DEL PASOTISMO A LA MEDIOCRIDAD
CÓMO LA CRISIS NOS APARTA DE NUESTROS
PROPÓSITOS
‘En esta vida algunos hombres nacen
mediocres, otros logran la mediocridad, y a otros la mediocridad les cae
encima’
Joseph Heller
Joseph Heller
‘Sólo conviene la mediocridad. Esto
lo ha establecido la pluralidad, y muerde a cualquiera que se escape de ella
por alguna parte’
Blaise Pascal
Blaise Pascal
‘Los grandes espíritus siempre han
encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres’
Albert Einstein
Albert Einstein
Este post podría estar formado por cientos de citas de este tipo. Lo
‘mediocre’ ha estado presente en la historia de la humanidad desde sus inicios.
¿En qué nos afecta lo mediocre?¿Es el término ‘mediocre’
una valoración subjetiva? ¿O bien un
estado de ser y estar, una manera de actuar, sentir y pensar totalmente
insulsa, aburrida y de baja vibración?
No es nada nuevo afirmar
que esta crisis es sistémica, no económica.
Los valores en los que nos basábamos están cayendo uno tras otro, mientras un
reducido grupo de personas en el poder quiere mantener ese cordón atado a
nosotros, el económico, para que estemos
preocupados por pagar y no por vivir…
…y sólo pagando y no viviendo, nos volvemos mediocres porque nos apartamos
del propósito que cada uno de nosotros tiene, sus
ilusiones, sus alegrías, y su razón de vivir.
Quizá algunos lectores están de acuerdo conmigo en cómo nos sentimos
cuando recibimos ciertas actitudes en el supermercado, en un restaurante, en una ventanilla de un banco, en
una oficina de la administración…, y en general en el estado actual de las
infraestructuras de nuestros lugares de residencia, o el tono general que la
gente brinda a su prójimo. Efectivamente, todo muy ‘pasota’.
El camarero, el funcionario, el policía o el dependiente, al igual que el
resto, vivimos pensando en ese sueldo de final de mes que nos va a permitir
sobrevivir 30 días más. Es
difícil que podamos estar motivados por el trabajo o por
nuestra dedicación, si estamos mal pagados y haciendo algo que
no nos gusta.
Ahí la crisis nos pegó fuerte. Nos bajaron los sueldos, nos hipotecamos y
ahora estamos atrapados en esa jaula de oro que es nuestro apartamento, nuestra
casa, el coche o
la VISA. Si queremos perseguir un sueño, o cambiar de vida, antes debemos pagar. Y el miedo a las consecuencias
de no pagar es atroz…
El sistema se basa en eso: hacernos sentir prescindibles, pensar que
vivimos solo para las obligaciones. Enfermamos, nos deprimimos, abandonamos las
ilusiones… gris, gris y más de ese mediocre gris… que históricamente ha
desplazado a los ilusionados, a las mentes y corazones brillantes, a quedar
relegados dentro de una masa informe de bajísima vibración.
Y de ahí, a la mediocridad: Trabajamos por obligación, no nos sentimos
recompensados, la mayoría de nosotros dejó de lado sus verdaderas expectativas…
y el pasotismo apareció. Cuando
‘pasamos’, cuando perdemos la motivación en lo que hacemos, nos volvemos grises, mediocres.
Engañados por la filosofía que nuestros padres aprendieron, también
engañados, sobre la acumulación de riqueza y el cargo laboral que debíamos
ostentar, nos olvidamos de
nuestros propósitos y de lo que verdaderamente merece la pena en la vida.
Italo Calvino, en Las ‘Ciudades Invisibles’, escribía:
“El infierno de los vivos no es algo que será. Ya existe
aquí: lo habitamos todos los días; lo conformamos todos juntos. Dos formas hay
de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y
convertirse en parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es
arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y
qué, en medio del infierno, no es infierno, y darle espacio, y hacerlo durar
mientras vivamos.”
La crisis nos brinda la oportunidad. Lo gris, lo mediocre, puede ser
reemplazado por lo luminoso. Reinventarnos,
darle la vuelta al sistema, depende de nosotros y de nuestra actitud. El cambio tiene que producirse en
nosotros mismos, y entonces nuestro entorno también cambiará.
Debemos aspirar a un mundo en que salir
a la calle sea una motivación de amor y alegría. Que compartir
espacios y dinámicas sea agradecido y motivador y que nuestro trabajo tenga más
recompensas que las económicas; como sentir, dar y recibir amor y compañerismo
en relación a los que nos rodean.
En resumen: a seguir con nuestro propósito con mucho amor!
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