PÀGINES MONOGRÀFIQUES

8/9/15

Renunciar a la economía capitalista, implica pasar de la idea de generación de ganancia a la de satisfacción de necesidades

¿ES POSIBLE OTRO MUNDO?

Como muchas cosas, la respuesta es Sí, pero requiere actuar y hay varios peros posibles. La transformación del mundo es inevitable y el cambio de época es ya una realidad, pero la crisis llegó para quedarse a menos que hagamos algo. Otra razón por la que la respuesta es positiva es la insostenible situación del planeta. 

La crisis ecológica es sólo la punta de iceberg de todo un sistema económico fallido: Producir y consumir creando necesidades ficticias ha sido un error que cada vez es más reconocido como un sistema que implica al menos cinco dimensiones: Económico-financiera y del trabajo, energética, alimentaria, ambiental y cultural (Collin, 2009). Los defensores del sistema neoliberal nos invitan a prepararnos más y ser más competitivos; la ley de la selva. Pero lo que hace falta es un cambio radical que supere esta crisis civilizatoria.

¿Cómo cambiar todo un sistema que se encuentra extendido en todo el mundo? La economía orientada a la reproducción social de la existencia y no al lucro es factible, de hecho hay muchas experiencias en este sentido, pero necesitan extenderse y no sólo ser una parte pequeña del mercado. La humanidad ha tenido este sistema durante la mayor parte de su existencia y sólo en los últimos años ha sido desplazada por el capitalismo. Pero para que la economía solidaria pueda ser una alternativa tiene que poder reproducirse por sí misma, autónomamente, sin recurrir al capitalismo.

Las economías tradicionales (tribales, campesinas) se esclavizaron a las necesidades de la droga llamada dinero al creer que eso significaba modernidad y desarrollo; perdieron su autonomía y las necesidades de sus miembros ya no se satisfacieron a su interior. Pero esta experiencia de comercio local no se reduce a comunidades tradicionales. En todo el mundo hay muchos proyectos en ciudades modernas que han establecido una moneda local alternativa para intercambios que evita la fuga de riqueza. Para esto se requiere una red densa que sea capaz de ofrecer todos los bienes y servicios requeridos y los insumos para la producción. Difícil, pero no imposible.


La revolución del Papa Francisco habla precisamente de la necesidad y urgencia de un cambio de sistema en el documento "Laudato Si", pero en el Evangelii Gaudium propone a las parroquias como el espacio para vivir esta experiencia. En la Diócesis de Gómez Palacio ya se están implementando experiencias de economía alternativa y las comunidades parroquiales ofrecen elementos de identidad y de sentido. Lugares para compartir un proyecto, una idea. Incluso con fronteras ya establecidas que se requieren para mantener la lógica reproductiva, para poder aplicar los mecanismos de reciprocidad y equivalencia.

Para invertir la lógica consumista se requiere: 1. recuperar la capacidad de producción local y autoconsumo evitando el uso del dinero, (por ejemplo, huertos de traspatio). 2. Intercambio recíproco de productos (el banco de alimentos de Cáritas inaugurado recientemente en el fraccionamiento El Campanario de Gómez Palacio tiene también esta función de ampliar y promover la red de intercambios). 3. Limitar las compras de productos lejanos a las comunidades. Se trata de producir más, comprar menos y consumir mejor.

El cambio de sistema requiere cambio de actitudes. Es tiempo de rechazar profunda e íntimamente las ofertas del sistema; sentir asco por un producto industrializado, sentirse incómodo en un centro comercial, gozar el contacto con la naturaleza, convivir, disfrutar del esfuerzo por hacer algo. Si se logra modificar las preferencias, si se logra la actitud de rechazo a las ofertas del sistema, el cambio de valores es cuestión de tiempo. Si además nuestro rechazo lo hacemos militante y le hacemos propaganda descalificando y haciendo ver lo irracional y alienante e insano del sistema consumista neoliberal, si hacemos ver el vacío y la insatisfacción que deja, entonces se darán grandes pasos en la construcción de esta economía solidaria.

Lo que se propone de economía solidaria está acorde con la misma naturaleza del hombre; el sistema capitalista es deshumanizante. El consumidor posmoderno puede transformarse en un actor social, en un protagonista del cambio.

Si el consumidor rechaza el consumismo y la ideología del confort, si asume que las necesidades humanas son mucho más que una bolsa de marca o un celular sofisticado, si proclama el Buen Vivir como modelo, entonces podrá entrar a la lógica nueva, que hace de la noción de sustentabilidad, de límite, de austeridad, la base de una relación armónica con la naturaleza y entre los seres humanos, pues privilegia la convivencia, la creatividad y la reciprocidad, por encima del lucro y la competencia.

Las nuevas formas de hacer economía comprenden una dimensión política, pues hace que las comunidades tomen decisiones sobre la vida social, reasumen el poder de gestión sobre su vida. Se convierte en agentes de cambio. Renunciar a los fines y las lógicas de la economía capitalista, implica pasar de la idea de generación de ganancia a la de satisfacción de necesidades. Rechazando las ofertas del sistema se destruye el sistema. El dinero tiene valor porque se lo concedemos, porque lo deseamos, lo adoramos. Las marcas conceden estatus porque así lo creemos; el poder se ejerce sobre las personas, porque se lo hemos dejado. Hemos creado una cultura sobre bases falsas y es el momento de cambiarla. La crisis ecológica testimonia nuestra vulnerabilidad y la necesidad de restablecer el equilibrio perdido. El sistema suicida que amenaza la vida humana ha traído violencia, pobreza e injusticia. El cambio a una vida más significativa, más abundante dentro de la austeridad no es sino cordura, coherencia, sabiduría.



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