, encuadrándose en un proceso social,
político y económico centrado en la reproducción de la vida y los cuidados.
Las propuestas que Coop57 apoya, rompen y se enfrentan a un
sistema basado en el régimen de propiedad privada, y propone un sistema de
propiedad colectiva. Confrontan un sistema de producción de la vivienda basado
en la explotación y guiado por el máximo beneficio en el menor tiempo posible,
con un sistema de producción cooperativo que genere un retorno social a la
comunidad. Pasar de un consumo individual y privativo a un consumo colectivo y
solidario basado en el uso. Acabar con un sistema residencial fundamentado en
una financiación especulativa y potenciar un sistema de financiación ético,
colectivo y solidario.
Fuente: Coop57
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