André
Compte-Sponville
—¿Qué es un filósofo?
—Tú..., si intentas
pensar tu vida y vivir tu pensamiento.
—Suena...
egocéntrico, ¿No?
—No, tu vida, aquí y
ahora, está incardinada en la sociedad, en la historia, en el mundo. Y vivir tu
pensamiento significa ¡Actuar!
—¿Con
qué fin?
—¡Vivir mejor!
Filosofar es eso: Pensar mejor para vivir mejor.
—¿Y qué
es vivir mejor?
—¡Ésa es la pregunta
filosófica por excelencia! Al hacértela, estás ya filosofando.
—Mira
por dónde...
—Filosofar es
intentar responder esencialmente a esa pregunta: ¿Cómo vivir?. Otras ramas
del pensamiento pueden responder a muchas otras preguntas, ¡Pero no a ésa!
—Pues
ayúdeme a filosofar: ¿Cómo vivir?
—¡Acabáramos!
—El objetivo de la
filosofía es la felicidad.
—¿Y qué
entiende usted por felicidad?
—Ese estado en el que
nada esperas.
—¿El que nada
espera... es feliz?
—Sí. Si ansías ser feliz,
no lo eres.
Por tanto, ese deseo, esa espera de la felicidad... ¡Es justamente lo que te
separa de la felicidad!
—¿Si
tengo esperanzas, soy infeliz?
—Sí, sí. ¡Sólo quien nada
espera es feliz! Esperar vivir... es
no vivir. Nada esperes: ¡Vive!
—¿Cómo?
—Mira, no desees lo que no
dependa de ti o garantizarás tu insatisfacción. En cambio, ¡Desea
lo que sí dependa de ti! Eso te llevará a actuar y a amar, ¡Y eso sí que te
satisfará!
—Debo actuar
y amar sin esperanzas, pues.
—Desesperadamente,
sí, con una «gaya» desesperación, una desesperación alegre. «¡Sabio es el que
nada espera!», dijo Spinoza.
—¿Ser
sabio y ser feliz es lo mismo?
—La felicidad
derivada de la filosofía es una felicidad no enraizada en la ilusión o el autoengaño,
sino en la verdad:
Es un gozo nacido de la verdad. Sabiduría, así, es el máximo de felicidad en el
máximo de lucidez.
—Sabio
es, pues, todo ser lúcido que es feliz.
—Sabio es el que
nada teme. Porque
el que espera, teme (no conseguir lo que espera). Si no esperas, ¡No
temes! La
sabiduría consiste en la serenidad del actuar y del amar.
—No
esperar... ¿Vivo el presente, pues?
—Sí, un presente
pleno, lo que incluye recuerdos del pasado y fantasías de futuros: ¡Vive gozando de ese
recuerdo (eso es la gratitud) y de esas fantasías (eso es la confianza)!
—Y
usted, André..., ¿Es feliz?
—Depende del momento.
Pero cuando me siento feliz, lo vivo con plenitud; y cuando me siento infeliz,
lo acepto con serenidad.
—¿Qué
filósofo le inspira más a usted?
—Montaigne,
¡Que no es feliz y lo acepta! Creo en esa sabiduría no absoluta, pues nadie es
sabio cien por cien, ni cien por cien loco.
—Es un
alivio, sí...
—Sí, porque hay que
contar con el factor del azar: Ni mi felicidad depende de mi solo mérito, ni mi infelicidad
de mi sola culpa...
—Si el
azar me trae un cáncer, ¿Cómo vivir?
—Primero, di sí.
—¿Sí?
—«Sí, tengo un
cáncer.» La
primera palabra de la felicidad es siempre ¡Sí! Segundo: Actúa, lucha en todo
lo que de ti dependa. Tercero: ¡Ama! Continúa amando lo que amas: Tus hijos, el
cielo, tu ciudad... Un amigo mío moría de cáncer y me dijo por teléfono: «Oigo
los pájaros cantar: Es maravilloso». Eso es el amor: El gozo en lo que
existe, en lo que es.
—Si
muere un hijo mío, ¿Qué gozo hay ahí?
—Sientes que ya
nunca podrás volver a ser feliz... Yo lo sé, porque... yo... perdí un hijo.
—Oh, lo
siento, yo no sabía...
—Sólo puedes hacer
esto: Llorar, sufrir, ser paciente. Y seguir amando lo que es, y eso incluye lo
que vivisteis juntos, a tus otros hijos, un paisaje... Y, a los dos años,
descubrí que el gozo es posible. Así fue... Perder la capacidad
de amar es la más grave enfermedad.
—Y si
amo mucho y me enamoro de una mujer que no es mi mujer, ¿Qué, eh?
—No es razonable
querer ser siempre razonable: Si llega la pasión, dile sí. Pero sé consciente de esto:
Esa pasión es una ilusión por lo desconocido, y cuando te emparejes con esa
mujer matarás el misterio. Y, ¡Ante todo!, nada de esto deben pagarlo tus
hijos.
—¿La
experiencia habla por su boca?
—Y las de otros.
Suscribo lo que dijo Serge Gainsbourg: «Uno se enamora de su pareja por lo que no
es y la abandona por lo que es». Esa ilusión —la pasión— se transforma en amor...
¡Cuando amas al otro por lo que es!
—¿Y si
es mi esposa la que me abandona?
—Acéptalo... y
reemplázala.
—Oiga,
¿Estamos todavía filosofando?
—Claro que sí: La
filosofía tiene a la vida como objeto, la razón como medio y —como te he dicho—
la felicidad como objetivo.
—Pero
¿Puedo ser feliz ante el desgraciado panorama del mundo actual?
—Si para ser feliz
esperas a que el mundo vaya bien, ¡Jamás serás feliz! ¿O acaso crees
que hubo alguna época pasada en la que el mundo anduvo bien? Mira, acepta que
es así y actúa en todo lo que tú puedas actuar, ¡Y ama! ¡Ama a tus enemigos!
—Anda
ya.
—Sí, si los amas,
significa que los reconoces como enemigos, que existen como tales. ¡Pero los
combates mediante la alegría y el amor en vez de con la tristeza y el odio...!
—Acaba
usted filosofando evangélicamente.
—Acabo como mi
admirado Montaigne, que remataba así sus ensayos: «¡Yo amo la
vida!».
Montaigne ama más la vida que la sabiduría. El verdadero sabio, más que el que
cree en la sabiduría, es el que ama la vida tal como es, incluida su dimensión
de locura. ¡Ama,
que la vida pasa... y nosotros con ella!
LA CONTRA – La Vanguardia
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