PÀGINES MONOGRÀFIQUES

7/7/15

Necesitamos semillas que broten por doquier para ir renovando este mundo caduco e insostenible que se nos viene abajo

EL CAMBIO DE PARADIGMA EMPIEZA DENTRO

Es cada vez más evidente que necesitamos llevar a cabo una transformación integral del sistema en el que vivimos, puesto que este se ha vuelto un sistema bio-cida y atenta contra la autonomía y la libertad de cada vez más personas. 

Necesitamos entusiasmo, ideas, proyectos, paradigmas, comunidades, grupos de estudio y acción, semillas que broten por doquier con cada vez más fuerza y sinergia para ir renovando este mundo caduco e insostenible que se nos viene abajo

Sembrando autonomía en nuestras cabezas

Laia Vidal
 describe en este artículo la experiencia de los Grupos de Estudio de Democracia Inclusiva de Cataluña y el Grupo de Acción de Democracia Inclusiva de Cataluña, artículo que se basa, en parte, en una autobiografía inédita que comenzaron a escribir hace un tiempo con Blai Dalmau, con el que pretende explicar con más detalle su evolución personal, política e intelectual en los últimos años.

Introducción

En el período 2009-2012, Blai Dalmau, yo misma y otros compañeros impulsamos en Cataluña varios Grupos de Estudio acerca del proyecto de la Democracia Inclusiva (DI), con la intención de ofrecer una nueva forma de aprendizaje colectivo y autogestionado, con un contenido radical y transformador, compartiendo fraternalmente nuestros aprendizajes y reflexiones, después de años de sufrir el aséptico academicismo imperante, el estancamiento del conocimiento en la universidad y la fragmentación de los movimientos sociales en la calle.
Las iniciativas educativas autogestionadas y con contenidos radicales eran prácticamente inexistentes en la Cataluña de entonces. Esta situación, la falta de alternativas, que hoy perdura en gran medida, llevaba a muchas personas hacia la universidad estatal, pese a ser conscientes de que, en su mayor parte, “las universidades son fábricas de humo” (Kenneth Rexroth).
La experiencia de los Grupos de Estudio de DI (GEDI’s) y la creación del paralelo y subsiguiente Grupo de Acción de Democracia Inclusiva (GADI) de Cataluña fueron iniciativas que tuvieron muchos frutos y de las cuales intentamos aún aprender errores y aciertos, por la cual cosa las expongo, a grandes rasgos, a continuación, por si puede ser útil a otras personas que se planteen la creación de grupos de estudio en el sentido de la Revolución Integral.

Constitución y desarrollo de los grupos

Todo empezó a principios del 2009, cuando Blai consiguió hallar uno de los últimos ejemplares que quedaban en España del libro “Hacia una Democracia Inclusiva – La crisis de la economía de mercado y la necesidad de un nuevo proyecto liberador” (Takis Fotopoulos, 1997) y lo devoró con fruición. A continuación, propuso a un grupo de compañeros y amigos, todos ellos involucrados en la Red por el Decrecimiento que estaba muy activa por aquél entonces, la lectura compartida y reflexionada del libro, lo que supuso un primer atisbo positivo, aunque menos organizado y riguroso, de lo que luego serían los Grupos de Estudio de DI.
Unos meses más tarde, para fomentar el surgimiento de grupos semejantes de una forma más organizada, nos pusimos a diseñar un programa de estudio detallado del citado libro, “Hacia una Democracia Inclusiva”, con propuestas concretas para abordar colectivamente el contenido y metodologías serias y, en parte, innovadoras. Al cabo de poco tiempo, empezamos a difundir el programa entre distintas redes sociales, colectivos, espacios autogestionados, amigos y compañeros, en portales de internet, etc. Con una convocatoria para el primer encuentro que serviría para conocernos las interesadas, explicar la motivación del proyecto y la propuesta de funcionamiento, así como establecer un día y hora semanal de reunión.
Los grupos que empezaron gracias a este impulso inicial -más tarde vendrían otros, en diversos lugares, inspirados por nuestra experiencia- fueron en Girona, Figueres y Barcelona. En Barcelona, el grupo más numeroso, nos reuníamos en la Universitat Lliure La Rimaia, un proyecto de acogimiento de la educación autogestionada que okupó varios edificios de la ciudad consecutivamente durante unos 3 años. Este proyecto había surgido de las luchas en la universidad y de personas y grupos que, como nosotros, se habían dado cuenta que hacía falta pensar en otro tipo de espacios de formación ajenos a la universidad convencional, con nuevos contenidos y formas. De hecho, en plena cúspide de las movilizaciones estudiantiles, en la primavera del año 2009, salió a la luz Podem!, una publicación masiva (500.000 ejemplares) impulsada por Enric Duran y otros compañeros, en la que Blai escribía:

«Necesitamos potenciar nuestra capacidad de reflexión y aprendizaje independiente y crear instituciones educativas alternativas que reemplacen la imposición por la autonomía y la competencia por la cooperación. La actual negación de las reformas neoliberales tiene que conducir, tarde o temprano, al desarrollo de una visión positiva que genere nuevas escuelas libres y universidades auto-gestionadas. Es aquí donde todos y todas tenemos un gran futuro por explorar.»

En la Universitat Lliure la Rimaia nos hicimos un grupo fuerte, con miembros provinientes de distintos ámbitos y edades, desde adolescentes que acababan de salir del instituto hasta personas jubiladas, pasando por veinteañeros enérgicos como nosotros y treintañeros que buscaban alternativas y respuestas a un mundo que parecía empezar a desmoronarse. Los procesos de transformación de la consciencia que sucedían en los grupos eran ciertamente impactantes: personas que se habían apuntado al grupo por simple curiosidad y ganas de compartir colectivamente, con un bagaje bastante reformista-sistémico, o casi sin formación política, se radicalizaban y profundizaban su cuestionamiento del sistema Estado-Mercado a una velocidad increïble; algunos de los más jóvenes se motivaban maravillosamente para cambiar el mundo y decidían dejar aparcada la universidad o la formación laboral y dedicarse a promover y estudiar la Democracia Inclusiva y al mismo tiempo montar proyectos autogestionados en base a la ayuda mutua. Quién más y quién menos, todos aprendíamos a pensar, a argumentar, a imaginar y a proyectar una imagen de sociedad mucho más deseable y sostenible, empoderándonos individualmente al preparar las sesiones, exponer contenidos y elaborar dinámicas para todo el grupo. El número aproximado de los miembros del grupo oscilaba entre un mínimo de 8 a un máximo de 15 o 20.
De los grupos de estudio que impulsamos en distintos puntos de la geografía catalana el que más constancia y actividad tuvo fue el de Barcelona, con lo cual después de unos meses de práctica reflexiva decidimos formar un grupo más encarado a la acción política, que llevara a cabo una difusión mucho más amplia de las ideas que estábamos estudiando, desarrollando y reflexionando. Así nació el Grupo de Acción para la Democracia Inclusiva de Cataluña (GADI), en la primavera de 2010. Con este grupo, formado por los participantes más implicados y motivados de los grupos de estudio, seguimos promoviendo grupos de estudio, seminarios, ciclos de formación, así como una publicación llamada Demos en la cuál escribíamos artículos tratando de relacionar nuestras problemáticas concretas e inmediatas (Huelgas generales, construcción de empresas cooperativas, elecciones, etc.) con el análisis global que nos proporcionaba la perspectiva de la Democracia Inclusiva. También publicábamos un boletín bimestral digital e informativo, con las novedades y actividades relacionadas con la Democracia Incluisva, cuya audiencia llegó a más de 1000 suscriptores, y, de vez en cuando, emitíamos comunicados públicos para intervenir en cuestiones punzantes de actualidad. Así mismo, Blai y yo tradujimos en esa época el libro 
“Crisis Multidimensional y Democracia Inclusiva” (Takis Fotopoluos, 2005)  el cual, a parte de ser más actual, era más sintético que “Hacia una Democracia Inclusiva” , y con capítulos más cortos, cosa que permitía realizar las sesiones de los grupos de estudio de forma más pausada y abarcable en poco más de 2 horas que duraban nuestras sesiones.
El desierto revolucionario en qué nos encontrábamos parecía empezar a reverdecer y con ello movilizaciones como las del 15-M de 2011 llevaron a las plazas de forma más o menos implícita o intuitiva algunas de las ideas y propuestas que constituían el corazón central del proyecto de la Democracia Inclusiva que veníamos promoviendo, especialmente, las asambleas y la democracia directa como forma de autogestionar los asuntos públicos, impugnando las instituciones políticas representativas y los partidos.
Allí estuvimos, en las plazas, realizando charlas y intervenciones, aportando material reflexivo y constructivo, pero aún con un discurso demasiado minoritario y poco articulado como para poder contribuir sustancialmente a que el estallido del 15-M desembocase en una sustantiva transformación social y personal en el camino hacia un nuevo sistema. Un año más tarde publicamos un análisis sobre el 15-M en la publicación masiva “Rebelaos!” con el título De la autoorganización en las plazas a la construcción de una nueva soberanía popular”.

Análisis de aciertos y limitaciones

En primer lugar, voy a poner sobre la mesa algunos aciertos y puntos fuertes de tales grupos, así como los elementos que según mi modo de ver fueron clave para que tuvieran el impacto que tuvieron:
·             Motivación, seriedad y entusiasmo: algunos de los impulsores de los grupos nos dedicamos en cuerpo y alma a la tarea de difundir el proyecto de la DI durante aquellos años. Creíamos que era fundamental hacerlo, que era una contribución histórica, que nos mejoraba a nosotros y que aportaría herramientas, conceptos e ideas para mejorar radicalmente el mundo. Nos lo tomábamos con igual o mayor seriedad que un trabajo “remunerado”. Éramos serios y dedicados, por la cual cosa las personas que participaban en los grupo también lo eran o lo devenian, y, si no lo vivían así, no tardaban en marcharse porque la cultura grupal era de mucha disciplina, seriedad, motivación y consciencia sobre la importancia de la tarea.
·                 Responsabilidad individual: las personas asumían la preparación de alguna/s sesion/es, así como la dinamización de ellas, aunque todo el mundo debía leerse igualmente los capítulos del programa. Aunque les resultara difícil comprender algunas cuestiones de análisis económico o político, por ejemplo, las dudas se resolvían entre todos, resultando de todo ello una elevación del pensamiento que no se hubiera dado si nos hubierámos limitado a estudiar lo que nos resultaba “fácil”, cómodo o simple. No era un problema exigirnos más de nuestras posibilidades del momento, puesto que considerábamos que estábamos en evolución constante y que cualquiera podía aprender.
·                 Liderazgo intelectual y estratégico: las personas que impulsamos y promovimos los grupos, particuarmente Blai, llevamos ya algunos años implicados en el estudio, la reflexión y la práctica política con ideas similares a las que estudiábamos, reflexionabamos y difundíamos en los GEDIs y GADI. Las diferencias de experiencia y conocimientos aportadas al bien común del grupo ayudaban a superar estancamientos y dudas sobre contenidos cuando las había así como daban un cierto empuje y visión estratégica que nos hacía avanzar en el proyecto en general y en los subproyectos que iban surgiendo.
·                 Compromiso: ligado con la seriedad de los cursos que plantéabamos nos encontramos la cuestión del compromiso: había que asistir a un mínimo de sesiones para formar parte del grupo, ya que sino se notaba mucho la diferencia entre los que estaban siguiendo los analisis y razonamientos colectivos y los que no, y esto dificultaba el avance.
·                 Proactividad e innovación: Para mí,un punto fuerte era el hecho de que no nos limitábamos a seguir lo que se estaba haciendo en otros grupos o redes sino que teníamos clara nuestra propuesta y función, y trabajábamos en ella con esmero. Esto no quiere decir que nos margináramos o que no conocieramos a otros grupos y proyectos -en algun momento sí pasó un poco que nos aislamos en nuestro propio paraguas-., pero eramos creativos en el sentido de intentar más bien que las personas se interesaran y motivaran por nuestro proyecto y no tanto de ir hacia ellos a la espera de coordinación o apoyo. Erámos bastante auto-dependientes y buscabámos auto-crear un foco de atracción para personas que desearan formarse en los campos que cubríamos. Esto lo haciamos porque creiamos firmemente que la Democracia Inclusiva suponia una sintesis y superación de muchos planteamientos y proyectos existentes.
·                 Ensayo micro de cómo seríamos si fueramos más: Aunque en proporción a la realidad social éramos pocas personas las que participábamos en los grupos, siempre teníamos metodologías de funcionamiento asambleario muy conscientes e institucionalizadas, puesto que considerábamos que lo que estábamos haciendo era un entrenamiento y aprendizaje que, por tanto, debía servir tanto para un contexto en el que fuerámos pocas personas hasta para un contexto mucho mayor. Esto podía parecer algo rídiculo o exagerado para el momento en cuestión, pero nos ayudaba a apuntar alto y a intentar ser un espejo de lo que tendría que ser en lo macro el funcionamiento social democrático.
·                 Compartir una visión: las personas que participamos en estos grupos y en su sucesor, el Grupo de Reflexión para la Autonomía, compartimos un bajage ideológico que nos ayuda a entendernos y a poder hablar y analizar cantidad de experiencias desde una perspectiva fundamentalmente común.

Por lo que atañe a las limitaciones o errores, podría hablar de lo siguiente, visto en retrosperspectiva, y en relación al mismo tiempo a contenidos y a formas:
·                 Nos basábamos en un paradigma de cambio sobretodo intelectual, a través de las ideas y el estudio, de la ideología, por decirlo de algun modo. Aunque los grupos creaban red, comunidad y amistad, eran sobretodo grupos políticos y con poco componente vivencial-experiencial, cosa que nos hacía perder potencial al encontrarnos pocas horas a la semana y constituir la experiencia, para muchos, sólo un breve lapso de tiempo en su quehacer diario.
·                 Estudiábamos un sólo libro y de unos temas limitados, la cual cosa podía conducir a desconocimiento o errores en otras cuestiones, a sesgos de análisis o desconocimiento de la realidad en otros. Al ser un proyecto sobretodo de cambio político y económico corríamos el riesgo de caer en el politicismo y economicismo, como de hecho se dió un poco. Ahora algunos hablamos más de la revolución integral, noción que va más allá de la implementación de un proyecto político de cambio social, hacia la creación de un paradigma más holístico que tenga una perspectiva política pero que no se limite a ella.
·                 En algunos momentos la diferente implicación o liderazgo entre los miembros causó algunas dificultades y problemas, tanto porqué no se reconocía que había personas que dedicaban más energías al grupo como por otras que no encontraban exactamente su función y espacio en él. La distinción entre liderazo y dominación, y la practica de formas de liderazgo y de segumiento que no impliquen dominación ni sujuzgamiento, es una cuestión muy importante que aún está pendiente de ser resolvida plena y satisfactoriamente en muchos movimentos sociales contemporáneos.
·                 Quizás nos faltaba una actuación más estratégica en el sentido de mirar más a quién iba dirigida la formación con el fin de formar a personas que luego pudieran efectivamente ser multiplicadores de estos conocimientos y proactivos en la creación de proyectos.
·                 Dimos poca importancia al factor ético, personal y de valores, a la autoconstrucción de las personas como pieza clave de la revolución. Después vimos que este factor es crucial, y que hay que abordarlo explícitamente, no solo implicitamente.
·                 Ignorábamos la limitaciones de la Democracia Inclusiva, o las pasábamos por alto cuando las atisbábamos. En el momento en que descubrimos las propuestas de la Democracia Inclusiva nos pareció que contenía un enfoque radical y superador tanto en el análisis como en las propuestas, al mismo tiempo que recogía muchos elementos para articular un proyecto de autonomía social y revolucionario. Este juicio fue y es cierto pero con el tiempo nos dimos cuenta que no dejaba de ser un enfoque parcial del cambio -básicamente economicista y politicista-, que algunas cuestiones que veíamos importantes de analizar no cabían en su perspectiva o se consideraban totalmente inapropiadas -por ejemplo el cuestionamiento de los atentados del 11-S en Nueva York, la cuestión del pico del petróleo y la crisis energética, o los novedosos enfoques sobre la vida que las investigaciones de la nueva biología ponen encima de la mesa, entre otros temas. A nivel estratégico también nos encontramos, en la Red Internacional de Democracia Inclusiva, con ridigeces, centralismo y dogmatismo que limitaban seriamente la autonomía del grupo y a nivel personal con actitudes y valores que distaban mucho de ser ejemplo del cambio que queríamos ser. Fue principalmente por estos motivos por los cuales nos decidimos a disolver el GADI y repensar nuestra actividad política, creando poco después el Grupo de Reflexión para la Autonomía desde el cuál seguimos promoviendo ideas similares a las de Democracia Inclusiva pero desde una perspectiva más nuestra y abierta a nuevos avances, sinergias y estrategias2.

 

Resultados

Como he comentado, en total, varias decenas de personas pudieron participar en estos grupos de estudio y acción, realizando tareas de autogestión del conocimento que les llevaron a mejorar sustancialemente su visión política del mundo y de su entorno, y aportarla a sus respectivos proyectos y allegados. Así pues, creo que los conocimientos adquiridos han significado una importante evolución personal e intelectual para muchos y un gran impulso a proyectos relacionados con las ideas estudiadas. Así, por un lado, hay personas que han seguido avanzando en el desarrollo, ampliación y pulimiento de las ideas, para constituir un nuevo paradigma y nuevos grupos de estudio en sintonia con nuestras evoluciones ideológicas y que actualicen y amplien nuestra visión del mundo (este es el caso particularmente de Blai, con el paradigma Vitalista Integral)  por otro lado, hay quién ha impulsado proyectos cooperativos y populares en su barrio (como Eduard, en el Ateneu Cooperatiu La Base); otros que han creado comunidades convivenciales pro-comunales (como Can Tonal de Vallbona) e intentan influir en candidaturas municipalistas para radicalizarlas; otros tienen proyectos editoriales y/o blogs; otros se han implicado en la Cooperativa Integral Catalana para tratar de aportar ideas organizativas y formación ideológica de manera más o menos informal; hay también quién intenta contribuir al desarrollo del concepto de Revolución Integral o a una red internacional que trabaje en este sentido; están los impulsores iniciales de la Xarxa d’Estudis per a l’Autonomia, quienes, habiendo experimentado el aprendizaje autogestionado en el marco de los GEDIs, decidieron extenderlo en forma de red, fomentando así la creación de grupos de estudio de diversa índole y tematica, etc.

Conclusión

Este texto se ha escrito sobre todo con la finalidad de compartir la experiencia vivida y los aprendizajes generados con la esperanza de que pueda ser útil y inspirador para otras personas o colectivos transformadores que se planteen el desarrollo de herramientas formativas y educativas como parte integrante de un proceso revolucionario. Me parece que la importancia de las ideas e ideales, del desarrollo del factor consciente, en los procesos de cambio no siempre es tenida en cuenta en la medida que sería adecuada, pues la urgencia de muchas situaciones nos hace priorizar actuaciones más visibles y “prácticas” dejando en un segundo plano la reflexión y la difusión de ideas. Pienso que hay que apostar por vincular ideología y prácticas, aunando reflexiones que podemos generar a partir de nuestras vivencias concretas con ideas generales y globales que nos ayuden a analizar y orientarnos en el mundo en el que vivimos.

Cada experiencia es única, tanto como lo es cada momento histórico y lo que este demanda. Actualmente, el desarrollo de ideas y prácticas revolucionarias sigue estando a la orden del día, quizás mucho más que cuando empezamos a desarrollar los grupos de Democracia Inclusiva. Es cada vez más evidente que necesitamos llevar a cabo una gran transformación integral del sistema en el que vivimos, puesto que este se ha vuelto un sistema bio-cida y que atenta contra la autonomía y la libertad de cada vez más personas. Necesitamos entusiasmo, ideas, proyectos, paradigmas, comunidades, grupos de estudio y acción, semillas que broten por doquier con cada vez más fuerza y sinergia para ir renovando este mundo caduco e insostenible que se nos viene abajo. ¡Arriba los corazones, y las cabezas! Manos a la obra por el desarrollo de la autonomía y la preservación y potenciación de la Vida.
Laia Vidal, Barcelona, mayo de 2015.
Reedición artículo, título post, Freeman

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